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Santis Agónicus - Fictograma
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Santis Agónicus

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J-H_Vivanco61

Publicado el 2025-07-30 00:45:13 | Vistas 168
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San Lupus


De nombre desconocido, pero de apellido reconocido, Valtierra, San Lupus, antes de ser canonizado tras su aparente victoria en la Batalla de Königsberg, de 1771, servía como comandante de un regimiento de Apoyo Extranjero, en Prusia.

Agón lo había enviado en el fragor de la batalla, en 1769, buscando restablecer las rutas de comercio clandestino con el Imperio de Prusia, aunque todo se trataba de manera no-oficial por parte de las autoridades. Temían un levantamiento en contra de su participación directa en un conflicto europeo, aunque nadie realmente conocía sus tácticas.

Así, en la mañana del 15 de julio del 1769 D.C., el regimiento conocido como "Hermanos de Valtierra", llegó a las costas de la ciudad, mediante uno de los barcos imperiales más poderosos de la época: "Tempestad". El ambiente durante las neblinosas horas mañanera era tenso, a la espera de un inminente ataque de la Unión de Kalmar. El frío, más que insoportable, era calmante y casi una liturgia sensorial que los soldados silenciosos exhalaban de sus narices protegidas.

El comandante Valtierra era conocido por sus tácticas precisas, pero sumamente sanguinarias en conflictos similares. Estaba seguro de que el silencio era su mayor ventaja, pero también su mayor debilidad si es que los atacaban desde el puerto, tomado por el Reino de Dinamarca.

Su desembarco ocurrió sin mayor dificultad que el frío creciente, y alrededor de la 1:30 PM de, las 3000 tropas ya habían tomado posiciones tierra adentro.

Königsberg, antaño conocida como la sede del poder militar de Prusia, ahora estaba completamente devastada y podrida por los continuos ataques de la artillería danesa. En los muros defensivos y las torres de vigilancia se alzaban las primeras estatuas de lo que después se conocería como Iguth-Zu: Frío Purulento, Dios del Falso Invierno, El Dios Rompecadáveres.

Fue durante la revisión de la plaza de Von Garlett, cerca de la catedral de Prusia, que un contingente danés atacó salvajemente a Valtierra y a sus soldados, obligándolos a resistir en terreno abierto. A pesar de que las tropas lograron avanzar hasta la catedral, la mayoría pereció ante los ataques y la metralla de los rifles enemigos.

Valtierra resistió fuera de la catedral durante 5 horas, esperando los refuerzos de Los Mil Mártires, que enfrentaban la Flota Real de Escandinavia 10 kilómetros antes de llegar al puerto. Pero durante ese tiempo, la Real Fuerza Aérea atacó la catedral, bombardeando a todos los soldados que se ocultaban ahí.

Nadie sobrevivió al ataque, y para cuando Los Mil Mártires llegaron, los "Hermanos de Valtierra" ya habían desaparecido de la faz de la tierra. Levantaron el estandarte del regimiento, y avanzaron tierra adentro, acercándose al puesto de avanzada danés.

Pero, entre los restos de concreto, metal y carne, Valtierra se levantó como único sobreviviente del ataque. Al verse solo y sin armas, recurrió al canibalismo y la caza de pequeños grupos de soldados. Poco a poco fue ganando un conocimiento del terreno superior al de otras fuerzas, pero también vió de mano propia la aniquilación de las fuerzas aliadas.

Llegó un punto en el que no quedaban más hermanos que comer, y, a punto de desfallecer por la falta de alimento, un lobo callejero, negro como la noche y de colmillos expuestos por los gases tóxicos de la ciudad, se le acercó como un hermano de sufrimiento.

Ese lobo, por más desnutrido que estaba, le sirvió de alimento hasta que un segundo regimiento de ataque, La Orden de los Expósitos, llegó a socorrer a Los Mil Mártires.
Encontraron a Valtierra al punto de la locura, pero aún consciente de lo que había pasado.

Retomó entonces su papel de comandante apoyando a la Orden, y sus habilidades de reconocimiento de terreno les ayudaron a romper el asedio y la resistencia danesa en la ciudad, el 30 de octubre de 1771.

Su valerosa ayuda y su sufrimiento durante el tiempo de guerra le hicieron ganar el título de Santo, canonizado el mismo año por la Orden Santa. Pero, ese lobo que había consumido en un acto de horrenda zoonosis, le había mostrado algo, que sería parte de su visión divina como Santo: la bestialidad permanece a pesar del daño.

Tomó el nombre de San Lupus, y sus tácticas de guerra, refinadas en antaño, se volvieron salvajes y efectivas como ninguna. Hoy en día, su regimiento es uno de los únicos autorizados para desplegarse fuera del Imperio Unificado de Agón: Los Perros Negros de San Lupus, que llevan el cráneo en descomposición de su general, San Lupus, como un recordatorio de su misión en la guerra. Mientras el cráneo persista, los Perros Negros no serán olvidados, pues, a pesar de que la unidad ha caído siempre, su misión nunca se ha derrumbado.
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Avatar de Valentino-Prádena
Valentino-Prádena 2025-07-30 09:10:21

Una prosa trabajada para el épica. El cuento es una pequeña joya que mezcla ficción histórica y horror mito-religioso. Necesita un poco de trabajo en los personajes, ya que parece que es la entrada a una obra más grande y general, a pesar del cierre genial del cuento. Buen trabajo.