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Reino de fuego y sombras II - Salamandras - cap37 - Fictograma
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Reino de fuego y sombras II - Salamandras - cap37

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heguendm

Publicado el 2025-09-06 09:02:18 | Vistas 393
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Arreando gatos:

En el palacio real de Telassa, una reunión en privado entre la realeza y miembros de los reguladores tomaba lugar.
—Majestad. —Se inclinaron en reverencia los dos reguladores uniformados.
—Astrid y Geralt. Sus nombres han estado en boca de los miembros de la Corte últimamente —les reconoció la recién coronada reina de la Dinastía de Poem, Mable Van Telas.
—Nos halaga que conozca nuestros nombres, su majestad —contestó Astrid sin levantar la cabeza.
—Dejemos las tonterías —dijo la reina cambiando de actitud. —Sé que has estado presionando a mucha gente y dejando caer trozos de información aquí y allí para llamar mi atención. También sé que sabes sobre las dos cortes desde hace mucho tiempo e incluso sabías de Van Ferra antes de que escapara. Ve al grano.
—Como desee su majestad. —Astrid levantó la cabeza y usó toda su fuerza de voluntad para no mirar a la reina con odio o desprecio. —Su majestad está en lo correcto, pero lo importante no es el pasado; lo importante es el futuro.
La reina la miró con cierto interés.
—Explícate.
—Es cierto que Clinton escapó al mundo del miasma, lo vi con mis propios ojos. Lo conozco desde hace años, desde la Torre de Liev. No ha ido al mundo de los dragones a morir en el miasma; es inteligente, cruel, despiadado y un maníaco sediento de poder —Astrid comentó.
—Ve al grano. No me estás diciendo nada nuevo —replicó la reina con poca paciencia.
—Bien, Clinton Van Ferra volverá tarde o temprano, puede que vuelva como un mago brujo incluso más peligroso que Van Vatnik; en el peor caso posible, puede que vuelva con todo el ejército del mundo del caos bajo su control. ¿Cree que podemos enfrentar algo así?.
—Creo que exageras la capacidad de tu amigo —se burló la reina.
—No es mi amigo —replicó Astrid con cierto enojo.
La princesa sonrió.
—¿Eso es todo lo que querías decirme?
—No. Sé que aún no logran averiguar a qué reino huyeron los De Vonder —dijo Astrid con una sonrisa.
Esto llamó la atención de la reina.
—No importa, creemos que huyeron al otro lado del mar, aunque nuestros espías aún no han logrado localizarlos; lo más probable es que estén en algún lado del Imperio Nu.
—Error. Están en el Reino del Sur —comentó Astrid sonriendo.
La reina se echó a reír.
—¿El Reino del Sur? Esos salvajes odian a los magos, no hay forma de que los De Vonder sobrevivan allí.
—Pero lo han hecho. No solo eso, también han conquistado todas las ciudades importantes, los De Vonder son los nuevos tahales del Reino del Sur.
La reina se mostró nerviosa.
—¿Estás segura de lo que dices?
—Totalmente, nadie se molestó en buscarlos allí, ningún mago con sentido común migraría a tal lugar. Pero los De Vonder nunca fueron normales, así que decidí explorar esa posibilidad. No solo eso, descubrí algo aún más interesante, los De Vonder son cuatro.
—¿Qué? —preguntó la reina sorprendida.
—Los piratas que los transportaron al Reino del Sur junto a todo el tesoro que robaron de la Dinastía fueron muy claros. Los de Vonder son cuatro, tres hermanos, magos muy poderosos y Xavier De Vonder, el tío querido y actual líder de la familia. Averiguamos tanto como pudimos, pero los De Vonder cubrieron bien sus huellas; hasta donde logramos averiguar, el tercer hermano operaba como traficante en el reino de Orphen, mató a Garland El Rojo y se hizo pasar por él durante varios años —explicó Astrid.
La reina había perdido aún más color de su ya pálida cara.
—No solo eso, su majestad, las cosas se ponen aún peor.
La reina miró con cara de incredulidad.
—En solo cuatro meses, los De Vonder han conquistado y aplicado reformas al Reino del Sur. Modificaron su sistema de producción agrícola y han logrado forzar un cambio de creencias en los habitantes por la fuerza, los magos ya no son asesinados e incluso están planeando crear su propia academia.
Las noticias no eran agradables para la reina, lo último que necesitaba era otro reino del que preocuparse. La falta de desarrollo, los escasos recursos y la prohibición de la magia habían dejado al sur estancado en el pasado. Por eso nadie se molestaba en invadir a esos fanáticos de los antiguos dioses.
—Eso podrá suponer un problema en el futuro. Pero tenemos cosas más importantes de que preocuparnos ahora. La muerte del maestro Robalt nos ha debilitado, los demás reinos pueden estar pensando en invadirnos —dijo la reina restando importancia a las noticias de los de Vonder.
—Majestad, creo que esa es la aproximación equivocada —opinó Astrid. La reina la miró con intriga.
—Vuelvo a señalar que la mayor amenaza que tenemos no son los otros reinos, ni los De Vonder. Nuestro mayor enemigo es Clinton.
La reina no quería retomar ese tema, se notaba en su cara.
—Clinton volverá más poderoso de lo que nadie fue nunca. Traerá un ejército imparable, esta vez no tenemos nada con qué luchar. No hay dragones, no tenemos suficientes magos titulados, los ejércitos de los otros reinos están diezmados... Perderemos la guerra —insistió Astrid.
—¿¡Y qué quieres que haga!? —gritó la reina. —Si Clinton regresa, lo enfrentaremos en ese momento, tengo otras cosas de que preocuparme.
—Puedo hacer que los De Vonder se pongan de nuestra parte. Tres magos titulados de fuego son mejores que cualquier ejército.
—¿Y cómo piensas hacer eso? Los De Vonder no pelearán por la Dinastía tras todo lo ocurrido —señaló la reina.
—No. Pero pelearán por venganza. He hablado con Xavier De Vonder antes; Clinton arruinó su vida, ahora que se sabe que está de vuelta, puedo convencerlo de que se nos una en la batalla —mintió Astrid.
Geralt miró a Astrid mientras pensaba: «Eso es mentira, ¿Qué estás planeando ahora?».
La reina se quedó pensativa.
—¿Qué quieres?
Astrid sonrió.
—Material de estudio de magia arcana, quiero todos los apuntes de Van Vatnik y Clinton que la Corte Oscura tiene en su poder.
—¿Para qué quieres eso? —preguntó la reina.
—La única forma de hacer frente a un brujo es con otro brujo. Conozco a un hombre talentoso, con experiencia y difícil de matar, que odia a Clinton tanto como yo —volvió a mentir Astrid.
La reina negó con la cabeza.
—Si esa información cae en manos equivocadas, tendríamos a unos cuantos Van Vatnik corriendo por el continente. Ya tenemos brujos en la Corte Oscura.
—Los magos de la Corte Oscura han demostrado su incompetencia más de una vez; si dependemos de ellos, moriremos todos. Y usted lo sabe, majestad.
La reina emitió un suspiro de derrota.
—Trae a tu amigo, los miembros de la corte lo entrenarán —ofreció la reina.
—No vendrá —negó Astrid.
—Pues no obtendrás lo que quieres —replicó la reina.
—Pues moriremos todo —dijo Astrid encogiéndose de hombros.
—Parece que olvidas que soy la reina. Recuerda quién eres y lo que te pasará si me irritas.
—Lo recuerdo perfectamente, su majestad. Pero no importa. Pronto Clinton Van Ferra volverá y todo el continente será consumido por las llamas y las sombras del miasma. Sabe que tengo razón, sé que los magos de la Corte han estado estudiando los trabajos previos de Clinton y, aunque falta mucha información, es obvio que parece creer tener una forma de controlar el miasma. Estuvo modificando y estudiando los hechizos de Van Vatnik todos estos años; si no fuera por eso, no estaríamos teniendo esta conversación —advirtió Astrid.
—¿Cómo sabes eso? —preguntó la reina con cierta alarma.
—¿Acaso tiene importancia? Estamos contra la pared, su majestad. Y usted lo sabe —contestó Astrid. «Las cosas en el palacio están tan divididas que cualquiera accede a ser un espía por unas cuantas monedas de oro. Nadie confía en una reina que asesinó a su propio padre; las cosas no han ido como querías, princesa. Sin ambos maestros titulados apoyándote y parte de los nobles asustados por la posible venganza de los De Vonder, tu trono pende de un hilo».
—¿En realidad puedes traer a los De Vonder a nuestro lado? —preguntó la reina.
—Lo garantizo —respondió Astrid.
—De acuerdo, tendrás lo que quieres —contestó la reina.
Esa misma tarde, Astrid y Geralt salían del palacio real con una amplia colección de documentos secretos y prohibidos. La princesa los vio marchar desde su ventana.
«Si no fuera por los De Vonder, te mandaría a ejecutar».
—Los De Vonder no querían tener nada que ver con Clinton, tampoco tenemos buenas relaciones con ellos... ¿Para qué necesitas toda esa información sobre magia arcana? ¿A qué estás jugando, Astrid? Si la reina se entera de que no puedes cumplir ninguna de tus promesas, nos decapitarán a ambos —preguntó Geralt, asustado.
—Tranquilo, Geralt, estos documentos serán nuestra puerta de negociación con el maestro Delfín. Luego, usaremos a Delfín para atraer a los De Vonder —contestó Astrid sonriendo.
—¿Delfín? ¿Cómo piensas usarlo? Xavier lo odia.
—Lo se— contesto Astrid.
—Estás loca, ¿lo sabes? —comentó Geralt aún confundido.
—Gracias.
Unos meses más tarde, en el interior del Bosque de Larimal en el Reino de Orphen, un hombre encapuchado se acercaba a una casucha de madera con el producto de la caza y trampas del día. Algunas de sus presas aún estaban vivas.
—Es usted un hombre difícil de localizar, maestro Delfín —dijo una voz desde dentro de la casa, tan pronto el hombre abrió la puerta.
—Astrid. ¿Qué quieres ahora? —preguntó Delfín.
Se veía barbudo, delgado, descuidado, sucio y hasta un poco maloliente.
—Ayudarlo —dijo Astrid señalando a los documentos que estaban distribuidos sobre la mesa.—Sé que has estado aprendiendo magia arcana el último año.
—¿Cómo sabes eso?
—Solo le perdí el rastro los últimos dos meses, maestro.
—¡No me llames así! —gritó Delfín.
—De acuerdo Delfín. Ha sido muy cuidadoso y discreto, así que no se preocupe; solo mis informantes y espías más leales conocen de sus actividades. Como le he dicho, quiero ayudarlo.
—¿Por que? —preguntó Delfín.
—Clinton Van Ferra...
—De nuevo con eso, no me interesa tu venganza personal, niña —le interrumpió Delfín.
—No tiene que ver conmigo esta vez —se apresuró Astrid a aclarar. —Clinton huyó del Palacio Real, burló a la Corte Oscura y escapó. Pasó años modificando y puliendo sus hechizos, abrió una puerta y entró al mundo de los dragones, que ahora está lleno de miasma. Va a volver, maestro, volverá más fuerte que nunca.
Esto llamó la atención de Delfín. «¿Y qué? Tal vez deberíamos dejar que regrese y acabe con toda la mierda que pudre el mundo».
—No veo por qué eso es mi problema.
—Te conozco, Delfín, sé que no dejarás que se salga con la suya, además puedes aprovechar la situación para darle una lección a la Dinastía, ¿Por qué otro motivo buscarías el poder de la magia arcana? Muchos inocentes han muerto por culpa de las acciones de Clinton, la Corona, la Corte Oscura y los maestros de la Torre. Es tu oportunidad —dijo Astrid sonriendo y señalando a la mesa.
—¿Qué es esto? —preguntó Delfín, reconociendo material para varios hechizos arcanos.
—Varias cosas; unas de Van Vatnik, otras de Clinton, otras de miembros de la Corte Oscura y algún otro recuerdo de mis misiones como reguladora.
—¿Cómo conseguiste todo esto? —preguntó Delfín mirando a los documentos y entendiendo parcialmente lo que decían.
—Corriendo un gran riesgo. La princesa está desesperada, tiene pocos aliados y muchos enemigos; he hecho un pacto muy peligroso.
—¿Qué quieres a cambio? —preguntó Delfín frunciendo el ceño. Mientras Astrid sonreía.
—Dígame una cosa, ¿le gustaría volver a ser maestro de una academia?
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heguendm 2025-09-06 14:19:38

Me muerdo la lengua y sigo escribiendo.

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Valentino-Prádena 2025-09-06 10:47:21

Este es uno de los capítulos que me ha encantado, porque todo va teniendo sentido. La novela no es ya aquella serie de componentes dispersos sino que tienen un fin que van encajando en este capítulo. Muy buen trabajo, heguendm.