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PROYECTO R - CAPÍTULO 5: MEMORIA - Fictograma
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PROYECTO R - CAPÍTULO 5: MEMORIA

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IBreiel

Publicado el 2025-06-28 05:50:53 | Vistas 154
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El paisaje urbano desfilaba a gran velocidad tras la ventana del transportador privado, mientras el magistratus Matt se movía inquieto en el asiento trasero. El sol, aún bajo en el cielo, lanzaba rayos de luz que se deslizaban por el suelo del vehículo, creando pequeños reflejos que danzaban a medida que avanzaban por la ciudad. Cada edificio, cada calle, parecían disolverse en una sucesión interminable de imágenes que se desvanecían tan rápido como aparecían.

Desde la detención del intruso, los informes seguían sin cuadrar. Existían demasiados elementos aislados y conclusiones del todo ilógicas. Había algo que se le escapaba. Sabía que tenía poco tiempo. La Comisión se reuniría esa misma tarde.

—¿Te gusta lo que haces? —preguntó Matt de repente.

—Lo justo para no dejarlo. Ya estamos llegando, señor —respondió el chófer, lanzándole una mirada por el retrovisor antes de volver a centrarse en el camino.

Accedieron al amplio recinto de PlusRobotic tras identificarse. El magistratus reaccionó y accionó el pulsador manual de la puerta, que se elevó al instante. Al bajar, entrecerró los ojos ante el resplandor del blanco metalizado que revestía la estructura. El edificio principal se alzaba imponente, con formas vanguardistas que parecían contener una amenaza silenciosa, como si también lo estuviera observando.

La vigilancia era exhaustiva, pero todo aquello formaba parte de la rutina. Activó sus gafas de búsqueda. Las marcas azules del visor holográfico destellaron, trazando puntos ciegos que ningún vigilante podría ver. Lo anotó en su mente. Otro. Tras memorizar los puntos clave, las guardó. Ver, trazar, anticipar. El entrenamiento hablaba por él. Pero no había venido solo a supervisar. Lo que tenía que discutir requería privacidad y franqueza.

La presidenta Anna Blais lo esperaba en la entrada.

—Buenos días, ¿le parece adecuado el despliegue de seguridad implementado?

—Buenos días. Verificaba posibles mejoras, disculpe. Quizás deberían reforzar algún punto muerto no protegido. Luego le enviaré un informe más detallado.

Uno de los vigilantes situados a ambos lados de la puerta principal recibió la señal de autorización y accionó la apertura.

—Me encanta su profesionalidad, magistratus. Me han informado de ciertos avances en las últimas horas. Capturaron al intruso. Demasiado fácil, si le soy sincera.

—Intentamos sonsacarle todo lo necesario, pero fue inútil. Es usted demasiado optimista. Necesito discutir ciertas dudas. ¿Hay algún lugar donde podamos hablar con mayor tranquilidad? —preguntó mientras se acomodaba el cuello alto de su uniforme.

—No le veo muy cómodo con las ropas formales, pero le sientan bien, créame. En fin, estoy deseando escucharle. Vayamos a mi despacho.

El despacho no era un despacho al uso. La primera impresión fue de frialdad funcional, casi clínica. Las superficies lisas de metal y cristal se extendían sin interrupciones, y la luz blanca de los paneles del techo lo inundaba todo. No había muebles decorativos, solo una mesa sin soporte visible y un par de asientos funcionales.

Pero entre tanto orden, Matt encontró grietas. En una esquina, una vitrina contenía piezas robóticas desmontadas, alineadas con una meticulosidad casi obsesiva. Sobre la mesa, un marco con una fotografía borrosa mostraba a una niña y una mujer —no parecía reciente—. Había algo extraño en la nitidez de los bordes, en la textura digital que no terminaba de encajar con una imagen auténtica. Como si hubiese sido editada. Cerca, un jarrón sostenía una flor marchita. Se fijó en la flor con atención. No encajaba con el resto. Dudó incluso de que ella la hubiera puesto. Tal vez alguien más la había dejado. O tal vez simplemente no se atrevía a retirarla. Y por último un reloj de superficie metálica, con pequeños arañazos, marcaba el tiempo con un leve tic errático. Aquellos detalles parecían recordarle que había humanidad allí.

El magistratus se quedó de pie unos segundos, observando. Todo aquello parecía esconder algo que ya comenzaba a desmoronarse.

Al aproximarse a la mesa, los datos resplandecían sobre la superficie. La luz de varias pantallas proyectaba sombras sutiles en el rostro de la presidenta, acentuando sus rasgos afilados y su expresión concentrada.

Anna se sentó en el gran sillón, pero no activó el inhibidor de inmediato. En lugar de eso, dejó escapar un leve suspiro.

—Sabe —comenzó, mientras cogía el marco fotográfico—, cuando era niña, solía acompañar a mi madre al laboratorio. Para mí, aquellos pasillos llenos de cables y prototipos eran un lugar mágico. Pero también recuerdo las veces que llegaba tarde a casa o que pasaba días enteros sin dormir.

Se quedó en silencio un momento, el marco aún en su mano.

—A veces creo que nunca salía del laboratorio... ni siquiera cuando estaba en casa. —Volvió a dejar el marco sobre la mesa y, al hacerlo, activó el inhibidor volviendo a su tono profesional—. En fin, creo que ya podemos hablar con libertad.

Matt colocó su comunicador sobre la mesa. El rojo personalizado del aparato se encendió. Deslizó dos dedos sobre el lateral, y con un gesto fluido, activó el contenido. Un breve zumbido llenó el aire antes de que una holopantalla se desplegara hacia arriba, proyectando un conjunto de imágenes y datos. Las figuras flotaban entre ellos.

Anna ni parpadeó.

—Le agradezco que haya aceptado verme —dijo Matt, que intentó romper la tensión con una formalidad que apenas suavizó el ambiente.

—No tenía muchas opciones, ¿verdad? —respondió con una leve sonrisa tensa.

Deslizó los dedos hacia abajo y la proyección cambió. Un videoholograma cobró vida.

—Estas son las grabaciones del detenido.

Ella observó las imágenes con detenimiento. Su expresión se tensó al ver al intruso caminar. Acto seguido, su mirada se desvió un momento hacia la ventana.

Matt empezó a detallar el informe del detenido y luego pasó a describir su comportamiento en el interrogatorio.

—Lo que voy a revelarle puede parecer extraño, pero debemos considerarlo como una hipótesis de partida. Le pido paciencia y que me interrumpa si puede aportar algo.

Anna lo escuchaba, pero ahora sus ojos iban y venían entre las imágenes holográficas y el marco fotográfico.

—¿Cómo es posible que el detenido no tenga registro de nacimiento? —preguntó el magistratus.

Volvió a interactuar con el holograma, esta vez reduciendo la imagen del rostro para mostrar patrones biométricos y datos fisiológicos. Observó cómo reaccionaba. Permanecía absorta en la holopantalla, ignorándolo, le recordó a casos anteriores que había llevado a cabo: esos momentos donde sabías que el silencio del otro escondía una verdad incómoda.

—Ese índice de probabilidad es inquietante —respondió al fin; su voz delataba su inquietud.

Matt dio un paso hacia adelante. Se detuvo un momento antes de hablar, como si estuviera pesando cada palabra.

—¿Han comprobado el historial de accesos?

—Eso es lo más extraño. Está vacío —dijo—. Como si hubiese entrado por una puerta que no existe.

El magistratus no añadió nada. En lugar de eso, dejó que el silencio se alargara, buscando que ella rompiera su propio estado de incomodidad.

—¿Christian...? —La voz de Anna se quebró un segundo—. No puede ser... no puede ser él.

—Tenemos una coincidencia del 97%. Tú ya eras conocedora de estas grabaciones. Solo quiero saber por qué no dijiste nada.

Se tensó. Parecía que sus palabras se atragantaban antes de ser pronunciadas. Luego suspiró, dejando que la tensión se disolviera con un gesto de resignación.

Para Matt era frustrante no saber si su frialdad era genuina o una máscara.

¿Es una persona atrapada entre la lógica y las emociones, o es una pieza más del engranaje calculador de PlusRobotic?

—Quise pensar que era una coincidencia. Que mis recuerdos me estaban jugando una mala pasada. Porque esto no tiene sentido —murmuró, casi como si se hablara a sí misma.

El magistratus esperó. No la presionó. Sabía que lo importante estaba a punto de salir.

—Mi madre lo conocía bien. Sabía cómo trabajaba, cuáles eran sus límites.

La relación profesional de Crowl con su madre era un punto sensible, una pista que seguir. Su mirada volvió a recorrer la sala: los gráficos, los zumbidos de las máquinas, el orden inmaculado.

—Necesitamos la ayuda de su madre. Lo que buscamos es cualquier indicio que pueda conectar los hechos. Cualquier detalle podría marcar la diferencia. Mis hombres han interceptado una señal de rebote procedente de una ubicación en las afueras de la ciudad. Podría tratarse del escondite de Crowl. Pero no hemos descubierto ninguna construcción, en ese sector no hay nada.

—Hay cosas en el pasado de mi madre que... no soportarían el escrutinio. Siempre he tenido miedo de que, al ahondar en ellas, me arrastre con ella. —Anna se pasó una mano por el cabello, un gesto nervioso que contrastaba con su usual compostura profesional—. No es solo una charla difícil. Es abrir una herida que lleva años cerrada. Y no sé si cicatrizará otra vez.

Matt desactivó la holopantalla con un gesto rápido. El holograma colapsó en un destello y desapareció por completo. Tomó el comunicador de la mesa y lo adaptó en su muñeca.

Ella se inclinó hacia adelante, cruzando las manos sobre la mesa.

—Crowl fue el punto final. Desde entonces, no volvió a mencionar el proyecto. Ni una sola vez.

Matt la contemplaba, percibiendo un temblor apenas perceptible en su voz.

—Puede ser la pieza que falta para entender qué está pasando —dijo con calma.

Anna cerró los ojos un momento, como si tratara de contener algo que amenazaba con desbordarse. Al abrirlos, su mirada era más firme, pero había una tristeza latente.

—Hoy he hablado con ella. Antes de que usted llegara, necesitaba saber si podría hacerlo. Me dijo que lo intentaría, si era conmigo. Por eso quiero estar presente. Si veo que la está afectando demasiado, pararemos, ¿entendido?

—Por supuesto. Su bienestar será nuestra prioridad.

Luego se recostó en el sillón y recuperó la compostura.

—Haremos esto por mi madre, pero también por la empresa que ella ayudó a construir. No permitiré que Crowl, o quien sea, destruya lo que tanto esfuerzo le costó levantar.

—Gracias. Lo que estamos haciendo es importante. No podemos permitirnos perder ni un minuto más. Esta tarde la Comisión de Evaluación interrogará al detenido y actuaremos en cuanto tengamos certezas.

Luego, se levantó y la silla emitió un leve crujido.

Anna no se movió.

Cuando llegó a la puerta, algo lo detuvo. Sabía que debía decir algo más amable, pero no podía. No cuando tanto dependía de una decisión tan delicada.

—Solo asegúrese de que todo esto no le cueste más de lo que está dispuesta a pagar.

La puerta se cerró suavemente detrás de él, dejándola sola en el despacho.

Para Matt, ahora el pasillo que le llevaba a la salida parecía menos hostil. Quizá por primera vez, sentía que la niebla comenzaba a disiparse. Pero no era por lo que había dicho. Era por cómo Anna se había adelantado, por la decisión que ya había tomado sin que él la forzara. Quizá no estaba tan solo en esto como pensaba. También intuía que, al fin, se acercaba al verdadero centro de la conspiración. Debía asegurarse de que la reunión con Emma Blais fuera provechosa. Sabía que los detalles que pudiera aportar serían cruciales para comprender todo lo ocurrido en el pasado y su implicación en el presente.

¿Cuánto tiempo más podrás fingir, Anna? ¿Cuánto tiempo más podrás ocultar la verdad antes de que todo se desmorone?

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heguendm 2025-07-02 21:28:17

No se si entendí algo mal, o estoy esperando un giro que no existe... Veamos el siguiente capitulo.

Avatar de IBreiel
IBreiel 2025-06-28 09:23:31

No te disculpes por nada @yamifernan. Para mi es todo un lujo recibir feedbacks de los capítulos. Muchas gracias y espero que sigas disfrutando de mi novela. Un saludo

Avatar de yamifernan
yamifernan 2025-06-28 09:18:22

Un pedazo de capitulo. Todo encaja. La descripción futurista de la oficina, los hilos de la trama donde se lleva la investigación, los traumas de Crawl con su madre, la fragilidad de Anna respecto a los verdaderos motivos que se cuecen en el fondo. En verdad, un gran capítulo. Disculpa mi entusiasmo.