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Reino de fuego y sombras II - Salamandras - cap40 - Fictograma
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Reino de fuego y sombras II - Salamandras - cap40

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heguendm

Publicado el 2025-09-09 16:15:42 | Vistas 340
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Una gran amenaza:

Un año tras la huida de Clinton al Desierto Infinito, la barrera entre mundos se debilitaba. El miasma empezaba a invadir el desierto de forma lenta a través de pequeños huecos. En la distancia, un par de reguladores se aburrían a muerte.
—Esta es la misión más estúpida que he tenido —se quejaba un mago de agua a su compañero.
—Podría ser peor, podríamos estar buscando brujos como los otros equipos —comentó el otro regulador, un mago de viento.
—Por cierto, ¿no se te hace raro? Tan pronto descubrimos una guarida de brujos, los superiores nos ordenan rodearlos, vienen, hablan en privado y luego se los llevan vivos. ¿Qué está pasando? —preguntó el mago de agua.
—No lo sé. La capitana Astrid está dando órdenes muy extrañas últimamente. Tras lo de Van Ferra y la Corte de Magos... ya no sé qué pasa, pero el futuro se ve más oscuro que esa nube —dijo el mago de viento.
—¿Nube? —Los ojos del mago de agua se abrieron en sorpresa. —Eso es miasma.
Los dos reguladores se miraron, montaron en un carruaje de túmulos y partieron hacia la Torre de Liev. Allí, tras informar a los maestros de la Torre, el mago de agua partió hacia la Ciudad Real; el mago de viento fue enviado a informar a Astrid en el cuartel de los reguladores.
Unas pocas horas después, varios reguladores, los maestros de la Torre, Lidia y otros miembros de la Corte Oscura se reunían en el desierto. La barrera se debilitaba, con cada segundo aumentaba la cantidad de miasma que invadía el mundo humano.
—¿Cuánto tiempo crees que tenemos hasta que la barrera se disuelva? —preguntó Astrid a Lidia.
—Es difícil saberlo, pero un día o dos como mucho.
—¿Qué hacemos ahora? —preguntó Heigdal.
—Prepararnos para la guerra. No podemos quedarnos de brazos cruzados, sea solo el mundo del caos o el regreso de Clinton, tenemos que luchar o moriremos todos —contestó Astrid.
—Los magos de la Corte y los brujos están listos.
Las palabras de Lidia hicieron a los reguladores sentirse incómodos. La idea de compartir el campo de batalla con sus eternos enemigos no era agradable. La traición de la Corte Real de Magos había generado mucho malestar entre los reguladores, muchos de ellos solo seguían en el cuerpo por la obligación de su contrato con la Corona.
—Los maestros de la Torre pelearemos en el frente desde el inicio. Iré a los reinos vecinos, solicitaré a los otros magos titulados que se unan a la pelea —Emerald comentó.
Mientras, las tropas de la Dinastía se preparaban para la batalla inminente. En el Reino del Sur, en Mahaila y en la cueva en el volcán, Xavier, las salamandras y los dragones miraron hacia el norte al unísono.
—¿Qué es eso? —preguntó Xavier, al percibir la extraña sensación.
—¡El Gran Padre! —dijo Temma, levantándose del asiento.
—¿A qué te refieres?
—Es el Gran Padre, la sensación es débil y extraña, pero sin duda es el Gran Padre —contestó Temma lleno de júbilo. —El Gran Padre aún existe.
—Un momento, eso significa que... ¡Clinton, la barrera, el miasma! —Xavier recordó la guerra de los dragones.
—Tenemos que ir a la cueva.
—Tú ve, yo iré a hablar con Delfín, ¿crees que los magos de la Academia estarán en condiciones de luchar?
—Pocos, tienen muy poca práctica. Según Delfín, las condiciones de nuestra academia no son tan buenas como la Torre de Liev, nosotros somos un caso diferente gracias a nuestra sangre de dragón. No esperes mucho de los magos de la Academia.
—Entiendo. No pierdas más tiempo, ve con tus hermanos.
Temma partió hacia la cueva en los volcanes. Xavier fue a la academia a hablar con Delfín.
—Clinton ha empezado a moverse. La barrera se debilita. ¿Servirán de algo nuestros magos?
—Poca cosa, no tienen casi ningún conocimiento sobre magia, lo que niños nobles de la Dinastía leen por voluntad propia o por presión de sus padres es desconocido aquí. Si la Dinastía no nos hubiese facilitado libros y los identificadores de afinidad, no habríamos avanzado tanto, serian mas una molestia que ayuda en un campo de batalla —contestó Delfín.
—Entiendo. Llegó la hora, Delfín. Es ahora o nunca.
Delfín asintió.
Xavier volvió a su despacho y pidió reunirse con los ancianos; ya había dejado caer alguna noticia de lo que sucedería en el futuro, pero los ancianos se mostraban escépticos. Requirió presión por parte de las salamandras para que los testarudos vejestorios cambiaran de opinión.
—Reúnan a los guerreros de las ciudades. Marcharemos al norte. Los barcos los recogerán en el puerto. Les recuerdo que si fallamos, el mundo entero será consumido por el miasma. ¡No lo olviden!
Los ancianos afirmaron de mala gana; en su opinión, el problema del miasma era cosa del norte.
Unas horas después, cuatro dragones aterrizaban en medio de la ciudad ante la vista maravillada de los habitantes.
—Los dioses serpientes han domado dragones.
—¡Larga vida a los dioses serpientes! —gritaban los lugareños.
Los cuatro dragones resultaban imponentes, sus pieles escamosas de color gris y sus más de cinco metros de altura los hacían más altos que todos los edificios de los alrededores. Uruk, Temma y Moger montaban en las sillas a lomos de los gigantescos reptiles, cadenas gruesas atadas a sus cuellos hacían de riendas.
—¿Por qué solo hay cuatro? —preguntó Xavier.
—Uno de ellos no quiere salir de la cueva —contestó Uruk. —Cuando intentamos forzarlo a salir, los demás se rebelaron en nuestra contra, no tengo claro lo que ocurre, pero...
—El Gran Padre siempre nos da lo que necesitamos —contestó Xavier llevándose la mano derecha al pecho.
Desde que sintió al Gran Padre, la sensación de ardor en su pecho había aumentado.
Xavier montó en uno de los dragones.
—Delfín, ven conmigo.
El maestro montó en la silla tras Xavier con poca confianza. Xavier ya le había avisado de la existencia de los dragones, pero era la primera vez que el maestro los veía en persona o los montaba. Alzaron vuelo en dirección noroeste hacia el desierto infinito.
Mientras Xavier, Delfín y las salamandras viajaban montando los dragones, las tropas de la Dinastía iniciaban su ataque contra el miasma. Los magos de fuego, liderados por la maestra Emeral, lanzaban su magia de fuego contra la niebla negra y sus habitantes.
—Organícense en grupos de mínimo diez magos de fuego; al menos, tres deben ser magos de élite. Deben estar apoyados por magos de viento, rotarán tras cada ataque para recuperar la energía mágica; esto será una batalla de desgaste y el enemigo nos supera en número y fuerza. No lo olviden.
Un caballero corría a toda prisa a informar a la maestra y otros líderes de una situación imprevista.
—Maestra Emeral, capitana Astrid, desde la retaguardia nos alertan de otro enemigo que se acerca.
Esta información puso a ambas mujeres en un ligero estado de pánico, nadie esperaba un ataque en pinza.
—¿Qué enemigo? —preguntó Astrid.
—Cuatro bestias voladoras se acercan desde el sur, los vigilantes creen que pueden ser dragones —respondió el caballero de inmediato.
—¿Dragones? —Astrid empezó a reír. —Dile a los hombres en la retaguardia que no los ataquen, no son enemigos, sino refuerzos del Reino del Sur.
—¿Qué está sucediendo? —preguntó Emeral.
—Tú tienes tus secretos y yo los míos. No eres la única capaz de influenciar magos titulados —contestó Astrid con una sonrisa.
—¿Los De Vonder? —preguntó la maestra con el ceño fruncido.
Astrid asintió y se colocó frente a la maestra.
—Ahora escúchame bien; los De Vonder no son lo que crees, son el remanente de los dragones que lograron sobrevivir a vuestra masacre, son aliados poderosos, cualquier conflicto personal que tengas con ellos puedes guardártelo para después. No tengo tiempo para tonterías de magos titulados y maestros con el ego inflado, ¿está claro?
La maestra mostró un rostro de enojo e indignación.
—¿Quién te crees que eres, mocosa? —Sus ojos se tornaban rojos, mientras sus manos se calentaban.
—Guárdate el teatro. Esto es un campo de batalla y yo soy una estratega. No estaríamos metidos en este lío si no fuera por la incompetencia de los maestros de la Torre y los miembros de la Corte de Magos, así que te recomiendo que hagas lo que se te ordena. Mago titulado o no, eres solo una mujer, eres solo un soldado—Astrid se acercó al oído de la maestra y habló en voz muy baja. —Tienes enemigos muy poderosos y pocos aliados, los magos titulados ya no son intocables y todopoderosos; no acabes como Robalt.
La ira de la maestra solo aumentó, pero Astrid no le puso ninguna atención, se dio la vuelta y se alejó unos pasos para dar órdenes a soldados, caballeros y magos de tierra y agua. Unos minutos después, cuatro dragones aterrizaban en el frente de la batalla.
«¿Pero qué es esto? Vaya espectáculo de magia de sombra», pensó Emeral con horror al ver a las criaturas que montaban a los dragones. Los reptiles humanoides le resultaban desagradables, Astrid había informado ya de que los De Vonder tenían un aspecto diferente, pero no había dado muchas explicaciones.
—Es un desperdicio de energía mantener esa ilusión, ¿acaso es para ser aceptados por los dragones? —preguntó Emeral con tono altanero.
—Esta es nuestra forma real, ¿acaso le molesta a la maestra Emeral el pedernal ambulante? —se burló Uruk.
—¡Cómo te atreves!
Tras la falta de respeto de Astrid, las palabras de Uruk fueron la gota que colmó el vaso. Emeral se disponía a atacar. No se percató de que Moger se había colocado tras ella.
—¡Hey!, ¿quieres morir como el payaso de los cielos?
La maestra se dio la vuelta horrorizada, el aspecto físico de Moger le hacía más imponente y aterrador.
—¿Qué clase de guerrero le da la espalda a su oponente? —dijo Uruk con voz de decepción.
Uno de los hombres que montaba en los dragones se acercó a Emeral y se quitó la capucha, revelando su rostro. Estaba lleno de las cicatrices de quemaduras. La voz causó sorpresa en Emeral.
—Has perdido facultades, Emeral.
—¿¡Delfín!?
—¿Sorprendida de verme con vida?
Delfín se acercó a ella.
—Disfruta de esta guerra, después de acabar con Clinton, saldaré cuentas contigo.
Emeral se echó a reír.
—¿Te has vuelto loco, Delfín? Los De Vonder son una cosa, ¿pero tú? Eres un inútil, siempre serás un inútil.
Delfín se limitó a sonreír.
—Tienes más ego que cerebro —dijo Uruk con voz de decepción, dándose la vuelta y volviendo hacia su dragón.
—¿Qué clase de guerrero le da la espalda a su oponente? —preguntó la maestra.
—Tú no eres un oponente digno. Te daré un consejo, ve preparando tu funeral. Delfín va a matarte —contestó Uruk sin detener su marcha.
Emeral quería rebatir las palabras de Uruk, pero este no le hacía caso, nadie le ponía atención, incluso Delfín se había alejado. Miró a su alrededor. Los magos de fuego a su alrededor se mostraban un poco avergonzados.
—¿Cómo es posible?
—Le han faltado al respeto a una maga titulada?
—¿La maestra no piensa hacer nada?
—Escuché que los De Vonder ya vencieron a Emeral una vez, les tiene miedo; además, mataron a Robalt.
—Uruk, El Destructor, y sus hermanos son peligrosos.
Un montón de chismes y rumores se extendía entre los magos del frente, que estaban en descanso tras usar su magia. Emeral veía a los De Vonder y Delfín acercarse a Astrid para discutir estrategias. Quería lanzarse contra ellos y demostrar su poder, pero sus piernas no se movían. Se quedó allí de pie, paralizada por el descubrimiento. «¡Tengo miedo!».
Mientras tanto, Astrid y los demás conversaban.
—¿Qué ocurre? ¿Por qué el miasma avanza tan lento? —preguntó Xavier.
Recordaba la batalla del pasado. El miasma avanzaba mucho mas rápido y solo era retenido por el ataque de los dragones. Los monstruos salían en hordas, sin miedo a sus enemigos.
—Los generales de la Dinastía han llegado a la conclusión de que las fuerzas del mundo del caos están siendo comandadas. Creemos que Clinton logró su objetivo de alguna forma. No hemos sido atacados por ningún enemigo del mundo del caos, solo algunos gólems e insectos reanimados de la arena, el mundo del miasma debió haber perdido mucho tras la explosión del gran padre, Clinton esta administrando su ejercito con cautela—contestó Astrid.
Xavier y las salamandras voltearon a mirar hacia el miasma, la sensación que les guiaba hacia el Gran Padre seguía presente, pero algo no encajaba. Ahora que se habían acercado, notaban un cierto malestar.
—Coordinaremos con las fuerzas de la...
Uruk interrumpió a Astrid.
—Participaremos en la guerra. Pero no nos uniremos al ejército, pelearemos por nuestra cuenta.
—Entiendo tu oposición a unir fuerzas, pero es un mal uso de recursos —protestó Astrid.
—La respuesta sigue siendo ¡no! —corroboró Xavier.
Astrid dejó caer los hombros derrotada. Tras un año de intentar convencer a los De Vonder, no había logrado nada, incluso en vista de la batalla seguían sin confiar en ella o los otros humanos. Lidia y algunos miembros de la Corte se acercaron.

—¿Qué van a hacer entonces? —preguntó Astrid.
—Pelearemos a nuestro modo —contestó Uruk.
—Nuestra respuesta debe ser tan organizada como sea posible —irrumpió Lidia.
—La barrera aún no ha caído del todo. Clinton debe de estar ocupado expandiendo la abertura por la fuerza, no hay vida que sacrificar en el mundo del caos, usar magia arcana es casi imposible. La barrera es un producto de magia arcana, solo la magia arcana puede romperla del todo. Creemos que Clinton está consumiendo su poder en este momento. Si dejamos que la barrera caiga sin atacar, le daremos tiempo de recuperarse. Coordinamos con los demás reinos. El maestro Telman, el espíritu de la tierra del Reino de Orpen, es un mago titulado especializado en defensa, y la maestra Pelana, la gélida, maga titulada de agua del Reino de Veldat y los ejércitos de los reinos se han unido ya a nuestras filas. Formaremos un frente unido y realizaremos un ataque masivo. Es una bendición del cielo poder contar con el fuego de cuatro dragones de nuestro lado —comentó Heigdal.
La forma en la que los humanos contaban con los dragones enojó a Uruk.
—Lamento decepcionarlos, pero estos dragones no tienen flamas. Nuestras flamas vienen del Gran Padre. ¡El mismo al que ustedes traicionaron y asesinaron! —contestó Uruk.
Las caras de los miembros de la Corte se tornaron pálidas.
—Hagan lo que les dé la gana, pero no nos incluyan en sus planes —añadió Xavier.
Los De Vonder y Delfín se alejaban del grupo.
—Podemos trabajar juntos, los magos de la Corte pueden fortalecer a los dragones...
Temma interrumpió el discurso de Heigdal.
—¿Cómo hicieron la última vez? ¿Como cuando nos traicionaron y destruyeron mi mundo?
—¡Temma! —llamó Xavier. —No tenemos tiempo para esto.
Los De Vonder se alejaron de los demás. Ya fuera del alcance de oídos curiosos, Xavier expuso su plan.
—Uruk, Temma y Moger, ataquen el miasma. Delfín y yo entraremos al miasma, trataremos de encontrar lo que quede del Gran Padre.
—No sabes nada del Gran Padre, uno de nosotros debería... —objetó Temma.
Xavier le interrumpió.
—Yo también puedo sentir al Gran Padre. Ustedes son nuestra mejor arma. Si alguno de ustedes muere, sería un desastre. Estoy casi seguro de que Clinton usó su magia arcana con el Gran Padre, por eso tenemos esta sensación tan extraña. Delfín sabe magia arcana, lleva años estudiando los hechizos de Clinton y Van Vatnik; tal vez podemos revertir lo que sea que Clinton hizo.
Las tres salamandras dudaron, pero al final cedieron a la propuesta. Subieron a los dragones y se lanzaron contra el miasma. Las salamandras usaban su magia de fuego sin parar. Su ataque más efectivo era el aliento de fuego. En pocos minutos, habían logrado limpiar el escaso avance del miasma sobre el mundo humano.
—Vaya, esos De Vonder continúan usando su magia de fuego sin parar mientras mantienen esa ilusión que los hace ver como monstruos. La maestra Emeral se queda corta.
—¡Shh! Hey, estás loco, no digas eso... aunque sea verdad.
Los que peleaban en el frente comentaban por lo bajo, mientras Emeral perdía cada vez más credibilidad.
Una vez que el ataque de las salamandras había recuperado suficiente territorio del mundo de los dragones, Xavier y Delfín entraron en el miasma. Xavier usaba su extraña relación con el Gran Padre para guiar al dragón a través del miasma.
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Valentino-Prádena 2025-09-09 17:29:50

Qué gran capitulazo, joder! Te felicito, hermano. Gracias.

Avatar de heguendm
heguendm 2025-09-09 16:16:54

Bueno a todos los que siguen la historia, faltan 5 capítulos (incluyendo el final alternativo). Espero que les guste.