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SU MUNDO HECHO PEDAZOS, el mar de pastillas - Fictograma
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SU MUNDO HECHO PEDAZOS, el mar de pastillas

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Zarcancel

Publicado el 2025-09-14 12:36:37 | Vistas 277
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Herminia abrió tímidamente los ojos. Su cicatriz le dolía muchísimo, pero su cabeza no. Estaba atontada y desorientada. Lo primero que observó fue una luminaria blanca instalada en un techo también blanco. Asustada, pretendía levantarse de golpe, pero su cuerpo no se lo permitía. Estaba cansada y sin fuerzas.

Su entorno también era blanco y liso, hasta los escasos muebles eran de un blanco inmaculado. Lo único de distinto color en la estructura, era la puerta, de acero y un ojo de buey por encima de una pequeña compuerta, también cerrada. Herminia estaba en la habitación de un psiquiátrico. Sus padres habían conseguido encerrarla por fin.

La joven estudiante quiso estallar en cólera y revolverse en la cama, pero estaba atada y drogada. Lo único que consiguió fue que se le cayeran las babas. Su personalidad seguía siendo fuerte y exigente con ella misma, pero los medicamentos habían hecho que su yo físico fuera tan débil y maleable como una hoja de papel.

Cuando el agobio se le pasó, comenzó a hacerse preguntas. ¿Cuánto tiempo llevaba ingresada? ¿Fueron sus padres quien la ingresaron? ¿A caso Simón, el veterinario, la había delatado? Pero estas preguntas circunstanciales no eran rival para la gran cuestión ¿Cómo podía estar consciente de ella misma estando tan drogada con pastillas y medicamentos? Y era verdad, podía pensar con toda claridad, pero su cuerpo estaba sufriendo los efectos. Podía apreciar hasta cómo parpadeaba de manera muy lenta.

Herminia estaba tan consciente de sí misma que su reloj interno funcionaba a la perfección. Sus sentidos, aunque lentos, parecían también funcionar, ya que notó cuando su vejiga se soltó por sí sola y se orinó encima. Su corta experiencia como residente le hizo entender que le habían dado un psicofármaco extremadamente potente, puesto que el olor de la orina era muy característico, parecido al de alguien que consumía espárragos con frecuencia en su dieta.

Solo un par de horas después, por fin entró una enfermera, que la desató, aseó, inyectó el psicofármaco, y volvió a atar con las correas. Eso era extraño, ya que estaba medicada fuertemente, y unas correas no eran necesarias para alguien en su estado. Y así pasaron unos días, enganchada a una sonda que la alimentaba, como si estuviera en coma.

Con el tiempo, la mente de Herminia se hacía más fuerte, y a veces tomaba el control sobre su cuerpo. Cuando se intentó comunicar con la enfermera que la atendía, esta pareció asustarse y salir de la sala, para volver con el doctor que estaba en casa de sus padres, según sus últimos recuerdos anteriores a los del psiquiátrico. Aquel doctor solo la chequeaba y ajustaba las dosis cada vez que la joven quería tomar las riendas de su cuerpo.

Herminia calculó que pasó un mes aproximadamente en esa situación, cada vez más fuerte. Su mente se resistía ser un vegetal. Pero ese grito de desesperación interna solo la llevó a la peor parte. En la última visita del doctor le escuchó decir que su cuerpo se estaba volviendo inmune al psicofármaco, y que tenían que buscar otro método para el “borrado” más eficiente. La joven estudiante no pudo sentirse mal, ya que su cuerpo no podía estremecerse, al ver la cara de satisfacción que aquella enfermera puso al mirarla mientras el doctor hablaba.

Y así fue. Al día siguiente la llevaron a otra sala muy distinta. También era blanca, pero estaba llena de máquinas obsoletas que Herminia reconocía de haberlas visto en la universidad. La iban a aplicar electrochoques.

Ella misma pensaba que no podía ser. La terapia de electrochoque estaba obsoleta y prohibida en su país, se consideraba una tortura. Pero, ni corto ni perezoso, el doctor y la enfermera colocaron en su cabeza los electrodos pertinentes.

Antes de que terminaran de preparar a Herminia para el choque eléctrico, el doctor regañó a la enfermera.

-No podemos colocarle los contactores así -dijo el médico enfurecido.

-Lo siento doctor -respondió la enfermera-. Solo estoy siguiendo el protocolo.

-Le recuerdo que la paciente tiene un objeto metálico alojado en el lóbulo frontal. Queremos borrarle la consciencia, no matarla.

No pasaron ni cinco minutos cuando Herminia recibió la primera descarga. Fue devastadora, ella quería gritar a pleno pulmón, pero su cuerpo seguía sin reaccionar bajo su voluntad. En cambio, este se movía sin control temblando violentamente. Herminia comenzó a ver de nuevo cómo esa neblina blanca volvía a invadir su campo visual, estaba recordando.

La niña Herminia se encontraba al fondo de una grieta, con su mellizo Samuel. Se tocó la nuca porque le dolía, manchándose la mano de su propia sangre. Su hermano estaba cerca de ella, llorando mientras se agarraba una pierna con muy mal aspecto. La niña ayudó a su hermano a levantarse mientras sus padres venían corriendo. Herminia recordó cómo vendaron a Samuel, y les llevaron en brazos, pero, en vez de retornar o pedir ayuda, siguieron su camino, subiendo el monte. A lo lejos se veía una cueva, y en el umbral, un anciano vestido con túnica, sosteniendo un candelabro.

Herminia se despertó en la cama del psiquiátrico nuevamente. Le dolía mucho la cabeza. Seguía siendo ella misma, y podía seguir recordando las cosas a la perfección, pero, de algún modo sabía que, si seguía recibiendo electrochoques en la cabeza, sería fatídico para ella. Quería echarse a llorar, pero no podía.

Un ruido atrajo su atención, era la puerta que se estaba abriendo de nuevo, pero, esta vez, vestido con una bata blanca, unos ojos conocidos se cruzaron con su mirada. Era Simón, el veterinario.

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Zarcancel 2025-09-17 12:57:46

Gracias Valentino. No tengo que ver con el mundo de la salud, para escribir los detalles médicos me tuve que documentar bastante hace ya bastante tiempo.

Avatar de Valentino-Prádena
Valentino-Prádena 2025-09-14 15:47:34

Pude sentir cada una de las sensaciones de Herminia estando drogada. Me imbuí en tu prosa. No sé si tienes estudios en medicina, pero hasta ahora, lo llevas demasiado bien. Saludos.