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La casa de Pablo Neruda. - Fictograma
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La casa de Pablo Neruda.

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Bella

Publicado el 2025-08-27 22:53:14 | Vistas 243
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El sonido del autobús deteniéndose frente a la casa
convertida ahora en museo sobre el famoso poeta Pablo
Neruda, aquella casona bien conservada qué contaba las
memorias del escritor que se entregaba a las aguas
turbulentas de isla negra como fuente de inspiración.
Una historia a su parecer insípida, ya que para el este
recorrido estudiantil no era más que un escape mundano de
sus problemas, ni siquiera gustaba de la literatura más haya
de algún que otro cómic que constaría con humor básico.
El grito de su profesora de lenguaje lo saco de sus
pensamientos, el se estaba alejando del grupo si darse
cuenta —¡Timothye Pazzo! — llamo en voz alta la maestra —.
El chico simplemente se acercó y alzó la mano para que lo
vieran.
En pocos minutos después ya estaba caminando entre la
multitud de sus compañeros, viendo cada exposición y
oyendo la historia que daba el guía al mando de su grupo.
Entre los cuadros con escritos hacia la musa de Neruda
Matilde Urrutia, el no encontró belleza más bien fue
confusión, el pelo color bordo que se retrataba en la imagen,
eso ojos dóciles y amables que parecía tener la fallecida, le
recordaba con un escalofrío a su madre que si bien no era tan
vieja tenía el mismo aire que el del retrato, con la excepción
de que su progenitora era todo menos dulce y amable con su
persona.
El salió de su mente abatida y camino por los pasillos hasta
llegar a la otra instalación donde se encontraban sus compañeros, al entrar podía escuchar algunos murmullos
mal intencionados sobre sus fachas y cuerpo, nunca fue
popular, todos siempre hablaban a sus espaldas de su cuerpo
delgado y huesudo cuál huérfano, su ropaje desgastado con
la chaqueta de la institución educativa a la que pertenecía
estaba desteñida e holgada, todo porque su madre se negó a
darle o comprarle ropa, ya que para ella el no era más que un
estorbo.
No se percató cuando quedo al centro de la muchedumbre,
alejado de todos sus compañeros que lo miraban curiosos,
asqueados y con pena algunos pocos, su memorias estaban
fragmentadas en recuerdos oscuros, las lágrimas que
brotaban por sus mejillas se sentían como el agua que
azotaba su cara cuando su madre se introducía al baño e
intentaba ahogarlo en la bañera, su temblor solo demostraba
el miedo que había sentido antes en cuanto veía que le
patearían el abdomen hasta que vomitara la sangre de sus
venas solamente para expulsar el ADN maldito de sus padres.
Sintió la mano de su profesora en su hombro, allí supo lo que
debía hacer.
Corrió tan fuerte qué sus piernas flácidas se ponían tensas,
entre los pasillos del santuario poético llegó justo al frente
del cuadro donde vio a la tercera esposa de Neruda, se sentó
en el suelo bajo una mesa con su mano en el pecho
intentando calmar su corazón acelerado.
De pronto las capas de pintura de la pared se empezaron a
ensanchar y alargarse hacía el, logrando que desde la obra saliera la figura un poco grotesca de Matilde Urrutia, que se
agacha a su altura observándolo con una empatía
indescriptible.
Entonces volvió a la realidad con la mirada decepcionada de
su psiquiatra.
—Por lo que veo no sientes ningún arrepentimiento— dijo con
pesadez el doctor mientras suelta un suspiro —.
— Como mínimo cierra el libro, ¡ten una pizca de respeto
por tu patrimonio! — exclama en reproche a Timothye —
El chico parecía una víctima pero era imposible
defenderle luego de que rompiera ah arañazos la imagen
de la amada del poeta muerto, mucho menos si cuando
lo atraparon se excuso diciendo que la había visto salir
de la pintura. Cosas que lo llevaron a terminar internado
como otro de los jóvenes injustamente juzgados por
fantasmas que les vinieron a dar un mensaje o poseerlos
en este caso.
El joven estaba impotente por ser culpado por algo que
ni recuerda y culpa rotundamente a sus padres
maltratadores en su cabeza.
Con un papel arrugado y un bolígrafo en mano escribió,
“no soy un pintor, tampoco un actor y mucho menos un
escritor, pero se que no pediré perdón” término la nota y
la puso en frente de su psicólogo en silencio selectivo.
El se llevaría todo sus pesares y martirios mentales a la
tumba con tal de presentárselos a Pablo Neruda en el
cielo para que escribiera un poema nuevo.
5.0 (2)
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Avatar de yamifernan
yamifernan 2025-08-28 08:19:05

Precisamente, estuve viendo hace poco esa casa de Neruda en la Isla Negra, con un bote en la entrada de la residencia. Qué casualidad.

Avatar de Barros
Barros 2025-08-28 06:48:35

Una historia bastante dura, pero me trajo el recuerdo de mi feliz visita al santuario del Poeta en su Isla Negra.