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Reino de fuego y sombras II - Salamandras - cap42 - Fictograma
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Reino de fuego y sombras II - Salamandras - cap42

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heguendm

Publicado el 2025-09-12 11:59:53 | Vistas 438
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Contradicciones:

Xavier y Delfín se encontraban en la entrada de la cueva. Xavier aún sostenía el cristal en sus manos, pero dejó de moverse.
—¿Pasa algo? —preguntó Delfín.
—¿Delfín? No puedo ver nada.
—No me extraña, tus ojos están ardiendo.
—Delfín, escucha, con quién estuviste hablando hace unos minutos no era yo... Es algo, el Gran Padre, el caos, Clinton... Es todos a la vez, Clinton se equivocó, cometió un error; lo que ha hecho no se puede controlar, esto va a matarnos a todos.
Delfín sujetaba su daga.
—Sé lo que estás pensando, pero no lo hagas. Clinton, el Gran Padre y esta cosa están en mi cabeza. ¿Recuerdas el diagrama? Tengo una idea, estoy viendo cosas que ocurrieron, las salamandras... solo Uruk sigue vivo. El Gran Padre y el caos están fusionados a la fuerza en algo monstruoso, pero a la vez están en conflicto. Clinton no es del todo compatible con ellos y conserva parte de su independencia, es como una pelea entre tres. Cuando llegue el momento, usaremos esa última carta; reza que todo salga bien.
Xavier dejó de hablar y se quedó estático. Dentro de su cabeza, en un lugar oscuro que recordaba a la Selva de Morr, pero llena de miasma, participaba en una conversación entre cuatro entidades diferentes, aunque conectadas. Él era tanto participante como espectador, y tenía ideas confusas de lo que ocurría. Todas las entidades presentes intentaban obtener dominancia unas sobre las otras, sin éxito.
—¡Vaya, vaya! Xavier De Vonder. De todas las posibilidades, tú llegaste hasta aquí.
La imagen de Clinton se presentaba joven, como era cuando Xavier lo conoció en la torre de la guardia durante la ceremonia de identificación de afinidad muchos años atrás. El Gran Padre se retorció de forma metafórica y le mostró una imagen a Xavier, impulsándolo a hablar.
—Preséntate como realmente eres. Ya no perteneces a los vivos.
Clinton se trasformó en un no muerto frente a sus ojos.
—No te ves muy bien.
—Las consecuencias de no ser del todo compatible con el caos, irónico, pero es una gran ventaja ser un mago dual —se quejó Clinton.
—¿Tienes alguna idea de lo que has hecho?
—¡Bah! No me des sermones, Xavier. Sobre todo tú, sabemos que no eres ningún santo.
«Idiota, ese no soy yo», pensó Xavier. Las palabras eran suyas, salían de su boca, él las había pensado, pero no fue quien tomó la decisión de decirlas, Xavier estaba ocupado intentando mantener al gran padre lejos de algunos de sus pensamientos. No era muy difícil, después de todo el gran padre tenia que lidiar con el caos y con Clinton a la vez, Xavier era un jugador extra en el que nadie se concentraba mucho aun.
—El miasma y el caos te controlarán y lo contaminarán todo.
—¿Y qué? —preguntó Clinton. —¿Qué hay de malo con eso, Gran Padre? —Clinton habría sonreído, pero no tenía labios. Caminaba alrededor del Gran padre, quien se presentaba como Xavier.
—Estamos semiunidos, sé muchas cosas sobre ti; sé de dónde vienes, sé que antes formabas parte del mundo del caos, un fragmento independiente que contamino el núcleo mágico de este mundo. Sé que la aparición de la magia en el mundo humano es culpa de tu intromisión. Sé cómo contaminaste a los dragones originales, te parecían solo reptiles salvajes y trataste de transformarlos en algo más, para tu propio interés. Al final de la Gran Guerra entre mundos, los dejaste morir solo para ver que sucedía, así nacieron esas cosas, esas salamandras. Los humanos te parecían interesantes, aunque igual que los dragones, solo eran el siguiente escalón de tu experimento. ¡Ouch! Lástima que la magia arcana fuera demasiado para ti. Nos subestimaste demasiado. —Clinton empezó a reír como un maníaco. —Ahora, mírate; eres un fragmento de un falso dios luchando con el caos por un trozo de la mente de un hombre. Qué bajo has caído.
—¡Eres un tonto! —gritó el Gran Padre.
Clinton miró fijamente a Xavier, mientras su boca decía algunas palabras en voz baja. Los ojos de Xavier se apagaron y volvieron a ser humanos.
—¿Qué pasó?
—Nada, forcé a ese imitador de Dios a retroceder —la voz de Clinton sonaba eufórica, había miasma saliendo de sus ojos, daba una sensación de pavor.
«Eso no es solo Clinton, es miasma puro». Pensó Xavier.
De nuevo Clinton susurro algo ininteligible.
Un montón de información entró en la mente de Xavier y el Gran Padre se retorció en su interior, pero seguía suprimido por Clinton y el caos.
—¿Qué es esto? —preguntó Xavier.
—Sabes muy bien lo que es; te lo acabo de decir. Estamos conectados y eres más compatible con todo que yo; lo siento, pero tu magia de sombra se fusionará con el Gran Padre, dándole estabilidad y controlando mejor el caos. Tomaré ventaja de su afinidad por el fuego y me pegaré justo detrás. Llegado el momento eliminare a ese parásito. Sé un buen chico y deja que las cosas sucedan.
—¡Pff! No tengo interés en ayudarte.
Clinton se echó a reír.
—A nadie le importa lo que quieras, el Gran Padre lo hará por ti. —Clinton se acercó a Xavier. —¿Sabes?, no somos tan distintos, puedo sentir todas las cosas que has hecho para sobrevivir; tiene sentido, después de todo, somos familia.
—¿De qué hablas? —preguntó Xavier, confuso.
—Liev era un degenerado, un depredador sexual, un asesino genocida, lo mejorcito del mundo de los hombres. A pesar de la baja tasa de reproducción de los magos, tuvo muchos descendientes. Tú, yo, incluso ese fracasado de Delfín. ¿Sorprendido? Yo también, supongo que somos como primos o algo así. Perfecto para mí, así somos más compatibles.
—¡Imposible! —contestó Xavier a la noticia.
—Sabes que es cierto, ¿puedes sentirlo, verdad? El Gran Padre está conectado a ambos y nuestra sangre nos conecta también, sabes que tenemos el mismo origen. Como sea, al final, me quedaré con tu cuerpo, estar muerto no es muy divertido. —Clinton se echó a reír.
—El Gran Padre intentará rebelarse, incluso usara lo que acaba de aprender y lo poco que sabes sobre magia arcana para oponerse a mí. Pero fracasará y acabará regalándome tu cuerpo en el intento.
Decir que Xavier estaba asustado era poco, el problema no eran las palabras de Clinton, sino el hecho de que esas palabras no parecían venir de él. Lo de quedarse con su cuerpo parecía venir del Gran Padre y del miasma a la vez. «Clinton se está perdiendo a sí mismo y diluyéndose entre estos monstruos». Mientras, Xavier luchaba por mantenerlos a todos fuera de lo más profundo de su mente.
Mientras esto ocurría, en el campo de batalla, se libraba una gran guerra desorganizada. Sin el control de Clinton, el miasma empezó a extenderse sin límites. Los zombis y dragones reanimados atacaban a todo lo viviente, solo el gólem permanecía inactivo, protegiendo a Clinton.
—¿Qué está sucediendo? — preguntaba Lidia incrédula ante la situación.
—Clinton nos ha traicionado. Está atacando a las tropas de los otros reinos y a la Dinastía a la vez. Muchos magos y soldados han desertado corriendo por su vida. Hemos perdido a la maestra Emeral y a los De Vonder, solo tenemos a los maestros Gaelion y Amelia. Telman ha desaparecido. La maestra Pelana es la última de los magos titulados, pero está exhausta. Esto es un desastre —contestó uno de los brujos de la Corte.
—Envíen a los brujos, a todos —ordenó Lidia.
—Solo nos quedan veinte brujos de la Corte. Los demás brujos reclutados han abandonado el campo de batalla, excelencia.
Estas noticias hicieron la cara de Lidia tornarse pálida; con cada segundo que pasaba, veía el miasma avanzar sobre el campo de batalla a un ritmo frenético.
—Activen la función de sacrificio de los caballeros —ordenó Lidia.
—Excelencia, nos quedaremos sin caballeros, no podemos...
—¡Haz lo que se te ordena! Activa la función de sacrificio de las armaduras. Que los brujos de la Corte usen las vidas de los caballeros para atacar a Clinton, destruyan ese gólem y maten a ese mocoso de una vez por todas.
Tras estas órdenes, los caballeros de la Dinastía que portaban armaduras encantadas empezaron a caer en masa. Los brujos de la Corte se lanzaron contra el miasma y contra el gólem. El uso de magia arcana con tanta frecuencia, la magnitud y potencia de los hechizos ahora empleados, hizo a los brujos perder el control y caer en el frenesí.
Tornados de fuego, explosiones, grandes rocas que colisionaban entre ellas, zonas congeladas, lanzas de hielo y carámbanos, todo movido y agitado por vientos huracanados, rayos que caían del cielo, ataques dignos de magos titulados trasformaron el relieve del campo de batalla en minutos.
El dragón en el que Uruk volaba fue atrapado por los vientos y cayó al suelo, su cuerpo cubrió a Uruk de la mayoría de los ataques, aunque, aun así, sufrió varias heridas. Por fin, la vitalidad de los brujos se agotó y cayeron al suelo sin vida.
Zombis, dragones, entes, esqueletos... Todo el ejército que vivía en el interior del miasma había sido reducido a nada. El miasma mismo había perdido casi todo su progreso. El gólem de Clinton sufrió grandes daños y se redujo a un montón de escombros.
—¡Mierda! —Clinton desapareció de la mente de Xavier.
El cuerpo de Xavier volvió a moverse.
—¿Qué ocurrió? ¡Xavier! ¿Qué pasa? —preguntaba Delfín.
—Nada, vamos, tenemos cosas que hacer, hay que detener a Clinton.
«Este no es Xavier», pensó Delfín mientras le seguía el juego al desconocido que usurpaba su cuerpo. El cuerpo de Xavier empezó a dibujar diagramas y runas en la entrada de la cueva. Con solo una mirada de aquellos ojos incandescentes fue suficiente para que los dos dragones zombis se quedaran inmóviles.
—Ahora solo nos falta un sacrificio.
Delfín se mostró perturbado ante estas palabras e hizo clara su oposición a cumplir ese rol, sosteniendo firmemente el mango de su daga.
—No seas tonto, Delfín. Se necesita una vida con mayor vitalidad que la tuya, aunque debería ser de un ser pensante; en este caso, la vitalidad de un dragón menor debería servir.
Tras las palabras pronunciadas por el usurpador del cuerpo de Xavier, el dragón en el que habían viajado hasta aquí regresó y se postró obediente ante el gran padre.
«Así que tú eres el Gran Padre», pensó Delfín mientras lo veía colocar la mano sobre el dragón.
Sin palabras, sin encantamientos, la vida del dragón se extinguió. Desde el cristal que el Gran Padre sostenía, todas las energías mágicas de todos los elementos viajaron hacia el cuerpo de Xavier. Empezó a arder, escarcha se formaba en sus manos un segundo, luego se encendían en flamas, la tierra a sus pies se movía, corrientes de viento soplaban.
—No está tan mal— dijo abriendo y cerrando sus manos. —Ahora voy a encargarme de ese pequeño mocoso —el Gran Padre subió a la silla a lomos del dragón muerto; el cual con su piel ahora gris y seca, sin lustro en sus escamas e invadido por el miasma, empezó a moverse.
Cuando el Gran Padre intentó usar las riendas, algo lo detuvo.
—Sube, no tenemos todo el día —ordenó a Delfín con el ceño fruncido.
Delfín subió al dragón zombi, montando detrás del Gran Padre. El dragón alzó el vuelo en dirección al campo de batalla y los otros dos dragones zombis que hacían guardia en la entrada de la cueva lo siguieron. El Gran Padre manejaba las cadenas que hacían de riendas con su mano derecha, mientras sostenía el cristal con el corazón de Clinton en su mano izquierda. El cristal ahora solo tenía miasma cubriéndolo, no quedaban siquiera trazas de los demás elementos.
5.0 (2)
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Valentino-Prádena 2025-09-12 12:25:48

Una historia de la trama genial, donde todo va calzando pero que también sorprende por su originalidad. Buen trabajo, heguendm.

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heguendm 2025-09-12 12:00:28

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