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The Bag Man - Fictograma
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The Bag Man

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EHM

Publicado el 2025-07-01 18:38:01 | Vistas 127
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The Bag Man

Un día común en prisión. Aparentemente, todo estaba en orden; uno que otro problema, aquí y allá, pero nada fuera de lo común. Era el día en que los nuevos internos llegaban, y entre ellos, había dos en especialen esta tanda de recién llegados.

Uno era un viejo de ojos hundidos y dientes manchados.

Irónicamente, lucía sonriente al llegar a este lugar y miraba a todos lados como si fuera una visita a algún museo. El otro, un sujeto bajito y narizón, de cabello ralo y mirada maliciosa: Ricky «la Rata», que no le quitaba los ojos de encima al que llegó con él. Entonces, volteó a ver a los demás internos. Entre todos ellos, encontró a Ramiro, alias «Muñeco», un sicario del crimen organizado que en ese momento cumplía condena. Parecieran como unas vacaciones, pero en realidad estaba allí para realizar uno que otro «trabajito». Si alguien caía en ese lugar y necesitaba desaparecer, él se encargaba.


Ricky era un maleante de poca monta; entraba y salía de prisión como si fuera su casa. Eso era solo en apariencia, pues en realidad, el cártel lo utilizaba para pasar órdenes muy especiales.

—Tienes un encargo —dijo al pasar junto al Muñeco.


—¡Muy bien, basuras, hora de dormir! ¡Todos a sus celdas!

Era la noche, y en la tranquilidad de la celda del Muñeco, solo una tenue luz resplandecía. Dentro estaba Ricky.

—El jefe te envía saludos —dijo mientras le acercaba una fotografía.


En ella se veía al sujeto viejo de antes con una estúpida sonrisa.

—¿Y este quién es? No me suena de nada.

—No es nadie del medio, un don nadie que llegó junto conmigo.

—¿Y qué ha hecho para que los jefes se interesen en él?

—Si te soy sincero, diría que nada.

—No planeo cuestionarlos, pero si me lo encargan, yo diría que hizo algo más que «nada».

—Mira, sé que lo harás, pero tal vez, cuando termine, tú también tendrás algunos motivos.

En este mundo, uno sabe que las «desapariciones» no son algo extraño; todos sabemos que cualquier día nos podría tocar a nosotros. Sin embargo, en estos últimos meses, había ocurrido algo extraño, tan extraño que cualquiera con dos dedos de frente se habría dado cuenta. Todos eran parte del grupo y todos trabajaban en el club, ya sabes, «The Beginning».


—Lo recuerdo, claro que sí —dijo el Muñeco.


—Claro que sí. Solías pasar mucho tiempo ahí junto con tu hermano. Bueno, pues siete personas de ahí han desaparecido en el último mes. No nos importaría si no fuera porque eran gente de nuestro grupo: Bobby «el Gringo», Pete «el Pirata», Bryan «el Niño», Lupe «la Pingüi», Ramón «Mon-Choo» y Yadira «la Yadis».

—¿No dijiste que fueron siete? —preguntó el Muñeco.

—Así es... el séptimo... fue tu hermano, Héctor.


Las manos del Muñeco se cerraron y sus dientes se apretaron.

—Y este imbécil, ¿es el responsable?


—Déjame terminar. Tantos desaparecidos en nuestra zona llamaron la atención de la policía. Ya sabes, ese par de detectives que últimamente andan por ahí husmeando: Salazar y Solís. Vinieron al bar a hacer preguntas. Aunque no teníamos nada que ver, se veía el desprecio en sus caras; para ellos, era una oportunidad de poder achacarnos algo y lo sabían. Sin embargo, no pudieron probarnos nada, así que la investigación continuó. Al final, dio un giro inesperado. En cada caso, había algunos testigos y cada uno de ellos identificó a un sospechoso en la escena de la desaparición. Un indigente de dientes manchados y olor nauseabundo. Ese sujeto había estado merodeando el callejón detrás del club en busca de comida en los contenedores. Se le vio cargando una bolsa de basura de color negro en cada ocasión.

Después de que no pudieron probarnos nada, la policía ya no parecía tan interesada en el caso; era casi como si quisieran simplemente cerrarlo. Ese imbécil de Salazar hasta parecía alegre de saber de las desapariciones de los nuestros. Espero que el jefe le dé un escarmiento algún día. Bueno, la policía se apresuró a decir que ese pobre imbécil era el culpable y se apresuró a condenarlo. El fiscal cerró el caso y todos contentos.

Pero el jefe no quedó conforme. Le dieron una sentencia de poco menos de unos diez años. Era casi seguro que había un trato para que se declarara culpable a cambio de casa y comida por el tiempo que estuviera aquí. Una ganga.

Estaba consciente de que ese idiota no pudo haber sido, pero no quería que esto se pudiera interpretar como que cualquiera puede meterse con nosotros, así que necesitaba que fuera un ejemplo. De ahí el encargo especial.

No creemos que haya problemas; es alguien que no tiene a nadie que se preocupe por él, así que nadie preguntaría una vez que lo encuentren muerto.

—Si me preguntas mi opinión, creo que es imposible que alguien tan escuálido pudiera hacer nada de eso, pero si gustas, puedes preguntarle acerca de tu hermano y ver si sacas algo.

 Los días pasaron y Ricky observaba al indigente. Contrario a

lo que parecía, nadie se metía con él; rondaba de aquí para allá arrastrando consigo una bolsa de basura.

—¿De dónde diablos sacó eso?

Era extraño. Ya había pasado más de una semana y el Muñeco aún no había hecho nada. «El jefe va a empezar a impacientarse», pensó. Entonces, notó algo más: no recordaba haberlo visto en esos días. De inmediato, se movió hacia su celda. Ahí no había nadie. Preguntó a los demás internos, pero nadie le supo decir nada.

«¿Acaso había escapado? No, es imposible. Hubieran hecho un alboroto», pensó mientras decidía si avisar al jefe o no.

—Vaya, vaya, parece ser que perdiste algo.

Ricky volteó y en la entrada de la celda se encontró a ese extraño hombrecillo.

—¿Qué le hiciste, maldito?

—Yo, por supuesto que nada. Nunca le he hecho nada a nadie —respondió el hombre con una sonrisa.

—¡Ya verás, imbécil! ¡El jefe no va a dejar que esto quede así! —dijo Ricky mientras se dirigía hacia la salida.

Pero con un rápido movimiento, el hombre cerró la celda. Ricky se quedó paralizado viendo la sonrisa amarillenta del hombre frente a él.

—¿Por qué no se queda un rato? Tengo algo que quisiera mostrarle.

Al decir esto, le arrojó la bolsa de basura a sus pies. Ricky la abrió y miró adentro. La cabeza y algunas partes del cuerpo del Muñeco estaban ahí. Ricky la arrojó a un lado.

—¡Maldito enfermo! ¡Esto no lo dejaremos pasar! ¡Vas a sufrir como no tienes una idea! ¡Ahora déjame salir si no quieres que sea peor!

La sonrisa en el rostro del hombre no desapareció.

—Ya le dije que no he hecho nada. Solo alimento a los hambrientos.

Ricky sintió un pequeño mordisco en su pie. Al voltear, no lo pudo creer. Su pie estaba dentro de la bolsa. Él lo estiró para sacarlo, pero la bolsa parecía pegada a él. Otro mordisco y uno más. No sabía si era su imaginación, pero creyó ver que la bolsa, poco a poco, iba trepando por su pierna como si lo metiera cada vez más. Su pierna falló y cayó al suelo.


Ahora no tuvo duda: la bolsa lo estaba jalando poco a poco, como si se tratara de una boa que iba devorando a su presa lentamente. De pronto, vio dentro de la bolsa un montón de colmillos. Ahora, la mitad de su cuerpo estaba dentro de ella.

—¡AHHHHHHHHHH!

El grito fue espantoso, pero extrañamente, nadie acudió a ver. Los gritos sonaron unos cuantos minutos más hasta que solo hubo silencio.

Un guardia hizo su ronda y pasó por la celda. No noto la bolsa que se retorcía solo vio al hombre sentado ahí. Se detuvo un rato tratando de recordar si era el prisionero de allí, pero no recordaba bien, fue cuando un grito de otro guardia lo alerto de un suicidio y salió corriendo.

En una parte alejada de la ciudad, un hombre esperaba el

autobús en una parada de camiones. Era de noche y todo se veía muy solitario.

—Disculpe, amigo, ¿tendrá una moneda para comprar algo de comer? —preguntó una voz.

El chico volteó y vio a un indigente que arrastraba una bolsa de basura.

—C... Claro, amigo —El chico le dio unas monedas y el vago sonrió, mostrando sus dientes amarillentos.

—Muchas gracias. Que buena persona es usted.

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Avatar de Valentino-Prádena
Valentino-Prádena 2025-07-01 18:52:30

Muy original. Técnicamente todo correcto. La idea de la bolsa traga hombres y de su esclavo el hombre de los dientes amarillentos es terroríficamente estupenda. Saludos.