fictograma

Un cosmos de palabras y ficción

239.401 Vistas
Un Fragmento sin estructura: Capítulo 8 - Fictograma
novela

Un Fragmento sin estructura: Capítulo 8

Avatar de K_Lepónce

K_Lepónce

Publicado el 2025-06-22 00:27:33 | Vistas 117
68574df530ff2_Picsart_25-06-21_21-24-49-773.jpg
Comparte en redes sociales
“Antes me aterraba la idea de la muerte. Ahora me intriga el hecho de que todos tenemos el potencial de estar cerca de ella, sin que el cuerpo lo note hasta el último momento.”

La ciudad no cambió demasiado. Pero eso la volvía más curiosa, en cierto aspecto.
Como cuando regresás a una casa de infancia y todo está donde lo recordabas, pero la distancia entre los objetos ya no encaja con tu memoria.
Las calles siguen teniendo ese gris perpetuo.
Las veredas, condenadas.
Los árboles, eternos observadores de lo que nadie se atreve a decir.

Damián bajó del auto cerca de una estación de servicio.
Al salir, solo miré el reflejo de mi cara en el vidrio de la ventanilla. Me veía distinto. No por fuera. Por dentro. Como si algo se hubiera roto en un sueño, pero no sangrara.

—Bueno... me parece que ya estamos en el punto central de la ciudad, ¿no es así? —Recitó con una voz pasiva.

—Así es.. Agradezco mucho que me hayas traído hasta aquí, Demián.—Expresé con gratitud.

—Ya dije que no tienes por qué agradecerme Respondió, mientras exhalaba el humo del cigarro—. Si me disculpás, ahora tengo que recorrer una parte de la ciudad.

—¿Estás sentenciando que te despides?

—Quizás así lo sea.

Nos estrechamos la mano con total respeto, y una mirada firme, y antes de irme hasta la otra esquina boicoteó:

—Por cierto, chico.

—¿Sí?

—Deberías cortarte el pelo. Esos cuatro meses sí te pegaron duro —Vociferó con sarcasmo, mientras arrancaba el auto y se alejaba.

Pensándolo bien, quizás tenía razón. Aunque, con pura suerte, solo me había afeitado.
¿Fue la última vez que lo vi? No... pero sí fue una inflexión interesante.

El auto se fue y me dejó a mí, en esa calle que parecía haber detenido su reloj hacía años.
Simplemente no había prisa.
Solo el crujido de una bicicleta vieja a lo lejos.
La ciudad era eso: postales sueltas de una vida que uno no sabe si todavía le pertenece.

Caminando sin dirección, pasé por el kiosco donde solía comprar golosinas con Luan. Cerrado.
El club del barrio, despintado.
Y finalmente, esa casa: la de mi madre.

La puerta seguía teniendo ese timbre descompuesto que nadie arreglaba. Golpeé suavemente, por respeto al pasado.

Abrió mi madre.
Peinada con desgano. Bata de algodón. Ojeras de las que no se borran con sueño.

—Hijo…

No sé si sonrió o solo dejó que su rostro se moviera.
Yo tampoco supe cómo responderle.
Nos abrazamos. Rápido, gélido, pero real.

—Tu cuarto está igual. No quise tocar nada —Dijo mientras me servía café.

Mentira. Había polvo en los estantes y el colchón estaba más flaco. Pero el gesto valía más que la verdad.
La casa olía diferente a lo de siempre: mezcla de perfume nuevo y muebles acomodados; más ligero.

Me acosté un rato, sin dormir.
Solo escuchaba el tic-tac del reloj, y los pasos suaves de mi madre yendo de un lado a otro.
Como si esperara algo... o a alguien.

—¿Te vas a quedar varios días? —Preguntó desde la puerta.

—No lo creo... quizás una semana, o dos.

No era necesario contarle cada detalle. Al menos no ahora.

Más tarde salí al atardecer. La ciudad cubría con un manto naranja que la hacía ver más afable.
Caminé hacia el parque.
Y como si el destino hiciera una jugada de teatro predecible… ahí estaba: Nadia.
Y una figura que no esperaba también.

No sé si fue coincidencia o broma del universo.
Nadia fue la primera en verme.

—¡Ey…! Mirá quién volvió del exilio —Musito con un falso entusiasmo.

—Un gusto —Dijo el chico al lado de Nadia; mismo chico que una vez lo vi desde la ventana. Posiblemente ya eran pareja. 

—¿Qué te trae por aquí?

¿Qué me trae por aquí?
Me parece gracioso y infame que ni siquiera supieran una mínima cosa de lo que me sucedió.
Pero tampoco debo decírselo. Creo que… me parecen completos desconocidos.

—Solo pasaba el rato… —Me senté a una distancia prudente.

—¿Y… cómo te trata la vida de forastero?— Pregunto está vez el chico.

—Nada mal. ¿Y la tuya?

Nadia se rió. Nadie contradijo. Y el chico, con confianza y risas:

—Hey, ya que acabás de volver a la ciudad, ¿qué te parece si vienes a una fiesta con nosotros?

—Gracias por la oferta. Pero me inclino a rechazarla por el momento. Tengo otros asuntos que atender.

—Bueno, supongo que será en otra ocasión ¿no?
..

Y en minutos volví a caminar sin apuro por la vereda que bordea la plaza.

No hubo abrazos ni amistad.
Solo ese vacuo intento de congenio.

Volví a casa.
Mi madre dormía.
Y yo me senté frente a una hoja en blanco.

Escribí:

"Hoy volví a pisar mi ciudad. No sé si me recibió. Pero yo la sentí.
En cada paso. En cada sombra. En cada nombre que ya no contesta."

Y eso fue suficiente.
Por hoy.

A la mañana siguiente, amaneció lento.
El olor a tostadas quemadas me despertó.
No era un olor desagradable en sí, pero tampoco era el tipo de aroma que uno asocia con hogar.
Me levanté descalzo, cruzando el pasillo con la misma familiaridad que un extraño.
En el comedor, tomando un café con tranquilidad, estaban mi madre... y alguien más.

Un hombre.
Alto, barbudo, mesomorfo de costumbre.
Camiseta blanca, ojotas.
Sonrisa nerviosa.

—Ah, mirá quién se levantó —Dijo mi madre, con un tono natural—. Hijo, él es Robert Óscar.

El tal Robert extendió la mano. Yo la apreté sin decir nada.

—Encantado —Expresó con entusiasmo—. Tu madre me habló mucho de ti. Te tengo visto de una foto en el comedor… eras más pequeño.

Asentí.
Tomé la taza de café que estaba a medio llenar y me senté en silencio.

—Robert se está quedando hace unos meses —Agregó mi madre, como si la explicación fuera lo suficiente lógica.

—¿Es tu pareja? —Pregunté, absorto ante lo previsible.

—Mm... sí —Respondieron ambos, con una mueca incómoda.

—No es necesario que lo sobre piensen demasiado. Madre, si amás a este hombre, entonces no busques complicaciones. Tienes la libertad de hacerlo —Declaré con mi habitual sencillez. Luego giré la cabeza hacia él—. Robert, si amás a mi madre, aplicá lo mismo para tí. Son adultos libres, pueden amarse mutuamente sin el consentimiento de alguien como yo.

Con una alzada de cejas rara y confusa, ambos asintieron sin más; no molestos, quizás extraña mente gratos.
Realmente no entiendo este tipo de cosas.

La vida sigue, incluso para los que creemos que algo se detuvo.
Y sin más, proseguí a desayunar nuevamente.

—Voy a hacer unos mandados, ¿me acompañás? —Preguntó más tarde mi madre a su pareja.

Él la siguió.
Yo me quedé solo en la cocina, con la taza caliente entre las manos.

En el mantel había una migaja con forma de estrella.
No sé por qué me detuve a mirarla tanto tiempo.
Quizás porque había que buscarle sentido a algo.
Aunque sea a una forma en una migaja.

Me levanté, lavé la taza y fui a darme una ducha.
La casa no era la misma.
O tal vez, lo que no era lo mismo era el sujeto sentado con una taza de café en este mismo instante.


5.0 (1)
PDF Enlace adjunto novela

Más de este autor

Ilustración de R.E.P.O.X: La virgen de la humanidad

R.E.P.O.X: La virgen de la humanidad

El día comenzó sin sobresaltos. A las 06:40, Flitz Aragón ya estaba operativo, como cada jornada desde su llegada. No...

Ilustración de Un Fragmento sin estructura: Capítulo 4

Un Fragmento sin estructura: Capítulo 4

"Hey... hey, ¡hey! No te vayas, despierta. ¡HEY!"11:30 PM - Tren en dirección al Valle del Sur:Mm, parece que me...

Ilustración de Un Fragmento sin estructura: Capítulo 10

Un Fragmento sin estructura: Capítulo 10

“Antes me aterraba la idea de la muerte. Ahora la acepto como un régimen natural de la vida que aún...

Ilustración de Un Fragmento sin estructura: Capítulo 11 [EPÍLOGO FINAL]

Un Fragmento sin estructura: Capítulo 11 [EPÍLOGO FINAL]

“Y por último, pensé en mí. Lo más importante: mi propia vida. Y cómo sería yo en seis años. Solo......

Ver todas las obras
Avatar de K_Lepónce
K_Lepónce 2025-06-22 17:44:05

Es probable que hoy suba los últimos dos capítulos de la novela, estimados/as. No busco extender demasiado la historia de nuestra Protagonista; ya sea por el hecho de no convertirla aburrida o carezca de faltas de ideas. Además aún tengo otros proyectos literarios para publicar que quizás sean de sus interes.

Avatar de Vara
Vara 2025-06-22 09:20:14

Bueno, el cierre completo, el eterno retorno. Lo de la mamá y su nueva pareja y Gus sorprendido por ello también sorprende al lector y ayuda la historia. Saludos.