fictograma

Un cosmos de palabras y ficción

239.023 Vistas
DONA SANGRE (primera parte - 1/2) - Fictograma
misterio

DONA SANGRE (primera parte - 1/2)

Avatar de Antropomaniaco

Antropomaniaco

Publicado el 2025-09-21 09:16:44 | Vistas 318
68cfc27c584d8_MIKEL.png
Comparte en redes sociales
(relato alternativo de HEMOFILIA)

Mikel solía quejarse de su trabajo. Hasta que, aquella noche, por fin tuvo un buen motivo para hacerlo.

Todo había empezado como siempre. A las 8 de la tarde su móvil le avisaba: hora de salir de casa.

Hoy sin embargo iba con algo de retraso. Aún estaba comiendo y no pensaba dejar nada en el plato. Los huevos con patatas fritas le chiflaban y no iba a marcharse hasta acabarlos.

«Conduzco un poco más rápido para llegar al hospital, además he aparcado más cerca que habitualmente», pensó.

—No hay de qué preocuparse.

Ensartó las últimas patatas con el tenedor y se las metió en la boca. Masticó deprisa y tragó.

Partió un trozo de pan con la mano y cogió el último trozo de huevo. Rebañó el plato con insistencia.

Dejó el plato en la fregadera mientras aún masticaba.

Miró al frutero.

—Una manzana vendrá bien para dentro de un rato —dijo mientras cogía una pieza.

La metió en la mochila que había encima de la mesa y salió de la cocina. Cogió la cazadora y, mientras se la ponía, salió de casa. Bajó las escaleras de forma apresurada. Eran ya las 20:05.

«Aún voy con tiempo.»

Pero, inconscientemente, para asegurarse, apremió su marcha. Llego al final del portal. Salió de casa y se dirigió al coche.

Su trabajo era una mierda, pero estaba muy bien pagado. No tenía que hacer mucho. Solo ser puntual. Estar en el sitio adecuado en el momento preciso. El trabajo duro lo hacían los demás, que por otra parte no solían ser muy habladores. Si tenía algo malo eran los horarios, siempre de noche. En invierno a partir de las 8, en verano a partir de las 10.

Todos los días.

Eso sí, si todo iba bien, en tres horas había terminado. Del hospital al banco de donaciones de tejidos y sangre y vuelta. En total, unas tres horas desde que salía del hospital hasta que llegaba de nuevo. En realidad, lo malo era el tiempo de descarga. Esas dos horas parado, si hacer nada, se hacían eternas. Veía como los operarios descargaban, con sumo cuidado, excesivo cuidado, toda la sangre. Evidentemente eran materiales muy delicados, pero lo trataban como si fuera oro.

Ya estaba llegando, en su reloj del salpicadero del coche ponía las 8:30, pero sabía que estaba 2 minutos adelantado. Además tenía un plan. Miró por los retrovisores y a ambos lados. No había policía… era su momento. Torció a la derecha por dirección prohibida, algo que solo las ambulancias y vehículos autorizados podían hacer, algo que él, obviamente, no era. De esa forma evitaba ir hasta la glorieta, dar la vuelta entera y volver al mismo sitio. Ganaba tiempo, nadie se quejaría, siempre que no le vieran.
Ejecutó la maniobra y miró a su alrededor. Ni siquiera se han dado cuenta.
—¡Listo! Todo perfecto —Dijo con una amplia sonrisa.

Bajo una pequeña cuesta y vio a 100 metros el lugar de carga. Todo en orden. Aparcó el coche en su plaza reservada y se bajó. Cerró el coche y frente a él, a unos 50 metros, estaba en encargado del transporte, Jaime, que según le vio miro su reloj.

—¡Buenas Noches!

—Llegas tarde…

Mikel chasqueó la lengua y se mordió el labio.

—Puntualidad. Es importante, es quizá lo más importante. Por favor, tómatelo en serio.

Sacó su móvil y vio 20:31.

«Será idiota, solo 1 minuto de retraso»

Guiñó un ojo con complicidad y encogió los hombros.

—Solo un minuto. El tráfico estaba horrible —Dijo con una sonrisa bien falsa.

A Jaime no le caía bien Mikel. Sus prisas, su actitud, su poca formalidad. El sentimiento era recíproco.

—Venga… La furgo ya está cargada. La gente del banco está terminando su turno y no les gusta que les hagas esperar. No te entretengas y conduce con cuidado.

Sin intención de intercambiar más palabras, Mikel se subió a la furgoneta de llamativos colores y el lema “DONA SANGRE, Es Vida” en letras gigantes decorando ambos laterales.

—Sí papá —espetó mientras cerraba la puerta— Tikismikis —masculló al tiempo que introducía la llave.

Giró y arrancó.

Jaime obviamente le oyó. No hizo aprecio. Precisamente, por estas cosas no soportaba a Mikel.

Mikel puso rumbo a la salida, el lugar por el que, minutos antes, había entrado.

***

Mientras conducía por la autopista, la noche ganaba terreno. Tomó la salida de siempre de la autopista para coger la carretera nacional. Oscura, silenciosa, solitaria.

Poco a poco comenzó a caer una fina lluvia que dificultaba la visibilidad. Mikel no aminoró la marcha.

Cogió otro desvío y se internó en una carretera secundaria. Era estrecha y sinuosa con sucesivos cambios de rasante, igualmente solitaria. Pocas veces se había cruzado con otro vehículo. Muy pocas.

El camino avanzaba adentrándose en zona deshabitada, mientras la noche se hacía cerrada. A ambos lados de la calzada se extendían amplios campos de alta hierba, salpicados de matorrales y árboles. Seguía arrastrando el retraso por los deliciosos huevos con patatas que se había comido.
Miró el reloj. Las 8:53.

«Ha valido la pena» pensó sonriente al recordar la cena.

Apretó los labios y sacudió la cabeza. No convenía hacer esperar a la clientela. Agudizó lo que pudo la vista y apretó el pie sobre el acelerador hasta rebasar ligeramente el límite de velocidad, ayudándose del ritmo frenético de Sweet Child O' Mine, que sonaba en la radio.

Sacó la manzana y la mordió.

La lluvia ahora caía con más fuerza y tan solo alcanzaba a ver lo que iluminaban las luces de su coche.

La radio comenzó a crepitar y el sonido iba y venía.

Aprovechaba para cantar con la boca llena en los momentos en los que el sonido se iba. Comprobaba que había seguido correctamente la canción cuando el sonido reaparecía en la radio.

Axl Rose agotó su último grito mientras Mikel simulaba una guitarra. La radio no volvió a sonar. A partir de ese momento solo el crepitar lo acompañaba.

Sujetando la manzana con la boca, Mikel agudizó el oído mientras buscaba por las diferentes emisoras, pero la radio solo chasqueaba. Insistía en encontrar algo de música.

Volvió a coger la manzana tras arrancar otro trozo.

Tras varios intentos infructuosos, Mikel observó la carretera fijamente un segundo, antes de estirar el brazo, manzana en mano, para seleccionar la lista de reproducción de su móvil.

Casi sin pensar cambió la mirada de la carretera a la pantalla.
Un segundo o dos, quizá más. Un bache. La manzana se cayó. Se distrajo.

Entonces, un resplandor llamó su atención y volvió a dirigir la mirada a la carretera para ver las luces de un coche que se precipitaban contra él.
Dio un volantazo y el golpe impactó en el lateral de refilón. La furgoneta siguió la marcha hasta que la rueda derecha tocó el badén de la carretera haciendo perder el control y volcando el vehículo.

En el interior, Mikel fue zarandeado por la inercia, dándose varios golpes. El airbag saltó y chocó contra él.

**

Mikel observó a su alrededor. Todo estaba al revés y él, colgado del cinturón. Lo desató con decisión y cayó, golpeándose contra el techo. Apartó el airbag y se giró. Con los pies golpeó la puerta hasta conseguir que cediera.


Arrastrándose salió del vehículo. Se puso de pie y sintió un mareo que le hizo volver a caer.

Notaba opresión en su cabeza que le martilleaba rítmicamente y un pitido suave y constante en el oído izquierdo. Metió el dedo con delicadeza y lo movió para desatascar. Fue inútil.

Se limpió la sangre que corría por su frente y observó el estado de la camioneta. El lateral estaba abollado y el letrero estaba ilegible y la puerta trasera se había abierto. Decenas de bolsas estabas esparcidas por la carretera, varias de ellas intactas. Otras se habían toro y la sangre se había salido y corría por la carretera formando un río rojo de brillo hipnótico que reflejaba la luz de los focos, aún encendidos.

Las gotas de lluvia impactaban sobre la sangre haciendo contornear su superficie con suavidad. Algunas bolsas permanecían intactas pero estaban esparcidas por el suelo.

Mikel se echó las manos a la cara y se puso en cuclillas observando el desastre. En segundos, su pelo goteaba al ritmo de la lluvia. Suspiro y se dejó caer y se quedó sentado, inmóvil, con la mirada perdida y moviendo la cabeza sutilmente, negando.

Apenas reparó en, que a escasos metros, estaba el otro coche. El causante del accidente. Unos segundos después, alguien emergió por la ventanilla, arrastrándose por el asfalto sucio y mojado. Continuó hasta separarse unos metros del vehículo.

Levantó la vista y al ver que no estaba solo, gritó con una sonrisa de alivio:

—¡Eh! ¡Ayuda!

Intentó levantarse pero el dolor lo detuvo. Se giró y permaneció tumbado.

—¡Oye! ¿No me escuchas? Do you speak english? —Repitió bocaarriba mientras la lluvia limpiaba su cara de la mezcla de sangre y barro.

Esperó unos segundos hasta que la cabeza dejó de dar vueltas. Hizo acopio de fuerzas y se levantó lentamente y con dificultad.

Caminó lentamente observando la situación. Contempló con curiosidad cómo la sangre teñía la carretera. Avanzó hasta Mikel, procurando no pisar ningún charco de sangre y se paró de pie junto a él.

—¡Espero que esta sangre sea de las bolsas y no de un cargamento de ilegales que llevabas ahí detrás!

Su sonrisa mostraba el orgullo por la ocurrencia.

Esperó. Nada.

Pasó la mano por delante de la cara de Mikel.

Ni un parpadeo.

—Vamos… estamos bien, en seguida vendrán a recogernos y a limpiar todo esto.

Al finalizar le dio una palmada en la espalda que pareció revivir a Mikel. —Estamos jodidos… —respiró hondo—. Muy jodidos.

El chico arrugó la frente y miró a su alrededor.

—¿Qué coño dices? ¿Has llamado ya a alguien? ¿A la policía? ¿Emergencias? ¿Batman?

—Ellos vendrán. Lo limpiarán. No quedará ni rastro.

— ¿Ellos? Vale, ¿esto qué es? ¿Una performance? Mira, te estás poniendo raro. ¿Has llamado a alguien?

Mikel levantó la vista por primera vez y lo miró. Los párpados casi cerrados y los ojos vidriosos.

—No. No estoy bien. Estamos muertos, me oyes. La hemos cagado.

—Solo ha sido un accidente. Tengo seguro. Tranquilo…

Se puso en pie como un resorte y lo empujó.

—¡La has cagado! —gritó, empujándolo de nuevo.

—¿Qué haces? ¿Estás loco? Mira… vamos a empezar de nuevo. Me llamo Alejandro, Alex. He perdido un poco el coche, me ha patinado y… bueno, iba rápido. Lo siento. Ya está.

Mikel se acercó y le agarró por el pecho. Alex consiguió zafarse y lo derribó. Cayó de bruces, torpe, como si no supiera caer.

Se acercó a ayudarlo, pero Mikel reaccionó con un manotazo seco. Lo tumbó. Un golpe sin rabia, pero con fuerza.
Se tocó el labio y notó la herida. Cogió aire con fuerza.

—¡Ahí te quedas! —farfulló levantándose.

Se encaminó hacia su coche.

—Imbécil… —Murmuró mientras se alejaba. A continuación gritó girándose y sin detener su marcha— ¡Tú estás loco! ¡Voy a llamar a la poli ahora mismo, y te voy a denunciar por pegarme, gilipollas!

—Ya vienen… tienen detectores GPS en todos sus vehículos… en la camioneta, ya habrán visto que lleva minutos detenida. No tardaran mucho.

Mikel se levantó y caminó hacia la camioneta. Se agachó y cogió una bolsa de sangre. Sintió el frio en su mano. La apretó, tensando la bolsa. Miró hacia Alex, que ya había cogido su móvil del coche y se disponía a llamar.

Lanzó la bolsa de sangre que cayó justo al lado de Alex, desparramándose.

—No llames a nadie… o los condenaras también a ellos —Gritó.

Alex miró sus pantalones, empapados en sangre. No daba crédito.

—De verdad que no es una cámara oculta, ¿no?

De repente, Mikel salió corriendo sin decir nada, en dirección a los matorrales. Lo hacía torpemente, cojeando ostensiblemente. Parecía estar poseído. Como si ya no necesitara explicaciones. Solo huir. Como si algo en su interior hubiera hecho clic.

Alex lo observaba anonadado. Sin embargo, una sensación le recorrió el cuerpo, instinto quizá, que le hizo seguir a aquel desconocido.

Con dudas y cautela, comenzó a correr hacia la hierba, siguiendo a Mikel. Al introducirse en la hierba, que lo cubría casi por el hombro, perdió el rastro de Mikel.

Mientras buscaba a su alrededor, escuchó el ruido de un coche que se acercaba.

5.0 (1)
PDF Donar misterio

Más de este autor

Ilustración de LA VISITA

LA VISITA

Primero formas. Colores después. Las imágenes se vuelven nítidas paulatinamente. El ruido va creciendo poco a poco hasta volverse atronador.Estoy sentado...

Ilustración de DONA SANGRE (segunda parte - 2/2)

DONA SANGRE (segunda parte - 2/2)

Al introducirse en la hierba, que lo cubría casi por el hombro, perdió el rastro de Mikel. Mientras buscaba alrededor, escuchó...

Ilustración de SERENIDAD

SERENIDAD

El silencio del espacio profundo me incomoda, mis recuerdos me atormentan. Me llamo Ariadne y viajo sola a bordo de...

Ilustración de EL CUENTO

EL CUENTO

—¡Mamá! ¿Leemos un cuento hoy? La madre miró el reloj. Las 21:05. Miró a su hija. Su sonrisa ocupaba toda la...

Ver todas las obras
Avatar de Valentino-Prádena
Valentino-Prádena 2025-09-21 19:10:28

Este es el primer capítulo alternativo de Hemofilia, supongo? Por Ahora, me he sentido más a gusto con la primera versión porque la siento más cohesionada. Falta, de todos modos, el capítulo alternativo II para saber en qué acaba.