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Reino de fuego y sombras II - Salamandras - cap35 - Fictograma
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Reino de fuego y sombras II - Salamandras - cap35

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heguendm

Publicado el 2025-09-04 13:42:25 | Vistas 364
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El reino del sur:

Dos hombres vestidos de negro, con ropas amplias y holgadas, y la cara cubierta, caminaban a través del desierto. La tormenta de arena limitaba un poco su avance, el viento hacía flotar sus ropas.
—Un par de kilómetros más y llegamos a la ciudad, mi tahal —grito sobre el ruido de la tormenta uno de los hombres.
El silencio se mantuvo hasta que llegaron al muro de piedra. Siguiendo la pared, llegaron a la entrada de la ciudad.
—¡Alto en nombre del tahal de Benkiran! —Grito uno de los guardias desde el arco de la entrada, en el que se resguardaba de la arena. Vestía ropas amplias, de un color marrón, llevaba una espada curva y una daga en su cintura, además de una lanza en su mano.
—Buenos días —saludó uno de los hombres. —Somos mensajeros del nuevo tahal de Mahaila. Tengo un mensaje para el tahal de Benkiran.
El hombre enseñó una insignia de oro y un pergamino sellado con cera roja; en el centro, una figura de un pez servía como sello. El guardia tomó la insignia de oro y entró en la ciudad. Unos minutos después, regresaba acompañado de otros cuatro guardias, con iguales ropas y armas a los de la puerta. Entregó la insignia al mensajero.
—Adelante, el tahal los recibirá.
Los locales y casas estaban cerrados por la tormenta, aunque la muralla los mantenía resguardados de la peor parte; caía arena en las calles y sobre el techo de las casas. Contrario al resto de reinos del continente, no había edificaciones altas; dos pisos eran lo más alto de las construcciones.
Pese a la arena, se podía ver con claridad la morada del tahal, los mensajeros se acercaron a la edificación de piedra. No había colores vivos, ni los emblemas de las mansiones de la Dinastía. La roca de la edificación estaba desnuda; sin embargo, había sido pulida para ser casi lisa, no había bordes ni esquinas, el techo era una cúpula redondeada de rocas. A diferencia de las grandes puertas de los otros reinos, las entradas en el Reino del Sur eran más discretas.
—Bienvenidos, mensajeros, el tahal los espera.
Los recibió una mujer joven de piel bronceada, su pelo era largo, negro, bordado en una coleta. Vestía las típicas ropas de las sirvientes de los tahales. A sus pies descalzos le seguían unos pantalones anchos de tela fina, de color azul, que hacían lucir más amplias las caderas. En la estrecha cintura colgaban un par de dagas cortas y curvadas. Una pieza de tela ligera de color gris cubría su pecho, dejando a descubierto el abdomen y la mayor parte de la espalda. Una gema ocupaba el ombligo, un velo de tela ligera trasparente con bordes de hilo de oro cubría la parte inferior de la cara y la nariz, dejando visibles la frente y unos ojos de color canela brillantes y llenos de vida, con ligero maquillaje, pestañas largas y unas cejas finas.
—Sus calzados, por favor —solicitó otro sirviente.
Era un hombre joven y robusto, con piel bronceada, pelo corto, ojos marrones. Vestido con un pantalón similar a la chica, con dos espadas curvas en la cintura y una chaqueta negra abierta sin mangas, que dejaba ver parte del pecho y el abdomen musculoso. Su cara estaba cubierta por un velo similar al de la chica.
Tras entregar los calzados, los dos mensajeros caminaron por la alfombra roja que cubría todo el interior del edificio. La luz provenía de agujeros en el alto techo, que parecían conectar con el exterior, pero no entraba arena. A medida que avanzaban al interior del edificio, la temperatura se hacía más fresca. Al final de la estancia, un hombre descansaba junto a dos chicas jóvenes, sobre una cama colocada a altura del suelo.
El hombre levantó la cabeza y miró a los mensajeros recién llegados. Tenía el pelo largo, piel morena bronceada, nariz fina, ojos verdes claros, cejas finas y pestañas largas. Usaba un poco de maquillaje alrededor de los ojos, una barba fina solo en la barbilla y una argolla de oro en la oreja derecha. Su rostro se desfiguraba por una cicatriz en la mejilla izquierda. Su tronco musculoso y sus brazos estaban descubiertos, vestía solo unos pantalones holgados de color blanco.
—Suficiente —habló el tahal, indicando a los mensajeros que no se acercaran más. Se dio la vuelta en la cama y levantó una espada curva que estaba oculta detrás del colchón de la cama. Luego, hizo un gesto con la mano izquierda.
—El mensaje y la insignia —solicitó una sirviente.
Uno de los mensajeros entregó el documento sellado y la insignia. La sirviente se acercó a la cama y, colocándose de rodillas al borde de la misma, ofreció los objetos a su señor con ambas manos mientras inclinaba la cabeza. El tahal tomó el documento sellado, rompió el sello de cera, leyó el contenido y se echó a reír. Se levantó de la cama con su espada en la mano y se acercó a los mensajeros.
—Cuéntame, mensajero, ¿quién derrocó a ese inútil de Jalik, fue Murba o Kempo? —preguntó el Tahal, jugando con su espada, pasándola de una mano a la otra.
—Ninguno de ellos —contestó el mensajero.
—¿Yohaen?, imposible, es un fracasado sin talento —el tahal volvió a intentar adivinar.
—Permítame que le cuente la historia de cómo la ciudad de Mahaila obtuvo un tahal poderoso sin igual, bendecido por los dioses antiguos —contestó el mensajero.
—Tla —el tahal de Benkiran chasqueó la lengua con desagrado en su rostro. «De nuevo con esto de los dioses. Menudas tonterías».
—De acuerdo, mensajero, cuenta tu historia. —El tahal se tiró en la cama y empezó a juguetear con las chicas.
El mensajero agachó la cabeza en una reverencia e inició su relato.
—Dos meses atrás, una tormenta de arena azotó la ciudad. Tras calmarse el desierto, cuatro hombres aparecieron en el horizonte. Extranjeros de los reinos del norte.
El tahal se echó a reír.
—¿No me digas que ese imbécil de Jalik murió a manos de unos norteños?
—El antiguo tahal de Mahaila no ha muerto —aclaró el mensajero.
El tahal se mostró perturbado ante esta noticia.
—¿Dices que Jalik sigue vivo, pero que no es el tahal de Mahaila?
—Correcto.
El tahal se levantó de la cama, espada en mano, y colocó la hoja en el cuello del mensajero.
—Esto es el sur, la tierra de los antiguos dioses, las reglas son simples: el fuerte gobierna al débil, un hombre reta a un tahal, uno de ellos morirá y quien sobreviva, sera el nuevo tahal.
—Mi cabeza rodará, pero soy mensajero de mi tahal, un hombre bendecido por los dioses del desierto. Las serpientes han revelado su existencia en este mundo. Todo el continente se rendirá a los pies de mis señores —contestó el mensajero exponiendo aún más su cuello a la espada del tahal de Benkiran.
El tahal volvió a la cama.
—Continúa.
—Por supuesto, Jalik, el antiguo tahal de Mahaila, se enfrentó a los invasores, quienes se presentaron en la puerta de la ciudad y derrotaron a los guardianes sin dificultad. Los hombres y soldados de la ciudad se lanzaron al ataque. Nuestros mejores campeones, Murba, Kempo, incluso Yohaen y su hermano, se unieron al tahal para detener a los norteños, pero fueron derrotados.
—¿Me estás diciendo que todos los guerreros de Mahaila fueron derrotados por cuatro hombres? —preguntó el Tahal incrédulo.
El mensajero negó con la cabeza.
—Fue solo uno de ellos, los demás solo miraron.
El tahal miró al mensajero, estaba irritado. El mensajero continuó la historia.
—Tras derrotar a nuestros campeones, el vencedor descubrió su rostro— El mensajero miró hacia el cielo. —Ojos dorados, pupilas verticales, labios finos, dientes filosos y puntiagudos, piel escamosa de un color rojo brillante como la sangre fresca. Los dioses antiguos han vuelto a nosotros.
El tahal se levantó de la cama y atacó al mensajero con su espada. Sin embargo, a mitad del trayecto, el segundo mensajero, que hasta el momento se había mantenido en silencio e inmóvil, detuvo el brazo del tahal con una mano. El tahal trató de librarse de la mano que lo sujetaba, sin éxito; su forcejeo no lograba siquiera hacer a aquel hombre tambalearse.
—Mi nombre es Temma, a partir de hoy seré el nuevo tahal de Benkiran. Arrodíllate o muere —dijo Temma, quitándose las ropas que lo cubrían y mostrando su escamoso rostro gris.
El tahal de Benkiran estaba horrorizado, intentó con aún más fuerza liberarse sin éxito. Temma lo soltó de golpe y el tahal perdió el equilibrio tambaleándose varios pasos hacia atrás, hasta caer sobre la cama. «¿Qué es esto? Los dioses no existen, es imposible, es...». Una idea cruzó su mente.
—Pff, eso no es dios, es un mago, uno de los magos de sombra del norte. Esos degenerados aún siguen usando esa aberración. Solo tenemos que esperar a que su magia se agote y la ilusión desaparecerá —razonó el tahal.
Temma se echó a reír.
—Es cierto. Puedo usar magia, pero también puedo garantizar que no soy humano, nunca lo he sido y nunca lo seré —su voz era gutural, rasposa, y traía una clara advertencia para el tahal.
Pasaron los minutos, el tahal mantenía su espada levantada en dirección a Temma, quien no se movía.
—Podemos estar aquí todo el año —dijo Temma cruzándose de brazos.
Con un grito, el tahal se lanzó contra Temma, el cual continuaba de brazos cruzados y esquivaba todos los ataques del guerrero sin dificultad. Minutos después, el tahal jadeaba y Temma seguía de brazos cruzados. «Qué fácil es vivir cuando no tienes que estar concentrado manteniendo una ilusión», pensó Temma. El tahal no podía luchar más, dejó caer la espada y cayó de rodillas jadeando ante Temma.
—Mátame —dijo el tahal.
—¿Por qué habría de hacerlo? —preguntó Temma.
—No voy a aceptarlo. No eres un dios, si no me matas pasaré el resto de mis días luchando hasta matarte, ¡no eres un dios, eres solo un monstruo! —gritó el tahal levantándose.
—Entiendo. Eres un hombre de espíritu fuerte.
El tahal se levantó, con la frente en alto, con rostro y mirada desafiantes.
—Nintali, no seas necio, los hombres no pueden desafiar a los dioses. Está escrito desde antes de la era de la magia. Los dioses del desierto, mitad hombre, mitad serpiente. Los dioses han vuelto para reclamar la tierra que robaron los magos. Ellos tienen el poder que nosotros no tenemos para enfrentar a los reinos del norte y su magia aberrante —comentó el mensajero lanzando una moneda local a los pies de Nintali, el tahal de Benkiran. La moneda de oro tenía forma de escama, con una parte ancha y gruesa y otra puntiaguda más fina; la silueta de una serpiente presidía su centro.
—¡Esta cosa no es un dios! —gritó Nintali al mensajero.
Un ruido poco intenso, mezcla de desgarro de carne y huesos rotos, siguió al grito. Nintali miró hacia abajo y vio el brazo gris, que atravesaba su pecho. Temma colocó su mano izquierda sobre el pectoral derecho de Nintali, retiró su mano derecha del pecho de Nintali extrayendo su corazón que aún latía. El cadáver de Nintali cayó al suelo ante la vista horrorizada de los presentes. Tras unos segundos de silencio, el mensajero se arrodilló.
—Larga vida al nuevo tahal de Benkiran, Temma, el dios serpiente.
Tras él, los demás se arrodillaron y veneraron a Temma.
—¡Larga vida al tahal, larga vida al dios serpiente! —repetían.
«Cómo detesto que me llamen serpiente, pero Xavier tenía razón. Aquí no tenemos que escondernos, aunque esto de que nos confundan con dioses es ridículo», pensó Temma mientras mordía el corazón de Nintali. De repente, miró hacia el norte, como si mirara a lo lejos a través de las paredes.
—El Gran Padre siempre nos da lo que necesitamos —dijo en voz baja.
5.0 (2)
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Avatar de heguendm
heguendm 2025-09-04 21:46:10

Los dragones originalmente son reptiles hermafroditas. Eso se explico en el capitulo en el que se trasforman en humanoides. Como son una "Copia" de Xavier, tienen algunas de sus facciones y "estructura" corporal.

Avatar de Valentino-Prádena
Valentino-Prádena 2025-09-04 21:10:08

En todo el relato creía que Temma era femenino. Bueno, gracias por la aclaración, Luis. Estos últimos capítulos han estado buenísimos.

Avatar de heguendm
heguendm 2025-09-04 14:36:37

Temma es masculino, es como el nombre ruso Sasha. (abreviatura del griego alexandre)

Avatar de heguendm
heguendm 2025-09-04 14:32:53

Temma es masculino, es como el nombre ruso Sasha. (abreviatura del griego alexandre)

Avatar de Valentino-Prádena
Valentino-Prádena 2025-09-04 14:27:56

Joder, qué buen giro de la trama. Temma convertida en una diosa.