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DONA SANGRE (segunda parte - 2/2) - Fictograma
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DONA SANGRE (segunda parte - 2/2)

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Antropomaniaco

Publicado el 2025-09-22 09:38:25 | Vistas 252
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Al introducirse en la hierba, que lo cubría casi por el hombro, perdió el rastro de Mikel. Mientras buscaba alrededor, escuchó el ruido de un coche.

Alex se giró, se agachó con cautela y observó.

El coche aminoró marcha poco a poco hasta detenerse junto a la camioneta.

Apagaron el motor y las luces y se bajaron del coche dos varones. La lluvia había cesado y una leve brisa mecía las ramas de los árboles y a la hierba.

La luz de los focos de los coches permitía a Alex ver como la pareja se movía y miraba alrededor, indagando. Se acercaron a la furgoneta, caminando lentamente. Uno de ellos se agachó y toco la sangre derramada. Después se chupó los dedos.

«Pero… ¡Qué demonios!»

Tras sacar el dedo de la boca, se levantó y se volvió hacia el otro que escudriñaba el paisaje intentando encontrar a los conductores accidentados. Masculló algo, que no alcanzó a entender.

—¿Qué haces? —Susurró Mikel a su oído.

Alex se sobresaltó, perdiendo el equilibrio, cayendo de lado con el corazón desbocado.

—¡Vámonos!

El ruido llamó la atención de los dos recién llegados, que miraron en su dirección.

Mikel agarró a Alex y tiró de él, mientras comenzaba a moverse agachado en dirección contraria a los extraños, que seguían inmóviles junto a los vehículos accidentados. Alex le siguió.

La alta hierba ocultaba sus movimientos mientras avanzaban sigilosamente.

Sin embargo, los recién llegados permanecían quietos, muy atentos escuchando y observando cualquier ruido que proviniera de la hierba.

—¿Quiénes son?

—Schhhh —murmuró Mikel, sin detenerse.

De pronto, oyeron primero unos crujidos y después como la hierba se agitaba ruidosamente, apartándose ante los pasos enérgicos. No podía ser el viento.

Mikel miró hacia atrás con los ojos muy abiertos.

—¡Ya vienen!

Agachado, comenzó a correr lo más rápido que podía.

Alex se quedó petrificado. El corazón le golpeaba la garganta. Miraba en la penumbra como Mikel desaparecía.

¿Seguir a ese lunático o quedarse quieto como un conejo esperando su turno?

Instinto. Instinto, otra vez.

Se inclinó y corrió tras él, a tientas. Notaba la humedad de la hierba golpeándole el rostro y mojando sus brazos. Apartaba las hojas con la cara con torpeza. Ojos entrecerrados. A ciegas.

La hierba húmeda le golpeaba la cara y las gotas se colaban por su cuello. Las manos y rodillas embarradas.
Notaba un ruido leve delante. Estaba cerca.

A su espalda, escuchaba pasos que embestían para abrirse camino a través de la espesa hierba.
El corazón le sacudía el pecho. Corría para huir sin saber exactamente de qué.

Estaba empapado. La humedad de la hierba se le metía hasta los huesos. Los pasos delicados de Mikel eran cada vez más lejanos, mientras que la marcha a su espalda se sentía cada vez más cerca.

Poco después, dejó de oír a Mikel; lo había perdido. A su espalda sentía la hierba apartarse con ímpetu, muy cerca.

Aceleró el paso.

La vegetación moviéndose. Más fuerte. Más cerca.
Su respiración cada vez más entrecortada.

De pronto, sintió un arañazo en su hombro derecho y cayó al suelo dolorido.

Se tocó. Era cálido y espeso.

«¿Sangre? ¿De él? ¿De otra cosa?»

Palpó el hombro hasta que encontró algo, un corte. Una punzada de dolor recorrió su hombro al palpar con fuerza.

Intuyó la silueta de un arbusto a su lado. Se quedó quieto, tapado por la hierba y protegido por el arbusto.

La noche era cerrada y apenas se veía a un palmo.

Seguía oyendo las pisadas que sacudían la hierba. Se acercaban. Las sentía encima.

«¿Podrían olerlo? ¿Sabían que sangraba?»

Cerró los ojos con fuerza.

Notó como pasaron cerca y comenzaron a alejarse. Al poco se detuvieron.

Silencio.

Podía oír su propia respiración. Su pecho se hinchaba desmesuradamente. Trató de controlarla.

—Por aquí —Escuchó.

La voz era gutural, muy grave y profunda.
Los sintió al otro lado del arbusto.

Tensó todo su cuerpo y contuvo el aire. Apretó aún más los párpados. Sintió el caminar de nuevo, pero en dirección opuesta a él. Poco a poco se alejaban. Abrió los ojos, pero no se movió. Aún estaba agarrotado por la tensión.

Los pasos aceleraron con violencia. Se sentían ruidos de forcejeo.
Se giró y comenzó a arrastrase en la dirección que había venido.

—¡Arghhhh! Escuchó a lo lejos.

Era sin duda Mikel.


No detuvo su marcha. Tenía el coche entre ceja y ceja. Su única opción para escapar era coger aquel coche y huir de lo que quiera que fuera aquello.

***

Las nubes se disiparon y la luz de la luna menguante hizo presencia.
Izus sostenía a Mikel por el cuello, elevándolo del suelo unos centímetros, mientras Lakai lo miraba ladeando la cabeza.

—Ha… sido un… accidente… —Balbuceaba con dificultad.

Lakai hizo un gesto. Izus lo soltó. Cayó al suelo quedándose sobre su costado.

—El otro coche me ha hecho dar un volantazo y perdí el control.

—¿Por qué corrías? —Preguntó Lakai con seriedad.

Su voz de ultratumbra retumbaba en el suelo.

Mikel respiraba agitado.

— No lo sé… joder, no lo sé. He sentido... algo. Como si algo fuera a pasar…

Izus y Lakai se miraron.

—Has jodido un cargamento entero de sangre. La hermandad no va a ponerse contenta. Cuesta mucho conseguirla como para desperdiciarla disuelta con la lluvia en el asfalto de una carretera secundaria.

El tono de Lakai era seco. Izus se agachó y acercó su cara a Mikel, resoplando. Su aliento apestaba.

—Invierten mucho dinero en propaganda de donaciones… Mucho como para que un esbirro como tú lo eche a perder… —musitó con rabia contenida.

Mikel cerró los ojos y contuvo la respiración esperando el golpe que acabara con su vida.

Nada ocurrió.

Los abrió lentamente y los observó frente a él, observando su patética postura.

De repente, rompieron en carcajadas que rompieron el silencio de la noche.

Durante unos segundos, Mikel, los observó en silencio, dirigiendo la mirada de uno a otro alternativamente. Las bocas abiertas de aquellos individuos, carcajeándose, mostraban sus afilados colmillos.

Una sonrisa nerviosa comenzaba a dibujarse en su cara cuando un ruido interrumpió la escena. Ambos pararon de reírse y Lakai giró la cabeza con brusquedad.

El motor de su coche hacia chasquidos. Tensó la mandíbula.

—¿Dejaste las llaves puestas?

—Calla y coge a Mikel —Espetó Lakai apretando los puños mientras comenzaba a correr hacia su coche.

Izus agarró por un brazo a Mikel y, llevándolo en volandas, salió corriendo tras su compañero.

Alex giró los cables. Un chispazo. El motor chispeó, tosió… y rugió al fin.

—Vamos, vamos, vamos... —murmuró apretando el volante.
Aceleró con fuerza. El motor escupió humo. Otra vez.

Alex metió primera y aceleró poniendo en marcha el coche. Había tenido suerte de recordar, de su época de mecánico, cómo se hacía un puente para arrancar un coche.

A pesar de su velocidad, para cuando Lakai llegó, Alex ya se había puesto en marcha alejándose de la escena a toda velocidad.

Lakai observó el coche huir en la negrura de la noche. Respiraba lento. Instantes después Izus se unió a él.
Lakai lo miró.

—¿Qué ha pasado? —preguntó mientras hacía un gesto con la barbilla señalando a Mikel.

Izus levantó el brazo para observar a Mikel, que se zarandeaba como un muñeco.

—Ha debido de darse un golpe mientras lo arrastraba… siempre se me olvida lo frágiles que son.

Lakai hinchó su pecho conteniendo la respiración y liberó todo el aire de golpe; se rascó la nuca con fuerza.

—Mételo en la camioneta y haz que parezca que ha sido por el accidente. —¿Golpe contra el salpicadero?

Lakai asintió sin dejar de mirar a la carretera.

—Sin cinturón… Y por favor, ¡esta vez no dejes huellas!

Se dio la vuelta con energía y se agachó frente a una bolsa que permanecía intacta. La cogió en la mano y la lanzó rítmicamente hacia arriba varias veces.

—Llama al equipo de limpieza… puede que aún podamos aprovechar algo de todo esto.


***

Alex llegó a la puerta de su portal, jadeando. Se detuvo unos segundos para tomar aire. La carrera desde donde había abandonado el coche le había dejado exhausto.

Unos minutos le bastaron para recuperar energías.
Abrió la puerta del portal y subió atropelladamente las escaleras hasta su puerta.

Entró en su vivienda. Cerró con llave tras de sí. Se apoyó sobre la puerta. Pensando.
Su mirada estaba perdida.

No sabía que había pasado esa noche. Solo deseaba no haberlo vivido. Fue al frigorífico y cogió un vaso de leche que bebió atropelladamente. Se preparó un sándwich: Pan, queso, jamón, queso y otra vez pan. Se lo llevó a la sala.

Allí, sentando en el sofá, comiendo con lentitud y la mirada perdida, su cabeza daba sacudas esporádicas con incredulidad.

«¿Vampiros? ¿Sería verdad? ¡Tienen que ser mafiosos! Mafiosos raros…» La tensión fue abandonando su cuerpo. La somnolencia se filtraba en su interior.

Pero no podía dormir. Escuchaba los ladridos de los perros callejeros. Sus aullidos. Gatos maullando, ruido de motores.

De pronto, silencio.

Alex levantó la cabeza y abrió los ojos. Escuchó atento.


Un golpe en la puerta.
Se giró para mirar.
«¿Estaban llamando?»
Otro golpe.
Más fuerte.
Las paredes temblaban.
Se acercó con cautela y se asomó a la mirilla.

Vio a una persona retrocediendo para tomar impulso.
Se retiró.
Una patada.
La puerta vibró. Las bisagras crujieron. Cayó polvo de las paredes.

Notó como su pulso se aceleraba. Miró alrededor. Buscaba una salida. Corrió a la cocina.

Abrió el balcón.

Saltó la barandilla y se descolgó por ella. Tenía que llegar al piso inferior. Otro golpe.

Estiró todo lo que pudo el pie. Rozaba la barandilla, pero no podía hacer fuerza.
Otro golpe.

Soltó una mano para intentar llegar.

¡Crack!
La puerta había cedido.

Oyó pasos.

Volvió a intentarlo. Se estiró todo lo que pudo; abrió la mano un poco más. Consiguió apoyar la puntera de su pie contra la barandilla. Sonrió.

«¡Ya está!»

De pronto, notó algo que le aprisionaba la mano.
Miró arriba.

Una cara sonriente y una mano que lo sujetaba por la muñeca.

—¡Ven acá!

Alex sintió como su cuerpo se suspendía en el aire. Lo había levantado con suma facilidad.

Lo acercó a su cara muy cerca. Abrió la boca y le echó el aliento.
—Holaaa…

Acto seguido lo lanzó contra la pared del balcón con fuerza.

Alex soltó un quejido.

Izus se acercó a él, lo cogió por la espalda y lo arrastró hacia el interior. Lakai, lo esperaba dentro, sentado en su sofá. Hizo un gesto.

Izus sentó a Alex junto a su compañero.

Sin mirarlo si quiera, Lakai golpeó a Alex en la cara con el antebrazo. Lo dejó noqueado por unos segundos.

La sangre brotaba de la nariz. Alex se la tapó.

—Me has creado muchos contratiempos esta noche.

—Fue un accidente…

Lakai levantó el dedo interrumpiendo su excusa.

—Por convicción e higiene, había dejado de beber sangre humana directamente del cuerpo… pero contigo, ¡haré una excepción!

Inmediatamente, lanzó sus colmillos al cuello de Alex.

No reaccionó. No gritó. No pudo. Su garganta estaba seccionada.

Los ojos muy abiertos. La boca también, tratando de coger aire.

Pronto cayó un reguero de sangre por su cuello. Después por su ropa. Finalmente, un hilo de sangre cayó por la comisura de sus labios.

Trató de gritar pero solo exhaló aire. La tensión muscular se desvaneció y el cuello se dobló hacia atrás ante el peso de la cabeza.

Lakai se retiró.

Su boca estaba repleta de sangre. Se limpió con la mano y después pasó la lengua por su piel. Chupó con ansia.

—Ya casi había olvidado lo bien que sabe así.

Se levantó y dejó el cuerpo inerte sobre el sofá.

El otro se acercó, levantó el brazo y mordió con fuerza la arteria braquial durante unos segundos. Bebió sangre, mucha, hasta dejar el cuerpo seco.

Cuando terminó se levantó. Miró al sofá empapado en sangre.

—Habrá que sobornar a mucha gente para tapar este desastre…

Lakai contempló a Izus, que se limpiaba la cara, y luego al cadáver de Alex tendido sobre el sofá. Entrecerró los ojos.

—Y luego dicen que donar sangre no sirve para nada…

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Antropomaniaco 2025-09-22 17:19:09

Gracias yamifernan, por la lectura y por el consejo. Es curioso que esta fuera la idea original y, sin embargo, la alternativa (hemofilia), me resultó mas interesante y macabra. Quizá explorar la maldad humana motiva más que una historia de vampiros. No obstante, haré caso a tu consejo y lo trabajaré en unas semanas. un saludo

Avatar de yamifernan
yamifernan 2025-09-22 10:29:08

Volví a releer Hemofilia. Sin duda alguna, Hemofilia es un texto más trabajado y completo. Pero este texto alternativo, también promete mucho. Las escenas de acción son vividas y quizá lo que le hace falta es un poco más de sustancia, ya que se lee como un borrador debido a que ibas escribiendo la escena mientras corría por tu mente y no te ha dado tiempo de trabajarla a fondo. Estoy segura de que lo podrás mejorar embelleciéndolo. Deja reposar el texto y tómalo nuevamente dentro de una semana o quince días, mientras trabajas en otro completamente diferente.