fictograma

Un cosmos de palabras y ficción

239.111 Vistas
¿Qué digo? - Fictograma
cuento

¿Qué digo?

Avatar de Samjkl

Samjkl

Publicado el 2025-07-01 04:09:47 | Vistas 167
68635f8b3849e_loneliness-in-art-a-scale-of-emotion-photo.webp
Comparte en redes sociales


Es un día bastante soleado, maldita sea con lo quemado que ya estoy. Mientras me subo al autobús con rumbo hacia Tenango, yo me bajo en la penúltima parada, un municipio antes. Veo el lugar más adecuado para sentarme; decidí escoger uno en medio, cerca de la puerta de salida. El autobús era como cualquier otro transporte público: un chofer que odia su trabajo, asientos rasgados, basura en los asientos, rayones alrededor, especialmente esos que pregonan “puto el que lo lea”, gente estornudando y tosiendo sin cubrebocas, personas con miradas tan desesperanzadoras, incluyendo la mía, sabiendo que al llegar tienen que trabajar, ir por sus hijos a la escuela o alguna otra acción que le dé sentido a esta fugaz y aburrida vida. Ese, señoras y señores, era el espacio en el cual me desenvolvía a diario, al menos en el transcurso de mi casa a la escuela y viceversa. Mientras pensaba en todo eso, alguien con rastas y algo alto se sentaba justo al lado de mí. No es por insultar al azar o sin sentido, pero ese hombre apestaba a mierda; tal vez pisó alguna por el camino. Eso me hizo pensar en por qué, maldita sea, no tenía un carro. Me quejaba y quejaba mientras ese olor hediondo penetraba poco a poco mi nariz, como taladro a una pared. Hasta que de repente veo entrar a una mujer muy guapa, hermosa en realidad, era de estatura media, con una complexión esbelta y armoniosa, su piel es clara, tersa, tiene el rostro ovalado, de facciones suaves y equilibradas, su cabello, largo y liso. Era estudiante, lo deduje por su mochila un poco desgastada, tampoco era muy difícil. Al estar con tres personas decidieron sentarse en los últimos asientos del autobús. Era como un rayo de esperanza para todos nosotros, estos entes indiferentes del autobús. Por un momento se me olvidó ese maldito olor y el asiento percudido en el que me encontraba. No suelo sentirme así; en realidad veo muchas mujeres guapas en todo el transcurso monótono de mi día, pero ninguna ha logrado captar mi atención como ella.

Las tres personas eran un hombre, de tez morena, alto, de pelo rizado, y las dos mujeres; una de ellas era bajita y con una voz muy aguda, la otra era una chica gorda, pero me transmitía una simpatía poco común. Venían riéndose; la verdad, no escuché que venían hablando, porque yo siempre traigo mis audífonos, el mejor instrumento para afrontar la perpetua miseria de este mundo.

El hombre con rastas no tardó mucho en bajar, gracias a dios, después se sentó un oficinista o godín (esto no lo digo de forma despectiva tal vez ese sea mi futuro), el cual estaba muy perfumado, un cambio muy drástico con el otro. Esa mujer hizo olvidarme que tenía una revisión bastante complicada, la materia no era difícil en sí, pero la maestra era un poco tediosa, por no decir esa frase ideada por cualquier mexicano para alguien así. Pasado el tiempo, deseaba que alguien se levantara a hacerle la parada al autobús, ya que soy un poco introvertido. Por suerte, se levantó un viejito y necesité pedirle permiso al godín para poder bajarme del autobús. Antes de bajar cruzamos miradas y procedí a bajar preguntándome ¿qué estudiará?, ¿tendrá novio? y otra cosa importante ¿cómo lograre acercarme a ella? Iba pensando y tratando de deducir varias cosas, por lo regular erradas, pero por lo mientras iba sumiéndome en la constante incertidumbre.

Llegué a la casa de mis abuelos; los fines de semana siempre los visitamos. Hice lo mismo de siempre: saludar a mi mamá y a mis abuelitos. Ellos me preguntaban que cómo me había ido y yo respondía lo mismo de siempre: “bien”, aunque hoy me había ido más que bien. Yo era el primero en llegar de mis hermanos; tenía muy buen horario. En la tarde me llegó un mensaje de un gran amigo de la preparatoria; el mensaje mencionaba lo siguiente:

¿Ya viste que Armando tiene novia? Todos los de la prepa ya tienen; solo faltas tú. ¿Ya estás hablando con alguien?

Todo era cierto, la forma en que mi amigo recalcaba el nombre de Armando era porque él solía ser alguien muy reservado; pocas veces hablaba con alguien, siempre se encontraba en el rincón leyendo o jugando Pokémon con un emulador de Game Boy. Le contesté a su mensaje de la siguiente manera:

Si ya lo vi, ¿quién se lo imaginaría? La verdad es que no estoy hablando con nadie; me dan un poco de miedo las relaciones.

Ahí murió esa conversación y en verdad no es que tuviera miedo a las relaciones, simplemente era alguien muy retraído en ese aspecto; solo había tenido una novia y era porque ella se había acercado conmigo. Siempre pensé que mis amigos me tenían lástima por no conocerme una novia en la prepa y actualmente en la universidad. Hasta mis padres me incitaban a salir más y constantemente buscaban con quién podría tener una relación; esa presión siempre rondaba por mi cabeza.

Más tarde fui al gimnasio con mi hermano e hice mi tarea. Después, como a las 5, comí; prefiero comer después de ir al gimnasio para no estar lleno, por eso la hora.

Escuchando música me volví a acordar de ella, ¿me la volvería a encontrar? Solo el lunes dirimiría ese cuestionamiento o hasta el viernes. El domingo ya en la noche vi el box con mi papá y me fui a dormir a las 11 de la noche, muy triste porque mañana tocaba levantarse a las 5 de la mañana para ir a la escuela; estaba un poco lejos la escuela de donde vivía.

El lunes en la mañana me levanté, traté de vestirme bien por si la veía, tomé un poco de café y comí un pan. Después caminé hasta la parada del autobús. Ya en la escuela saludé a mis amigos; eso sigue siendo un enigma para mí, cómo es que tengo amigos si yo me considero una persona despreciable, incapaz de elogiar a alguien, pero tal vez es porque los hago reír de vez en cuando.

En fin, los lunes siempre son igual de tediosos; el profesor de Delitos no hace tan aburrida su clase, sobre todo porque siempre pregunta; el de Derecho del Trabajo siempre llega tarde, exigente y ególatra; el de Contratos, un viejito que nos pone a exponer los temas y nos cuenta anécdotas. Saliendo nos quedamos sentados hablando de cualquier cosa; por ejemplo, debatimos sobre ir o no a un congreso, que era en dos semanas, en el cual nos van a dar decimos extra en Derecho Administrativo y la verdad, esa era una materia difícil. Otro tema o chisme fue sobre el rompimiento de una pareja del salón por un tema de infidelidad, algo en lo que nunca me inmiscuyo, solo escucho. Saliendo me dirigí nuevamente a la parada del autobús, esta vez me acompañaba un amigo, Fernando, alguien delgado de nariz respingada, boca chiquita y ojos rasgados, las mujeres lo definían siempre con un “no es feo”, nos subimos al autobús y nuevamente ella se apareció con sus amigos, camino a lado de nosotros, volteo la cabeza y saludó a Fernando, suertudo ¿Cómo la conocía?, ¿Cómo se llamaba? Y las otras preguntas de aquel día serían respondidas. Recuerdo que le dijo:

—Discúlpame, Fer, no te había visto. —Con un falso gesto de preocupación.

— No te preocupes, pensé que estabas enojada.

— No, para nada. ¿Cómo te va, Fer?

— Bien, ¿Y a ti?

— Bien, bueno Fer luego nos vemos -Mientras se alejaba de nosotros sacudiendo su mano-

— Adiós.

En ese momento no le pregunté nada; se iba a ver muy evidente mi interés. Mejor me platico de cómo le iba en el despacho con su primo, teniendo mucho trabajo y teniendo que ir a la Ciudad de México, mientras me platicaba lo decadentes que se veían las calles, mugrosas con vagabundos, prostitutas y drogadictos. Debido a eso, prefería pagar para que fueran a dejar los oficios por él. También me dijo:

—Oye, por cierto, ¿quieres trabajar en el despacho de mi primo? —Mientras ponía su mano sobre mi hombro— tú ya tienes experiencia.

— Pues me gustaría, solo que, si me manda hasta la Ciudad de México como a ti, al chile que hueva. - Le contesté.

— No hay pedo, le digo que te dé puros casos de aquí.

— Pues va, sí, wey.

— Va, luego te digo qué onda —me dijo mientras se levantaba del asiento para bajarse.

Mejor conseguí un trabajo, que una novia, pero me faltaba lo más pinche importante ni siquiera sabía cómo se llamaba ella, pero conocía a mi amigo. Al bajar del autobús, la volví a mirar y estaba tarareando una canción del autobús, algo que para mí era extraño, pero al menos era extrovertida.

Con la misma rutina de siempre, solo que ahora en mi casa, me puse a jugar billar, un juego que desestresaba mi mente. Después llego mi hermano mayor y empezamos a jugar, fui nuevamente al gimnasio con mi hermano menor, leí un poco, me bañé y me fui a dormir.

Al siguiente día es cuando le pude preguntar a Fernando sobre ella; recuerdo que le dije:

—Oye, esa morra que saludaste en el autobús…

—Está guapa, ¿no? —interrumpiéndome y sabiendo a quién me refería.

—Sí, wey, ¿cómo la conoces?

— Es amiga de mi prima, entonces un día que venía con ella en el autobús, nos la encontramos y empezamos a hablar.

—¿Y cómo se llama? —Al fin la intriga se acabará, pensé.

— Beatriz, estudia enfermería y la verdad es muy buena onda.

Ahí ya me había contestado varias preguntas, le iba a dejar hasta ahí hasta que me preguntó:

—¿Por qué lo dices? —¿Te la quieres ligar? —me pregunta arqueando su ceja.

— La verdad es que sí, está muy guapa —le dije avergonzado.

— Pues te digo que es buena onda; si quieres, te la presento.

— No, así déjale; va a decir que no tengo huevos para hablarle, y es verdad, pero déjale así.

— Jajaja, la verdad es que yo también quería, pero ya tengo novia, amigo.

— Oye, ¿y tiene novio? —esperando expectante su respuesta.

— No, creo que no, pero deja, le pregunto a mi prima; ¿quieres su insta?

— Sí. —Obviamente no la iba a seguir, como un maldito acosador; ni siquiera me conocía, ¿cómo iba a hacerlo?

Procedimos a tomar el autobús; unos cinco minutos después subió ella, Beatriz, y sus amigos de siempre. ¿Nunca les ha pasado que ven a alguien al cual jamás habían visto en sus vidas y después siempre se lo encuentran? Bueno, eso me pasó a mí. Beatriz saludó nuevamente a Fernando, mientras él me golpeaba con su codo en la costilla y me susurró:

— Es muy guapa

—La verdad, sí —le contesté soltando un leve suspiro.

Y así pasaban los días rutinarios; uno tras otro la volví a ver un par de veces, pero no pude más debido a que Fernando me llevó en su carro. Revise su perfil, que tenía en privado, el cual no era sorpresa para mí ver la cantidad excesiva de seguidores.

Llegó el día del congreso, saliendo fuimos en el carro de otro amigo, fue difícil encontrar estacionamiento, ya que no era en la universidad, era en una sede del poder judicial. Llegamos, la maestra nos estaba esperando con un vestido naranja muy chillón, nos anotó, nos dio unas libretas, unos lapiceros alusivos al congreso y entramos. La verdad estuvo aburrida, pero teníamos que mendigar décimos extras. Saliendo del congreso nos dieron sándwiches, galletas y refrescos. Después discutíamos a dónde iríamos a tomar, pero como no nos pusimos de acuerdo, se fueron todos, solo nos quedamos Fernando, Pablo y yo. Entonces Pablo dijo:

—A la verga ellos, vamos nosotros, aunque sea a Chapu.

— Pues yo sí, si va Fernando, voy. —Le contesté.

— Pues yo voy, pero deja, le pido permiso a mi vieja —contestó Fernando.

Su novia le dio permiso, ya que el lugar era un lugar tranquilo donde te tomas una o dos y te vas. Cabe recalcar que su novia de Fer era de nuestro salón, por eso era más complicado una jugada de esas. Pablo también tenía novia, pero ella vivía lejos.

Camino hacia allá, nos encontramos otro bar, uno de mala muerte, donde había ambiente, así que Pablo nos dijo:

—¿Y si pasamos ahí mejor? —Nos vio con una risa nerviosa.

— Pues chingue su... -contestó Fernando.

Fuimos, un guardia o cadenero gordo solo nos pidió nuestras identificaciones y revisó nuestras mochilas. No mentía, llegamos, era un lugar cerrado, hacía un calor tremendo, todos estaban de pie, incluso subidos a las mesas, hombres sin playera, algunos besándose o algunos tratando. Nunca me ha gustado ir a ningún lugar así y menos a los antros, los cuales están sobrevalorados, aunque me parece divertido ver a los borrachos, pero convivir con ellos no, y es gastarte dinero a lo idiota, pero bueno, es el precio a pagar por tratar de encajar en la sociedad.

Al entrar llegó un mesero y me preguntó:

—¿Para cuántas mesas?

— Para tres —le contesté

— Va, ¿qué les servimos? Tengo caguama a 140 y el tritón a 380 más servicio.

—- Déjame, les pregunto, carnal.

— Oigan, weyes, que quieren la caguama a 140 y el tritón 380 más servicio.

— Pues el tritón. —Me contestó Fer y solo Pablo asintió con la cabeza.

Agarre del hombro al mesero y le dije:

—Un tritón, por favor.

— De Tecate o combinada —me contestó.

— Tecate.

— Va, carnal. —Y se fue corriendo a la barra.

Ya una vez ahí, primero te da asco al entrar, pero después se te pega el ambiente de ese lugar. Estábamos de lo más tranquilos tomando, cuando Pablo ya estaba platicando con una morra. Después nos juntamos a ese grupito; eran 3 mujeres y 2 hombres. Pasado el tiempo, sorprendentemente, Fernando ya estaba besándose con alguien de ese grupito. Engañando a su novia, al terminar solo recargó su dedo índice en la boca. Después ese grupito se fue temprano y ya casi al terminarnos nuestro tritón, Pablo me dijo:

—Oye, wey, le voy a pedir su Insta a esa de allá —señalando el rincón del bar.

— ¿La de vestido? – acercando mi oído a él para escuchar mejor.

—Sí, pero ayúdame con su amiga, es que no se quita.

— No sé we —le dije mientras hacía una cara de disgusto.

— Por favor, ahí se ven los compas, esas son las verdaderas asistencias.

— Está bien.

Nos acercamos; yo le hablé a su amiga. Era alguien delgada, de ojos grandes, chaparrita, con una nariz grande y puntiaguda. Cabe recalcar que cuando no tengo un sentimiento de afecto me desenvuelvo mejor. Recuerdo que le dije:

—Oye, amiga, ¿cómo te llamas?

— Lucía. ¿Y tú? —Mientras me abrazaba con un brazo, evidentemente ya estaba alcoholizada.

— ¿Y estudias? —fingiendo no escuchar su pregunta.

—Sí, estudio para maestra de primaria en la Normal. —Tú te ves de ingeniería —me contestó cerrando su ojo derecho.

— No, ¿qué pasó? Estudio Derecho.

— Con razón estás aquí. ¿Dónde estudias?

— En la UAP, ¿Este es el ejemplo que le vas a dar a los niños bebiendo alcohol? — Le dije sarcásticamente

—Jajaja, obvio no, es para desestresarme ¿Qué tomas? —Y me quito mi vaso.

Mi amigo había cumplido con su objetivo y me había dejado solo, así que me despedí de ella, le regalé mi vaso y nos fuimos de ahí.

Ya solos los tres, Fernando nos dijo:

—Oigan, no quiero que le digan nada a Dariana, su novia, menos tú, que luego se te salen las cosas —señalando a Pablo.

— Para nada y cuando he ventilado secretos, wey —le contestó Pablo, ofendido.

— Ya sabes que yo nunca digo nada —le contesté.

— De ti me consta, pero de este wey ¿Acaso no te acuerdas cuando dijiste que me había besado con Lucía, cuando salía con Dariana? —dijo Fernando mientras recarga su dedo índice sobre el pecho de Pablo.

— Bueno, solo esa vez, pero ya nunca he vuelto a contar nada. Además, eso lo conté porque ya estaba pedo.

Saliendo, apestaba a cigarro, sin ni siquiera haber tocado uno. Ninguno venía borracho. Nos dirigimos hacia la parada de nuestros autobuses. Fer y yo nos despedimos de Pablo en nuestra parada de autobús.

Mientras lo esperábamos, Fernando me contaba de lo arrepentido que estaba:

— No lo volveré a hacer. Me siento mal – mientras bajaba la cabeza.

— Ya pasó, wey. Además, todo lo hiciste por tu propia voluntad; no sirve de nada arrepentirse, no va a cambiar nada. Yo sé que tus decisiones o acciones definen tu infelicidad. Simplemente deja de pensar en eso.

— ¿Ya estás pedo? Lo peor de todo es que nos gustó a ambos. Al final me dijo que sí le pasaba mi número.

— Bueno, ¿y crees que, si de alguna manera se llegara a enterar, Dariana te cortaría? —preguntando de forma burlona.

— Pues sí, wey —me contestó extendiendo sus manos.

Nos subimos al autobús y seguía hablando de lo mismo. Ya no tenía la esperanza de encontrarme con Beatriz, ya que era muy tarde. Por suerte encontramos lugar. El autobús estaba muy lleno.

Algo me sorprendería y sería todo cuestión del destino. Fernando se bajó 15 minutos después debido a que tenía que arreglar algo del seguro, de su carro. En ese mismo lugar se subió Beatriz; evidentemente le tocó irse parada.

Pasado el tiempo se fue recorriendo la gente hasta que el señor, el cual estaba al lado de mí, se fue y ella, Beatriz, se sentó al lado de mí, entonces comenzó a acelerarse mi corazón. Solo pensaba: "¿Qué digo? ¿Cómo empiezo una conversación con ella?". Podría decirle sobre "¿Cómo conoció a Fernando?" Eso sería ridículo; ni siquiera me conocía a mí. Mierda, ¿por qué soy tan introvertido? ¿Por qué no soy más guapo? ¿Por qué no tengo carro? Es imposible que alguien como ella me haga caso; véanme, soy un puto fracasado, moreno, jorobado y pie plano que anda en el transporte público. No tengo ninguna oportunidad, me rechazaría y la entiendo; existen muchos más con mejores aptitudes.

Ella sería la que podría sacarme de esta rutina, aburrida y jodida, la cual llamo vida. Siempre he pensado: "Tal vez tener pareja te quite todos tus problemas”. Compartiendo cada uno sus historias, alguien con una diferente forma de amarte, alguien con quien pases tiempo de calidad, se ayuden a mejorar mutuamente o cumplir sus sueños juntos. Pero ya no creo en todo eso, simplemente vean a Fernando; se habrá encontrado en la misma situación que yo, pensando las mismas jaladas y véanlo engañándola con alguien aleatorio en un bar. Tal vez es mi culpa por idealizar el amor, un amigo me dijo respecto a eso “te tomas muy en serio el amor”, pero ¿Cómo no tomarlo en serio? Si uno de los hombres más sabios que ha pisado la tierra, como es Platón, decía que es la búsqueda de la unidad y la completud. Tal vez el amor no se debe racionalizar, es un instinto, algo animal. ¿Y si es cierto lo que decía Schopenhauer? Que el amor solo es para el mejoramiento de la raza, fijándonos solo en las personas para la propagación del ser humano. ¿Ahora debo considerar al amor como un sentimiento egoísta? Ya que a causa del placer se engendra a un nuevo ser, que debe afrontar a este mundo, debe encontrarle sentido a la vida, algo que yo no he encontrado. No sé, no puedo pensar con claridad ahora. Ese es otro de mis grandes defectos, sobrepensar todas las situaciones, imaginarme escenarios sombríos y tener ideas fatalistas.

Pero si le hablo más adelante, me arrepentiré y si no le hablo, también. ¿Y si solo trato de buscar un objetivo para darle sentido a mi vida?, ¿Todo para no darme un balazo en la sien?, y ¿qué pasa si cumplo mi objetivo? Estaré insatisfecho, me encontrare con el perpetuo aburrimiento y dolor, como le pasó a Fernando y Pablo; su máximo anhelo eran sus respectivas novias, pero después se aburrieron, por lo que buscaron a alguien más con quien encontrar placer. Eso no se lo podría hacer. Prefiero verla todos los días, imaginándome un futuro junto a ella.

Simplemente no es para mí, no me va a hacer caso. Quítate de jaladas, vamos a preguntarle sobre Fernando:

—Oye, amiga… —Mierda, aquí es mi parada, pensé.

— Sí, ¿qué pasó? - me contestó sonriendo.

— Me darías permiso, por favor.

—- Claro. —Se levantó y se hizo a un lado.

— Gracias —mientras descendía contemplaba su belleza una vez más.

Han pasado más de dos semanas y no la volví a encontrar jamás. Según me cuenta Fer, es por su servicio social. Siempre me gusta pensar en qué sería de mí si hubiera concretado ese objetivo; tal vez mis padres y mis amigos dejarían de sentir lástima por mí. Cuando estoy solo siempre ronda en mi mente, me imagino que está sentada a mi lado, haciéndome compañía, pero simplemente son alucinaciones de un hombre solitario, introvertido y ridículo. Se lo cuento a Fernando que por supuesto, me recita todos los improperios existentes; no lo culpo, sé que incluso escrito parece algo tonto, pero pienso que fue la decisión más acertada. A mi mente vienen unas palabras de Octavio Paz sobre el amor “El amor es un accidente que nuestra libertad transforma en una elección” y yo simplemente no la tome.

 

5.0 (3)
PDF cuento

Más de este autor

Ilustración de Tía Paz

Tía Paz

Me levanté con una flojera poco habitual a las 7:30 de la mañana. No era por el horario —suelo madrugar—, sino por...

Ilustración de Indigno de ser amado

Indigno de ser amado

Hoy me siento solo. Lo extraño es que siempre quise estarlo. Desde hace meses la relación me pesaba, me cansaba. Ahora todos...

Ilustración de La peregrinación

La peregrinación

Hoy es el día en que puedo pedir mi mayor deseo. Me han dicho que el Señor de Malpa es el...

Ilustración de La invitación

La invitación

Recién me levanto de la cama y mi papá me hace una pregunta: —¿Vas a ir a la boda de tu prima? —No —respondo, bajando...

Ver todas las obras
Avatar de Samjkl
Samjkl 2025-07-01 18:02:21

Es el primer cuento que hago y agradecería mucho si me dieran consejos, críticas o que tal les pareció

Avatar de Vara
Vara 2025-07-01 08:05:43

Este relato, a pesar de la presunta sencillez del tema, tiene voz propia, muy singular y llena de recursos literarios. Me gusta el contraste que hace entre el mundo interior y exteriro del protagonista, un chico pesimista y agobiado por la presión social, y la idealización de Beatriz, que representa un nuevo mundo, bello y perfecto, que, aunque está al alcance, no puede ser, debido a la personalidad existencialista del primero. Muy bueno.