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El Oso y la madre - Fictograma
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El Oso y la madre

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Zdvorpal

Publicado el 2025-05-22 15:31:33 | Vistas 130
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Primer Preámbulo: Incandescente oscuridad.


En medio de la noche, el claro de la Arboleda estaba siendo iluminado por una fogata, sus llamas tintineaban en tonos amarillos, naranjas y rojizos sobre la densa barba de un anciano sentado sobre una de las musgosas piedras que rodeaban la fogata, la cual poco a poco, con la ayuda del hombre y un atizador tan desgastado como el, iba tomando mas fuerza.

Si no fuera por el crujir de la madera incandescente o la rama que cedió bajo los pies, en el camino, a la izquierda del anciano. La noche sería, como casi todas, completamente silenciosa.

El viejo, sin apartar la mirada de las llamas, hizo un ademán con su mano libre, señalando la piedra frente a él.


-Estoy sorprendido de que hayas llegado hasta aquí -dijo en apenas un susurro, mostrando su falta de interés y ganas.- No vas a encontrar aquí a quien estas buscando, pero al menos trataré de saciar tu curiosidad.


El viejo se revolvió a sí mismo sobre la piedra mientras hacía sonar su cuello, asegurándose que el zurrón, donde guardaba sus cosas se mantuviera junto a sus pies. Después, hinchando su pecho de aire, miró hacia las estrellas durante un largo segundo, buscando, quizás, algo de inspiración en ellas.


-¿Qué ves cuando miras a las estrellas? -preguntó con un tono desganado en la voz.- No respondas, es retórico.-dijo levantando la voz antes de que nadie pudiera hablar.- Lo que ves es la luz muerta que nos llega, al menos en su mayoría. Y por mucho tiempo que haya pasado, seguimos viendo casi el mismo firmamento que vieron ellos.

¨Fue muy irónico, -el viejo estira las piernas mientras se abraza a sí mismo por debajo de las axilas, cambiando el tono de voz, mucho más fuerte y profundo, haciendo que sus palabras retumbaron en el bosque y se hicieran una especie de eco en el pecho.- que cuando por fin pudieron entender las cuerdas y tuvieron la oportunidad de oír su canción, por un instante, por un momento, tuvieron a su alcance todas las respuestas de las preguntas, incluso las que no se habían hecho. -los ojos del viejo se afilaron acompañando el gesto de sus dedos mostrando el micro espacio entre ellos.


-¿Cuántas veces ha pasado ya? ¿cientos, miles? Pero no aprenden, siempre se repiten las misma historia, siempre los mismos fallos, las mismas meteduras de pata que hacen que alguien tenga que pagar la cuenta de los platos rotos.-


Continuó el viejo llenándose cada vez más la boca de rabia mal contenida.- Siempre hay un estúpido que se cree más listo que los demás, pensando que el mundo o la razón le pertenecen, esta vez, cuando se anunció que estaban listos para poner en marcha una central de fisión nuclear, aquellos cerdos endogámicos, lo hicieron de nuevo. -su voz cae hasta casi un susurro.


-Era un sueño, energía gratis y limpia para todos, pero no… no pudo ser… Un maldito descerebrado tuvo que presionar el botón. Por supuesto nunca se sabrá quién fue, pero aquellos perros codiciosos lo hicieron, ya creo que lo hicieron. Tan solo funcionó un instante, y no hizo falta más, el Mundo se iluminó con la misma intensidad que el sol. -el viejo rebuscó en el zurrón, dando un segundo de paz al silencio y quietud del bosque, de la cual sacó una vieja cantimplora de calabaza. Primero, dejó caer un pequeño chorro al suelo y luego dio un profundo trago de lo que se supone que era agua. Tras lo cual,  perdió su mirada en las llamas de la hoguera, volviendo su voz a un susurro resentido.- Entre los terremotos y las reacciones en cadena explotando por todo el planeta, no tuvieron tiempo de hacer otra cosa que esconderse. 

“El ocaso de la humanidad llegaba llevándose por medio a todas las civilizaciones al mismo tiempo, haciendo que los pocos supervivientes que quedaron, se escondieron en cuevas, o improvisar refugios, huyendo del polvo brillante que erradicó a la raza Humana prácticamente,  pero te aseguro que no lo hicieron usando chapas como moneda de cambio o haciendo acopio de cinta adhesiva, lo hicieron con miedo, en soledad,  siendo, de nuevo y aprendiendo a ser cavernícolas carroñeras. -su desprecio se notaba en cada palabra.- Tuvieron que pasar varios años antes de que los supervivientes al holocausto nuclear puedieran  ver el amanecer de los dioses, pero esa no es una historia para esta noche… ¿o si?-

Sentenció, el viejo, deseando, con suerte, haber generado la suficiente curiosidad para poder continuar contando su historia. 






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Avatar de yamifernan
yamifernan 2025-05-22 15:37:41

Que buen tono de voz. Ya con ella tienes la mitad de la historia hecha. La historia, pos-apocaliptica, está por conocerse. Se lee muy bien. Veamos, pronto, el segundo capítulo.