fictograma

Un cosmos de palabras y ficción

238.976 Vistas
Wittgenstein y familia - Fictograma
narracion

Wittgenstein y familia

Avatar de Barros

Barros

Publicado el 2025-09-05 15:05:09 | Vistas 305
Comparte en redes sociales

Debo precisar que este escrito no habla de filosofía ni de lógica ni de la obra de este genial, antipático y estrambótico personaje, por algunos estudiosos reverenciado y por otros desmitificado.

Solo a vuelo de pájaro cito un curioso comentario del genial Frege, matemático, filósofo, lógico matemático, acerca de la vena poética del Tractatus, la obra maestra de Wittgenstein: “El Tractatus es más eficaz en el plano artístico que en el científico. Lo que ahí se dice es secundario respecto al modo en que se dice”. Lo anterior es de gran valor, a mi modo de ver, porque nos dice, también, a los que jugamos con las palabras, que es más importante que lo que se dice, el cómo se dice. Es decir, el estilo de la escritura.

Volviendo a Wittgenstein, el solo nombre, para no decir el apellido, de nuestro héroe produce una cierta impresión acústica: Ludwig, pronunciado en alemán, porque si lo extrapolamos a nuestra quijotesca lengua, este se desinfla en un modesto Luis, para precipitar en el folclore criollo en un dulce Luchito.

En todo caso, Ludwig fue una persona genial, nacido en cuna de oro, y esto le facilitó las cosas, como a tantos personajes, en diversas ramas del saber y la cultura, que madre natura (muchas veces injustamente) dotó de un cerebro privilegiado y de oportunidades sociales, culturales y económicas para nada indiferentes, de modo que pudieron expresar, con amplia libertad, sus potencialidades, talentos y genialidades.

Recuerda, Wittgenstein, y esto confirma lo anterior, que su primer recuerdo, en su cuna (de oro), fueron las cosquillas que le hacía Brahms con su barba. En la otra dimensión de la existencia, muchos bebés, al máximo, podrían recordar la cola de un gato o de algún perrillo regalón.

Más tarde, Ludwig frecuentó una exclusiva escuela técnica en Linz, donde, por ironía de su destino, tuvo como compañero de clase un tal Adolf (Adolfito para su abuelita) Hitler, muchachito de cachetes rosados, que por toda su vida vivió asistido por una fijación diabólica: la “solución final” del problema hebraico, que él expuso con demencial lucidez en su libro del 1924, Mein Kampf, Mi lucha.

Wittgenstein pertenecía a una riquísima y aristocrática familia vienesa, pero en esta familia ocurrían hechos singulares. Ludwig fue el menor de nueve hermanos.

A su hermana Margaret el padre la hizo retratar, como regalo de matrimonio, por Klimt en un hermoso cuadro, pasando así a la inmortalidad del arte. Uno de sus hermanos, Paul, fue un famoso pianista que durante la guerra perdió su mano izquierda, y Ravel escribió para él: “Concierto para la mano izquierda”. Ocupando así, por su parte, un lugar en la inmortalidad de la música.

Siguiendo con las singularidades de la familia Wittgenstein, nos encontramos con otro de sus hermanos, Hans, considerado un genio mozartiano, que ya a los cuatro años de edad componía y tocaba pianoforte y violín. A los veinte escapó de su casa y se disolvió en la nada, y nunca más se supo de su misterioso destino.

Otro de los hermanos, el militar Kurt, cuando la tropa que comandaba se negó a obedecerlo, se disparó un balazo en la sien. Por su parte, su hermano Rudolf, cuando sospechó de ser homosexual, se acomodó en un lujoso bar, le pidió al pianista que tocara su canción preferida y se suicidó bebiendo una copa de cianuro.

Siguiendo, al galope, por las hazañas de esta original y aristocrática familia vienesa, nuestro gran filósofo, durante una encendida discusión filosófica con el tranquilo Popper, perdió completamente el control de sus estribos y, con un gesto de incontrolado histerismo, colindando con la furia homicida, cogió un atizador de la chimenea y lo amenazó de partirle la cabeza. Por fortuna de Popper, terminó arrojando el atizador al suelo, abandonando así la poco dialéctica discusión filosófica.

Para concluir, otras dos de Luchito: cuando este renunció a su herencia, en favor de sus hermanas, se dedicó a la enseñanza en escuelas primarias o elementales, durante diez años, en pequeños pueblitos de Austria, y como personaje original y excéntrico, les enseñaba a los niños las ecuaciones de segundo grado al son de palmetazos; tanto así que a una niña la hizo sangrar. Por estas gracias era detestado por la gente del lugar.

Y ahora, concluyendo definitivamente con el tema, hay que decir que al pedagogo Wittgenstein, siendo un desaforado homosexual que se dedicaba, con esmero, a la caza de adolescentes, le sucedió que se enamoró perdidamente de uno de ellos.

Cuando su amante lo abandonó, Ludwig quedó literalmente derrumbado y, cual inconsolable Magdalena, le envía una carta a su maestro, el conde Bertrand Russell, confesándole su dolor, concluyendo con este trágico lamento:

“Pinsent se ha llevado la mitad de mi vida. La otra mitad se la llevará el diablo”.

0.0 (0)
PDF narracion

Más de este autor

Ilustración de El arte de la mentira

El arte de la mentira

Esa mañanita de verano era fresca y luminosa. Cerca de un pequeño puente de maderos rústicos, que atravesaba el polvoriento camino público,...

Ilustración de Momentos

Momentos

Dos ancianas, muy ancianas, miraban los crepúsculos del mar, siempre desde la misma playa. En el huerto, un manzano recordaba los días del verano...

Ilustración de LOS LIBROS

LOS LIBROS

Cuando se descubren los libros, generalmente durante la adolescencia, se experimenta una sensación de energía capaz de comunicarnos fuerza, libertad y deseos...

Ilustración de Dudando del mundo real

Dudando del mundo real

  Me llamo Olafo y vivo solo en mi campo, como un lobo en su estepa. La noche está silenciosa y espesas nubes...

Ver todas las obras
Avatar de yamifernan
yamifernan 2025-09-05 17:58:08

Si te soy sincera, Wittgeinstein para mí fue y es una muralla insuperable. Incluso hice varios intentos, estudié también algo de lógica en derecho y filosofía, pero Wittgeinstein en sí mismo me ha resultado impenetrable. Volveré a él de nuevo, quizá está vez tenga suerte.