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Reino de fuego y sombras II - Salamandras - cap43 - Fictograma
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Reino de fuego y sombras II - Salamandras - cap43

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heguendm

Publicado el 2025-09-13 09:03:42 | Vistas 488
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La consciencia de Clinton volvió al campo de batalla, su cuerpo aún parcialmente insertado en el gólem había sido protegido por el gigante de piedra hasta el ultimo momento. Los entes restantes se encargaron de sacarle de la roca.
—¡Bah! Estos monstruos son inútiles.
El campo de batalla era un caos, poco quedaba de su ejército. Su gólem estaba destruido, apenas había miasma a su alrededor para mantener dos entes funcionando. Clinton se preparaba para regresar a las profundidades del miasma, cuando una flecha de hielo atravesó su pecho desde la espalda. Clinton se dio la vuelta.
Su cuerpo esquelético, su piel gris, la mitad de su cráneo expuesto, sus cuencas oculares vacías... Todo ello hicieron a Gaelion y Amelia poner una cara de desagrado, mientras jadeaban intentando recuperar el aliento.
—¿Se puede saber qué estáis pensando? —preguntó Clinton con tono condescendiente.
Una nueva lanza de hielo atravesó su cara. Los entes se lanzaron sobre los maestros, dos lanzas de hielo los detuvieron, los entes se congelaron, el hielo se fracturó haciendo caer a los entes en trozos.
—Maestro Telman, gusto en verlo.
—Puedes ahorrártelo, Gaelion; cuando acabemos con esa cosa, arreglaremos cuentas con la Dinastía. —Aún tenía fragmentos de su armadura de hielo cubriendo su cuerpo, su brazo izquierdo había sido reemplazada por un brazo de hielo.
Telman levantó su mano derecha apuntando hacia Clinton, quien trataba de incorporarse. El escaso miasma del ambiente se juntaba en las heridas infligidas por los ataques de hielo de los maestros, Clinton se regeneraba a una velocidad visible a la vista.
—Dejen de hacer eso, es inútil —dijo mientras intentaba reunir energía mágica de fuego, sin éxito. «¿Qué sucede? ¿Por qué mi magia de fuego no funciona?» se sorprendió Clinton. «¡Ese parásito me la ha jugado! Necesito ganar tiempo».
Telman y Gaelion atacaron de nuevo a Clinton.
—Ya les dije que eso no funcio... —Clinton no pudo terminar sus palabras, su cuerpo se cubrió en flamas.
—Si el hielo no funciona, ¿qué tal un poco de fuego?
—Al fin te unes a la fiesta, Lidia.
—Callate Gaelion. Por culpa de este mocoso, casi toda la Corte ha muerto, el ejército está acabado y perdimos a los magos titulados y maestros de academias menores.
—Habla por la Dinastía. Pelana y yo aún seguimos vivos —comentó Telman unos segundos antes de que una flecha de acero gigante se clavara en su espalda y lo empujara varios metros hacia adelante.
—¿¡Qué has hecho!? —preguntó Gaelion con una mezcla de sorpresa e incredulidad.
—¡Lo necesario! —gritó Lidia. —Pelana también está muerta, no podemos perder a todos nuestros magos titulados y dejar a los de los otros reinos con vida. Hay que pensar en el futuro.
—¡Pero no aún! Clinton sigue vivo, el miasma aún es un problema —protestó Amelia.
Lidia sonrió.
—No realmente. Los brujos de la Corte Oscura encontraron algo interesante. Resulta que nuestro amigo Clinton ha unido su vida al caos y al Gran Padre, eso lo hace casi inmortal, pero a cambio se trasformó en el núcleo del mundo del caos, está débil, no logrará volver al miasma; podemos matarlo aquí y ahora. Si muere, el caos y el Gran Padre morirán con el. Muerto el perro, se acaban las pulgas.
Mientras las flamas se apagaban, Clinton empezó a reír como un maníaco. El miasma había dejado de avanzar en todas direcciones y había formado una columna que se prolongaba desde la masa principal del miasma para llegar a Clinton, quien había sido reducido a un esqueleto con restos calcinados de carne por la magia de Lidia.
—Si la energía elemental no estuviera tan alterada, habría acabado con él, pero la siguiente no fallaré— Lidia sudaba de forma profusa y su respiración era agitada, reunir energía elemental de fuego en aquel ambiente era una tarea de inmensa dificultad.
—Ya veo, así que ese es tu plan —la voz de Clinton era rasposa, el miasma apenas había recuperado parte de su musculatura, pero se regeneraba rápido, mientras la columna de miasma que llegaba a Clinton se hacía más gruesa cada segundo.
—Pero tu plan tiene un pequeño defecto, Lidia. —Clinton reía a carcajadas. —Van Vatnik tenía razón. La magia elemental y el miasma tienen el mismo origen, están unidas; si yo muero, el miasma y el caos desaparece y, con ellos, la magia elemental. Tu querida magia desaparecerá, dime Lidia. ¿qué vas a hacer ahora?
Lidia, Gaelion y Amelia se quedaron congelados en duda. Clinton no era de fiar, pero todas sus teorías sobre magia arcana resultaron ser reales. Los tres magos se imaginaron a sí mismos sin el poder de la magia, como personas normales y corrientes.
—No me creeré tus mentiras —contestó Lidia.
—Adelante entonces, Lidia, hazlo, condena a toda la Dinastía al fracaso. Incluso esos salvajes del Reino del Sur podrán atacar a la Dinastía, sobre todo ahora que no tiene un ejército —comentó Clinton, quien con cada segundo se hacía más fuerte.
«Mátalos a todos», decía una voz en su cabeza, causándole confusión. Clinton se sorprendió a sí mismo avanzando hacia Lidia, como si fuese un zombi. Se detuvo, «¿qué me pasa?».
Una nueva columna de fuego cubrió a Clinton, la intensidad de las flamas era mucho mayor que las de Lidia. Los tres magos de la Dinastía miraron hacia la izquierda. Uruk se acercaba, caminando con dificultad por sus múltiples heridas.
—¡No, detente! —gritó Lidia.
El fuego de Uruk aún ardía cuando Clinton volvió a reír como un maníaco, la columna de miasma se hacía cada vez más grande.
—¡Van a morir todos!— grito Clinton mientras reía.
Un dragón zombi cargando dos hombres a sus espaldas llamó la atención de todos, unos segundos después aterrizaba junto a Clinton. El miasma era lo bastante denso a su alrededor como para mantener al dragón activo. Los otros dos dragones se quedaron en la parte más densa del miasma sin poder avanzar. —¿Xavier? No, el Gran Padre. —Los ojos de Uruk se abrían en sorpresa, mientras los magos de la Dinastía se desesperaban.
Con la llegada de Xavier, Delfín, Uruk y ese dragón zombi, la situación se había puesto en su contra. Se miraban unos a otros con ojos que decían; «Ahora, ¿qué hacemos?». Habían traicionado a los de Vonder tantas veces que no podían esperar nada de ellos.
—Has crecido muy bien, Uruk —dijo el Gran Padre con una sonrisa.
—Ahora que estás aquí, podemos acabar con Clinton y reconstruir el mundo de los dragones —dijo Uruk con lágrimas en los ojos.
—Me temo que eso no será posible. Si Clinton muere, la magia desaparecerá —afirmó el Gran Padre.
—¡Los mataré a todos! —gritó Clinton.
Su cuerpo, ahora desnudo, se había regenerado por completo. Su piel gris y muerta, llena de tatuajes y cicatrices en forma de runas y diagramas, parecía un grotesco intento de arte sádica. El miasma entraba en su cuerpo en grandes cantidades, como si fuese una esponja.
—¡Hey! —gritó el Gran Padre. —¿Recuerdas esto?
Clinton giró la cabeza hacia la mano izquierda del Gran Padre, quien sostenía el cristal con el corazón latente de Clinton.
—¿Lo quieres, verdad?
La imagen de su corazón hizo a Clinton volver a tomar control sobre su cuerpo, la cantidad de miasma que entraba en él se redujo.
—Así está mejor —dijo el Gran Padre, sus manos empezaron a temblar.
Colocó su mano derecha tras su espalda y movió sus dedos como invitando.
Delfín se acercó a Xavier y colocó su mano sobre su espalda.
—Nal canto a gaw —pronunció Delfín en voz baja. Los ojos de Xavier se apagaron. Ya no había aquella flama de hace un momento.
—El Gran Padre y yo estamos orgullosos de tus hermanos —dijo Xavier mirando a los ojos de Uruk. —Dieron lo mejor de sí en el último momento por un bien mayor.
Mientras tanto, en la mente de Xavier se llevaba a cabo una conversación entre él y el Gran Padre.
—Tú... ¿qué crees que estás haciendo? —reclamaba el Gran Padre.
—¿Acaso creías que te dejaría hacer lo que quieras con mi cuerpo? —le preguntó Xavier.
—No seas tonto; sin mí, los dragones nunca volverán a su antigua gloria. Sacrificar tu vida no servirá de nada.
—Guarda tus mentiras para otro, sé lo que eres. Un parásito que logró sobrevivir y huir del caos, contaminaste al Gran Padre. Usaste a los dragones como un experimento, los hiciste dependientes de ti y los usaste para eliminar a los gigantes, porque eran una molestia para tu control absoluto.
El Gran Padre intentaba tomar posesión del cuerpo de Xavier.
—Deja de intentarlo, solo la magia arcana puede con la magia arcana. Los diagramas están en mi cuerpo, bajo mi control. Ahora, gracias a ustedes, sé cómo usar hechizos sin encantamiento. Perdiste, vuelve con Clinton. El cristal en la mano de Xavier volvió a cubrirse con los colores de los diferentes elementos. Xavier se acercó a Clinton y extendió el cristal. Clinton extendió la mano y tocó el cristal.
«¡Mierda, magia arcana!». Clinton intentaba retirar su mano del Cristal, sin éxito.
—¡Parásito estúpido! —exclamó Clinton, sintiendo la energía del Gran Padre que intentaba luchar por el control de su cuerpo.
Xavier empezó a toser, Uruk se lanzó en un salto con todas sus fuerzas mientras la energía de fuego en su pecho aumentaba. Uruk agarró el cristal y cambió de dirección cargando contra Clinton. Por un segundo todos estaban unidos por el cristal ovalado que contenía el corazón de Clinton. Cuando se separaron Delfín tiró de Xavier con todas sus fuerzas, arrastrándolo hacia los magos de la dinastía.
—¡Amelia! —gritó Delfín.
La maga de la Dinastía reaccionó de inmediato y un pequeño domo de tierra la cubrió a ella; a Delfín, Xavier, Gaelion y Lidia. Delfín tocó la pared del domo, la energía mágica se distorsionó un poco más, el grosor del domo aumento.
Fuera del domo, Uruk caía al suelo junto al cuerpo de Clinton, con una sonrisa. El cristal con el corazón de Clinton, que estaba cubierto por los colores de todos los elementos, quedó atrapado entre sus cuerpos. Varias imágenes pasaron por la mente de Uruk, la sonrisa de su cara desapareció, cambiando a una cara de sorpresa y decepción. En ese preciso momento, una gran explosión tuvo lugar y el cuerpo de Clinton, Uruk y el Cristal se desintegraron.
Dentro del domo, la temperatura empezó a subir. Gaelion usó su magia de hielo para recubrir el domo con la capa de hielo más gruesa que la inestabilidad de los elementos le permitía crear. Unos segundos después, todo había terminado. La maestra Amelia perdió el conocimiento, Gaelion estaba vomitando. El domo de tierra se desmoronó. Delfín se veía aun mas envejecido que antes, respiraba con dificultad.
Lidia, Xavier y Delfín miraron frente a ellos. Un gran cráter les rodeaba, solo la zona protegida por el domo de Amelia había resistido la explosión. No había rastro de Clinton, Uruk, ni del cristal. El miasma se disipaba lentamente. En la distancia, los dragones zombis yacían en el suelo, inmóviles.
—¿Qué pasó? —preguntó Delfín.
—He sido un ladrón, fugitivo y criminal la mayor parte de mi vida adulta. Mantener ocultas mis intenciones de un parásito que se cree un dios fue difícil, pero no imposible. —Xavier empezó a toser, su boca se llenó de sangre. Le resultaba difícil respirar, cayó al suelo tosiendo y escupiendo sangre.
Mientras Delfín le ayudaba, Lidia levantó sus manos hacia Xavier.
—Aléjate, Delfín, eres un buen maestro y un mago poderoso, podríamos usar a un hombre como tú en la Dinastía.
Lidia se preparaba para atacar. Sin embargo, la escasa energía de fuego que había logrado reunir en los segundos previos se disipaba. La cara de Lidia se tornó pálida.
—¡Hum! Parece que ya no hay magia —dijo Delfín caminando hacia Lidia con una sonrisa y su daga en mano.
—¿Qué haces?— preguntó Lidia mientras retrocedía. —Piensa en lo que vas a hacer, Delfín, soy una maga muy importante de la Corte Real.
Delfín se detuvo y, tras pensarlo unos segundos, guardó su daga.
—De acuerdo, pero tendremos que negociar algunas cosas.
Lidia sonrió y empezó a acercarse a Delfín.
—Primero, debemos encargarnos de los problemas pendientes —dijo mirando a Xavier, quien seguía en el suelo sentado intentando respirar mientras veía la situación.
—Por supuesto. —Delfín se lanzo sobre Lidia y la hizo caer, volvió a sacar su daga y la apuñaló varias veces. La mujer intentó resistirse sin éxito, mientras la daga de Delfín llenaba su obeso cuerpo de agujeros. Unos minutos después, Lidia había muerto.
Delfín se puso de pie, estaba cubierto de sangre, miró hacia Gaelion y Amelia con los ojos de un demente.

—Nosotros no tenemos nada que ver con esto. Las decisiones de Lidia no son las nuestras —se excusó Gaelion. Amelia empezaba a recuperar el conocimiento.
Delfín limpió su daga, los ignoró y caminó hacia Xavier.
—¿Estás bien?
—No, me estoy muriendo.
—Ya lo veo.
Xavier hizo señal a Delfín para que le ayudara a levantarse. Apoyándose en él, miraron hacia el mundo de los dragones, el miasma ascendía al cielo y se disipaba dejando atrás tierra negra, calcinada y estéril. Se dieron la vuelta y empezaron a caminar hacia el Desierto Infinito.
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Valentino-Prádena 2025-09-13 18:12:12

Otro capítulazo. Ya el final práctico de la novela. Voy a decirte que me la pasé muy emocionado leyendo. Casi todos los personajes de la novela acabaron muertos debido a su excesiva ambición. Solo ha quedado Xavier, quien se encuentra malherido. Ojala no muera. Aunque pillo, me ha caído bien su curva de aprendizaje. Ha pasado de ser un hombre arruinado y sin fortuna, a ser un Gran Señor y por ultimo un salvador del mundo. Acabó también con la magia en toda la Tierra por lo que ahora ya tenemos una explicación del porqué este mundo es tan apegado a sus leyes físicas. Excelente novela, heguendm. Un saludo.