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As de Espadas (Capítulo II: La Pitonisa) - Fictograma
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As de Espadas (Capítulo II: La Pitonisa)

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Christopher_Lamb

Publicado el 2025-07-05 01:02:38 | Vistas 138
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II: LA PITONISA

La fachada del taller tenía un cartel neón morado, enorme, visible para todos alrededor de, al menos, dos kilómetros. “Aurot”, el taller de bestias motorizadas e implantes personales se alzaba imponente entre los bares de poca monta y las tiendas de víveres atentas por bandidos alrededor del Sonora.

El brazo mecanizado cubierto por el guante de cuero y la gabardina empujó la puerta principal, misma que simuló el sonido de una campana apenas se abrió de par en par. Los ojos del mercenario recorrieron la sala, parecía un concesionario más que un taller, con implantes desplegados en vitrinas y autos del tamaño de un tanque girando en plataformas lujosas. El eco de las botas al caminar se hizo presente en todo el lugar, robando ciertas miradas curiosas, mismas que se apartaban rápidamente al ver la espada atada a la cintura del mercenario. No había terminado el recorrido de la puerta al mostrador cuando el lugar quedó vacío, exceptuando por una mujer que esperaba de manera imperturbable en la silla de terciopelo que El Mago se había molestado en poner delante del mostrador. Hunter casi podía escucharlo diciendo “Debes hacer sentir al cliente exclusivo, aunque la fila llegue a doblar la esquina”.

-Una espada no es muy práctica para tu profesión – La mujer tenía lentes oscuros que impedían ver sus ojos, un abrigo blanco abundante de pelo, un bolso de metal con grabados posado en el regazo y una falda negra a la altura de la rodilla, posiblemente para que se pudieran resaltar sus tacones con gemas incrustadas.

Los codos envueltos en la gabardina se reposaron en el mostrador. La mano derecha del mercenario comenzó a tocar rítmicamente la superficie vidriosa del mueble, soltando suspiros cada tanto.

-Estás esperando al Mago? – Si la mujer no hablara, fácilmente sería confundida con una estatua; Su piel blanca cómo la más espesa de las nieblas provocaba que ya se diera la ilusión de ser algo artificial, y su delgadez casi irreal podía ser sólo obra de un humano. Uno con deseos muy específicos.

-Lo hago, y me gustaría hacerlo en silencio – La voz harta del pelilargo rozaba la insolencia, pese a que tenía bien claro que la mujer no era de ahí, y que el asunto debía ser grande para que un Traje Pesado se presentara en Sonora.

Invocado por la insolencia de su trabajador, Cargo salió apresuradamente hacia el mostrador usando una puerta que conectaba la tienda con el taller. Una vez frente a ambos expectantes, le dedicó una sonrisa a la mujer y una mueca fatal al mercenario.

- Mis disculpas, Madame Serpen, pero ningún Strat ha captado nada, y los muchachos del Gerente no han escuchado rumores acerca de algún Tec extraño por el desierto – El mago hablaba con elocuencia, vendería un pedazo de pan a un sediento y el sediento volvería por más.

Por primera vez, la cabeza de la mujer se movió un poco a la izquierda, justo dónde se encontraba el desesperado joven.

- ¿Qué hay de él, Mago? – El ambiente se tornó denso, parecía una subasta silenciosa y al mercenario no le gustaba ser el subastado – De camino aquí me dijeron el nombre del “As de Espadas” al menos cuatro veces, en todas, quién lo decía estaba escurriendo miedo de sus implantes oxidados, creo que sería un buen comienzo.

El Mago interceptó la mirada del mercenario, obligándolo a callar con una negación leve de su cabeza. Mantenía ese semblante controlador y complacido. La casa siempre gana, decía su sonrisa bonachona.

- ¿Qué te dice que lo estás viendo? – Sin embargo, el mercenario no era alguien que captaba fácilmente las miradas. Su postura se volvió digna de una serpiente a punto de atacar, la parte trasera de su cintura se reposó en el mostrador mientras que sus brazos se cruzaron y sus ojos, con una calma notablemente falsa, se centraban en la mujer.

La cabeza de la mujer volvió a girar, quedando recta hacia el dueño del establecimiento quién, maldiciendo sus adentros, seguía manteniendo la sonrisa bonachona.

- Me lo dice esa baratija que cuelga de tu cintura – Una mano desnuda y pálida retiró los lentes del semblante de la mujer, revelando dos ojos azules cómo zafiros, con una seducción que alertaba más que un cuchillo – Tengo entendido que mi esposo la ha buscado por largo tiempo. Dígame, señor Hunter…

El mercenario quiso voltear a ver a su contratista con más pánico del que había sentido en toda su vida. Finalmente conectó los cables; Diane Serpen, esposa y segunda propietaria de Kursen, el segundo fabricante de armas más grande a nivel global quienes también estaban tras el rastro de todo lo que apuntara a la teoría de la Magitec. Tecnología que se regía por cables y código sólo en infraestructura, pero que, en funcionamiento, se regía por cuestiones totalmente anticientíficas y fuera de toda lógica conocida. Una teoría usualmente tratada cómo ridícula, por lo que la investigación de Kursen se intentaba ocultar lo mejor posible.

- ¿Vale la pena negar lo que pasó anoche? -  La mujer continuó, cortando el silencio exactamente igual a cómo lo creó: a su voluntad. – Creo que lo que busco es más que obvio, todos los noticieros lo cubrieron apenas esas sirvientas llegaron a aquella cabaña.

-Señora Serpen… - La sonrisa bonachona del tatuado mecánico desapareció. Sus regordetas manos, entrelazando sus implantes en los dedos, se reposaron en el mostrador. Hunter tuvo un déjà vu – Sé que este negocio suyo en Sonora es importante, pero no permitiré que se hable hostilmente en el Aurot. Aquí se viene a crear, no a destrozar, así que, permítame hacerle una oferta.

Cargo, viendo con fiereza los ojos azules que carcomían el alma, presionó un par de botones en el teclado que estaba oculto en su lado del mostrador. Pocos segundos después, una compuerta se abrió justo en medio de ambos negociadores, desplegando lentamente en una plataforma algo similar a un corazón humano hecho de cables, metal y varios materiales difíciles de reconocer, incluso para alguien como El Mago.

-Tenemos intereses similares, la famosa teoría de la tecnología que es más una herejía – La mano derecha del mecánico mostró orgullosamente el corazón artificial, exponiéndolo como un artista expone su obra magna – Este es mi intento personal de replicar esa teoría, y he estado cerca, pese a que fracasé en intentar crear vida mecanizada. Esto servirá para la rumoreada investigación de Kursen. Tómelo, y emprenda su camino a Washington lo más pronto posible.

 Las esqueléticas manos recorrieron el corazón, catándolo con el tacto. Una emoción salió de la estatua de abrigo blanco en forma de suspiro; Frustración.

-Un intento fallido no le llega ni a los talones a uno presuntamente exitoso – La molestia con la que la mujer se levantó era palpable en su aura. Una mirada calcinante se compartió entre ambos hombres frente a la serpiente agitando su cascabel – Le tengo una orden más que una oferta. Mi esposo no quiso hacer un escándalo al venir aquí, y no lo haré yo tampoco; Entregue lo que busca Kursen, y nos iremos en paz.

El sonido de los tacones rápidos e iracundos llenaron el taller. La explosión de la puerta, cerrada con intenciones de romperla detrás de la mujer, selló el aire de los próximos días dentro del Aurot.

 

 

 II

-Me lleva el diablo – Soltó el tatuado luego de unos segundos de silencio y de miradas incomodas entre él y el ansioso mercenario – Llamaré a mi hermano, con algo de suerte la maldita serpiente que acaba de anidar en nuestro territorio no lo ha visitado aún.

Cargo pareció mover ventanas invisibles para Hunter justo frente a él. Era usual que los tenderos tuvieran al menos cinco ventanas desplegadas desde su Bio-OS, también conocida como “Screen”. La Screen de Hunter, por otro lado, estaba al tanto de varios parámetros de su implante, así como constantes recordatorias a cerca de su vehículo, bastante inútiles para la situación en la que se encontraban.

-Les daremos al robot, cierto? – La falsa esperanza de Hunter era casi conmovedora

El tatuado le dedicó una mirada llena de gracia, incluso dándose el lujo de reír entre dientes y negar incrédulamente con su cabeza mientras continuaba moviendo y tecleando en elementos invisibles.

-No se hacen amenazas en el santuario del Mago – Prosiguió explicativamente – Ni se venden a los que buscan santuario en el ya nombrado ¿Qué clase de Mago sería si no hago desaparecer a quién lo necesita?

Hunter sintió cómo, a su suerte y desgracia, su espada se hizo tan liviana que el papel sería pesado en su comparación. Caminó por el piso de mármol del taller, viendo los implantes y las bestias alimentadas con gasolina y lideradas por un piloto, mismo que era rara vez capaz.

-Necesitamos saber quién le hizo el favor de esconderla hasta ahora – Hunter se vio reflejado en una vitrina. Se quedó viendo, cada vez más atentamente, cada vez más embobado, hasta que juraría haber visto cómo sus ojos comenzaban a temblar.

-Estoy en eso – Los ojos del Mago se movieron erráticamente, parecía estar trabajando arduamente. Demasiados contactos, demasiados cómo para confiar en todos ellos, pensó el agobiado portador de la espada, quién había quitado la mirada de su perturbado reflejo.

El mercenario se quedó callado por unos minutos, paseándose por toda la tienda para intentar calmarse. Si la funda no hiciera presión contra su cintura, se olvidaría de que llevaba consigo una espada. Los ojos del mercenario en efecto temblaban, se podía escuchar dentro de su cabeza. Su brazo de metal le dolía, sentía el cuero sofocando su mano derecha, sintió cómo su muñeca dolía de los estoques y cortes que hacía con su espada usando ese brazo. La espada comenzó a separarse de su cintura, parecía levitar hipnóticamente, hasta que un grito de preocupación interrumpió toda la escena.

- ¡Hunter! – El mecánico se levantó de golpe, esperando detrás del mostrador mientras que su mano izquierda rebuscaba algo en los cajones ocultos del mueble.

El grito hizo que el ya nombrado abriera sus ojos tanto que se sintieron forzados por un momento. El mercenario sostuvo instintivamente su brazo derecho con el izquierdo y cerró los ojos con fuerza, soltando un suspiro pesado.

El silencio se hizo una vez más, los ojos del mercenario se abrieron lentamente y captaron a un Mago, preocupado, y demasiado alerta.

- Maldita sea… – Cargo se dejó caer en la silla apenas confirmó que la espada estaba en su lugar, inerte, cómo cualquier objeto inanimado debía estar. Su mano izquierda soltó, temblorosa, el neutralizador de alto voltaje que guardaba para casos de malfuncionamientos en implantes – Glut no ha tenido el placer de conocer a la señora Serpen, pero tiene un nombre. Un Junkie que era mandadero para la banda que asesinaste estaba en algún paramo del Sonora cuando le pegaste una visita a sus amigos. Ahora acaba de pedir hospedaje en el Motel. Te paso detalles por el Screen

Hunter evitó la mirada del hombre. Su guante de cuero, arrugado por la fuerza que ejercía en su brazo derecho, se fue formando con normalidad mientras la fuerza del agarre disminuía. El mercenario asintió con calma, mientras que ajustó aún más la espada a su cintura.

- Iré ahí en seguida. Tu hermano estará saltando en una patada sabiendo que me armaré un interrogatorio en una de sus lujosas habitaciones – El mercenario sonrió burlonamente, sin salirse de la costumbre.

-Sabe lo que conlleva tener trabajos “Extraordinarios” – El Mago correspondió a la sonrisa burlona. No era de los que ignoraban las problemáticas evidentes, pero era de los que la empatía les ganaba por encima del sentido común

Las botas hicieron su característico sonido, similar a los tacones que sentenciaron el ánimo de toda la semana del trío de socios. Hunter ya saboreaba la salida de esa situación, hasta que escuchó, otra vez, el tono de voz que estaba a punto de soltar cualquier cosa menos algo que quería escuchar.

- Hunter

El pelilargo volteó lentamente su vista al mostrador.

- ¿Tienes el revolver que te di?

Su brazo mecanizado extendió la parte derecha de la gabardina, revelando el dichoso revolver bien asegurado.

- Me pregunto, y me seguiré preguntando. Si ya tienes un arma en la que te versas bien, ¿Por qué la insistencia en usar esa maldición con mango y guarda?

El mercenario volteó, aún más lento, su mirada hacia la calle.

- Sabes cómo terminará, ya viste qué le sucede a quién cree que puede manejarla…

En absoluto parecido a las anteriores veces, el mercenario vio de manera alterada al mecánico. El aire se tornó tan denso que el calor parecía aliviarlo.

- Basta, Cargo – La joven y temblorosa voz se escuchó por toda la tienda, misma que ya estaba vacía para antes de la partida de la serpiente – Sólo…basta.

Pese a todo, el mercenario se quedó esperando una réplica que nunca llegó. Se encaminó con incomodidad a su vehículo. Al verlo, soltó un suspiro pesado, tirando la espada con facilidad al asiento trasero desde la ventana, subiéndose al asiento del piloto y viendo, con sumo hartazgo, al robot en el asiento del copiloto.

- ¿Porqué?

-El señor Cargo me ordenó acompañarte al Motel, fue muy específico en no quitarte el ojo de encima.

El motor soltó un rugido cuando el brazo derecho de Hunter hizo contacto con el volante. Pese a estar listo, las ruedas nunca empezaron a girar. El W3 veía con confusión al mercenario, una confusión difícilmente identificable debido a su carcasa de metal poco expresiva. Pese a ser robusto en pecho, largo y delgado en patas y semicircular en su cabeza, el robot daba un aspecto tremendamente imponente, mismo que se le iba al estar aplastado por el techo del auto.

-Tengo entendido que necesitamos obtener información rápido, antes de que la Madame Serpen venga a buscarme por cuenta propia.

-Estás bien entendido – El mercenario vio el retrovisor, “333HS”, memorizó para sí mismo – Cómo ya viste anoche, mi forma de trabajar no es limpia.

-Anotado.

-Tampoco es compasiva, son ellos o nosotros.

-Entendido.

Las respuestas parecían forzadamente robóticas, incluso para un robot.

“333HS”, se quedó grabado en una Screen del mercenario, mientras que el motor rugió otra vez en su camino al motel.

5.0 (1)
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Avatar de yamifernan
yamifernan 2025-07-05 08:14:39

Original historia de cyberpunk, que es el género en la cual la etiqueto, debido a su atmósfera post apocalíptica, su estilo de narración descriptiva, su neo-noir y el uso de la tecnología mágica, que se centra en la espada de Hunter y de Hunter mismo.