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Son solo maquinas - Capitulo 3 - Fictograma
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Son solo maquinas - Capitulo 3

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heguendm

Publicado el 2025-09-24 18:26:05 | Vistas 348
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El museo:

Llegó el día predestinado: los niños fueron llevados por sus profesores al nuevo museo, sus sueños de acercarse a un poderoso exoesqueleto por fin se harían realidad. Pero antes, los condujeron a un gran teatro donde se proyectó una película en una enorme pantalla al estilo antiguo.
—Buenos días a todos —saludó un hombre delgado y blanco, de nariz afilada y cabello negro con peinado perfecto; vestía con un suéter de cuello alto azul y pantalones del mismo color, sonreía mirando a los inquietos niños.
—Sé que todos están ansiosos por ver la exposición de exoesqueletos, pero antes debemos recordar por qué tuvimos que crear esas máquinas. Debemos tener presente cómo cada día cientos de pilotos arriesgan sus vidas y su salud para protegernos de los invasores. La película que veremos ahora es el testimonio de uno de los oficiales que sobrevivió a nuestro primer encuentro con este enemigo alienígena hace treinta y seis años en la línea costera de Hawái, en el océano Pacífico. Recuerden sus palabras.
El hombre se dirigió a un asiento en la primera fila y se sentó. Sammy y sus amigos cercanos lograron ocupar los asientos centrales del teatro. La sala se oscureció y la pantalla cobró vida. Un hombre uniformado apareció en escena; era negro, de nariz chata, cabello corto, rizado y crespo. Sus manos temblaban mientras intentaba calmarse con un cigarrillo.
—Su nombre para el registro —preguntó el entrevistador, que no era visible en la pantalla.
—Sargento mayor Louis Foreman Smith, Fuerza Aérea de los Estados Unidos —respondió el soldado.
—¿Dónde estaba destinado?
—Portaaviones USS Enterprise.
—¿Cuánto tiempo sirvió a bordo de ese barco?
—Tres años, hasta el día en que se hundió —respondió el soldado mientras encendía otro cigarrillo.
—¿Podría explicar con el mayor detalle posible los eventos ocurridos el 5 de agosto de 2057?
—¡Demonios, claro que puedo! El problema no es recordar, el problema es olvidar. ¡No, en realidad no! No quiero olvidar, nadie debería.
El soldado dio una profunda calada al cigarrillo.
—Una semana antes recibimos órdenes del comando para participar en un ejercicio conjunto sorpresa con otras naciones. Todos los grandes estaban allí: los rusos, los chinos, la mayoría de Europa, India, incluso los Turcos, los árabes, Iraníes y sudafricanos enviaron a algunos de sus mejores hombres y equipos. Por supuesto, esa era solo la versión oficial, una historia inventada para no causar pánico en la población mundial. La verdad es que MARTA, la inteligencia artificial, advirtió a los altos mandos que algo estaba por suceder en las costas de Hawái. Era extraño, pero somos soldados, no hacemos preguntas, seguimos órdenes. Llegamos allí y esperamos. El 5 de agosto a las ocho de la mañana, nuestro barco y todas las demás naves y personal estaban en alerta máxima, como se nos había ordenado. Estábamos en el lugar designado y listos para actuar, pero durante horas no pasó nada.
El soldado dio otra calada mientras su mente regresaba a aquel día.
—A las trece horas estábamos aburridos hasta el cansancio. Entonces, de repente, nuestras comunicaciones se cortaron y las balas comenzaron a volar. No logramos ver al enemigo atacándonos, porque era fuego amigo. Todos los sistemas de armas automatizadas comenzaron a atacar nuestros propios barcos. Las ametralladoras de nuestros sistemas de defensa antiaérea se activaron y abrieron fuego contra nuestros vecinos y, a veces, contra nuestra propia nave. Atacaron primero todos nuestros sistemas analógicos. —El soldado soltó una risa amarga. —Eso no fue nada. Cuando los malditos drones despegaron y comenzaron a bombardear como suicidas a sus propios portaaviones, ahí fue cuando las cosas se pusieron serias. Los pilotos subieron a sus aviones para enfrentar a nuestros drones, pero después de despegar, sus sistemas también fallaron. Los misiles guiados se dispararon por su cuenta y contra nosotros. Muchos sistemas fallaron, muchos aviones cayeron y entonces… entonces aparecieron.
Se hizo un silencio de varios segundos en la pantalla.
—Logré ver uno de cerca, a dos metros de distancia. Esa cosa aterrizó en la cubierta justo frente a mí. Imaginen un pulpo de diez pies de altura hecho de metal: la cabeza, los tentáculos, todo cubierto de placas metálicas grises y opacas, como si fuera una construcción de Lego. Pero entre las uniones del metal había ojos, ¡una de esas cosas tenía al menos cien ojos! Salieron de la nada, en todas direcciones: desde la tierra, desde el cielo, incluso desde las profundidades del océano. Todas nuestras armas pesadas estaban destruidas o inutilizadas por nosotros mismos. Luchamos con nuestras armas de mano; es lo que hacen los soldados, luchamos. Pero nuestras balas rebotaban en esa piel metálica. Estaba a punto de convertirme en carne picada cuando un cohete jabalina impactó contra esa cosa. Un golpe directo, y aun así, no sirvió de nada. Ese maldito alienígena solo fue empujado unos dos o tres metros hacia atrás, y eso fue todo. Se lanzó contra el soldado que le disparó, sus tentáculos lo envolvieron y lo apretaron, luego comenzaron a girar a gran velocidad y lo convirtieron en una pila de carne molida, huesos, kevlar y restos del uniforme quedaron triturados, luego lo dejaron caer en la cubierta como si fuera un montón de mierda de perro.
El soldado miró sus pies.
—Aproveché la oportunidad para saltar por la borda. Cada vez más de esas cosas abordaban la nave. Las vi reducir a la tripulación a carne picada, vi cómo desmantelaban el Enterprise placa por placa, tornillo por tornillo. La vi hundirse. Todo pasó tan rápido. Mientras tanto, en el agua, más de esas cosas cazaban a los sobrevivientes. Las corrientes marinas me arrastraron y dejé que el mar me llevara a donde quisiera, no me importaba, estaba bien siempre que me alejara de las aguas rojas teñidas con la sangre de mis compañeros.
Los ojos del sargento Louis estaban llenos de lágrimas.
—Gracias, eso será todo.
—No. No es todo, esto es solo el comienzo —dijo el soldado, levantándose de su asiento, algo agitado.
La pantalla se quedó en silencio y se torno oscura. Las luces del teatro se encendieron de nuevo.
El hombre del suéter de cuello alto que había hecho la presentación se puso de pie y se dirigió nuevamente a los jóvenes.
—Como pueden ver, contrario a lo que dicen los fundamentalistas religiosos y otros traidores, no comenzamos esta guerra. Fuimos atacados por un enemigo desconocido, superados en número, en armamento, en capacidad, y no se nos mostró piedad. Pero aun así, prevalecimos, sobrevivimos, nos adaptamos y encontramos nuestra propia solución a nuestra debilidad. Ahora, permítanme guiarlos hacia la legendaria primera generación de exoesqueletos y pilotos que le dieron a la humanidad una oportunidad de sobrevivir.
Las luces en el suelo guiaron a los jóvenes estudiantes hacia la salida. Se unieron a otros visitantes del museo y siguieron a los guías. La visita se detuvo frente a una antigua pieza de equipo militar.
—Esto es una jabalina —explicó el guía, señalando el lanzacohetes alargado. —Alguna vez fue un arma poderosa usada para perforar los blindajes de los tanques. Fue inútil contra nuestro enemigo.
—Aquí tenemos una amplia colección del armamento usado durante los primeros meses de la guerra. Perdimos todas las batallas. Los tanques eran demasiado lentos y no lo suficientemente resistentes contra los tentáculos del enemigo. Los tiempos de reacción y de giro de los aviones cazas no eran lo bastante rápidos en combates cercanos, no podían cambiar de dirección o hacer movimientos bruscos y eran fácilmente despedazados por el enemigo. Los drones y otras máquinas automatizadas tenían la capacidad de adaptarse con la rapidez necesaria para contrarrestar a los invasores, pero todos eran hackeados. No importaba qué hiciéramos, ni siquiera nuestras excepcionales inteligencias artificiales como MARTA pudieron evitar que el enemigo tomara control de nuestros sistemas. Sin embargo, con valentía y un poco de suerte, logramos algunas pequeñas victorias.
El guía continuó caminando hasta llegar a otra pieza en la exposición. El monstruo que vieron era más alto que cualquier hombre. Estaba hecho de metal organizado en placas que variaban en tamaño de uno a diez centímetros; entre cada unión metálica había un ojo con una pupila rectangular. Uno de los diez tentáculos estaba despojado de su esqueleto metálico externo, y la carne en el interior era una sustancia viscosa y blanca. Había muchas otras muestras de los monstruos, cortadas de diferentes formas; una de ellas tenía la cabeza seccionada por la mitad, y era igual al resto del cuerpo: una masa de goma blanca y babosa.
—Creemos que estas criaturas son en realidad un enorme sistema nervioso. Todas sus células son similares a neuronas; incluso las células que suponemos actúan como músculos y mueven los tentáculos podrían también transmitir información como lo hacen las neuronas. Creemos que cada ojo transmite información al resto del cuerpo al instante, lo que les permite adaptarse a cualquier situación en el momento. Por desgracia, nunca hemos logrado capturar uno vivo; se suicidan tan pronto como son atrapados. Lo que están viendo es en realidad una reconstrucción hecha por la IA. Estos monstruos se descomponen muy rápido como resultado de una digestión enzimática acelerada muy compleja al momento de su muerte.
—¿Qué significa eso? —preguntó uno de los niños.
—Significa que se disuelven en una sustancia gelatinosa en segundos. Hemos intentado detener el proceso, pero no lo hemos logrado aún. Todos nuestros intentos por inyectar alguna sustancia que nos permita recolectar tejido viable han fallado.
—Entonces, en realidad no sabemos cómo son por dentro, todo lo que tenemos es baba muerta —comentó un hombre del grupo guiado.
—Por desgracia, es así.
—¿De dónde vienen? —preguntó una mujer.
—No lo sabemos. Pero sabemos muchas cosas, por ejemplo; el metal que cubre sus cuerpos es una aleación de metales que se encuentran en la Tierra. Aún no sabemos cómo producirla; parece que es cultivada de forma organica por el cuerpo principal de la criatura, como lo haría un mejillón o un caracol. El origen del cuerpo principal sigue siendo un misterio. Algunos dicen que es una forma de vida del espacio exterior. Otros científicos dicen que posiblemente es una evolución natural de las especies de cefalópodos; tienen muchas características comunes con este tipo de animales: tentáculos, la cabeza bulbosa, su avanzado sistema nervioso, los ojos cuadrados. Son muy inteligentes y ágiles. Lo peor es su rápida velocidad de reproducción; aunque eliminamos miles en cada batalla, parece haber más en cada encuentro.
—¡Vamos! Llévenos a los exos ya, quiero ver el Stinger —se quejó uno de los niños.
Aunque el pequeño recibió miradas que desaprobaban su comportamiento, se notaba que los visitantes compartían el deseo de pasar a lo mas divertido de la visita.
—Lamento decepcionarte jovencito, pero no tenemos el Stinger en esta exposición.
Eso hizo que el niño gimiera de frustración.
—Sin embargo, tenemos otros exoesqueletos que podemos disfrutar, síganme.
—Los técnicos que solían mantener y reparar estas máquinas en los campos de batalla ahora trabajan para nuestro museo. Ellos se aseguran de mantenerlas en las mejores condiciones. Aunque ya no son aptas para el combate, las armas que ven son réplicas exactas o son las originales aunque han sido desactivadas.
Tan pronto como llegaron a la nuevo ala de la exposición, Samuel se alejó del grupo y se detuvo frente al cristal de uno de los enormes exoesqueletos mecánicos.
—¡Abuelo! —gritó Samuel. —Miren, chicos, es el exo del abuelo.
—¡Sí, lo sabemos! —se quejó Cole.
La placa de bronce frente al cristal decía “Executioner”. En el brazo izquierdo de la máquina humanoide había un dibujo de un hombre gordo con capucha sosteniendo un hacha. Grabada en el cristal estaba una imagen del piloto y una descripción: Capitán Magnus T. Carlsen, unidad AA88J. El abuelo de Samuel se veía joven y apuesto en sus días de piloto.
—Entonces, tú debes ser Sammy —dijo un hombre mayor acercándose al grupo.
Samuel asintió sonriendo.
—Hola, pequeño, soy Giorgio, pero todos me llaman Gio. Estuve en las fuerzas con tu abuelo en aquellos días. —El anciano miró el exoesqueleto con nostalgia.
—Buen momento, Gio —intervino el guía. —Giorgio es uno de los técnicos que trabajó junto a los pilotos de la primera generación. Como comente, él y algunos de sus colegas trabajan aquí como los cuidadores de estas máquinas. ¿Podrías compartir tu experiencia con nuestros visitantes, Gio?
—Claro, ¿por qué no? Vengan aquí, chicos, empecemos desde el principio.
Bajo la guía de Gio, el grupo se alejó del Executioner y se detuvo cerca de una caja de cristal de unos diez centímetros de diámetro. En su interior había un chip cuadrado de tres centímetros, con pequeños filamentos blancos como cabellos saliendo del componente electrónico gris opaco.
—Esta es la pieza de tecnología que hizo posible el sistema de armadura de exoesqueleto. No parece gran cosa, pero esta pequeña cosa es una supercomputadora cuántica en miniatura. Puede que no esté al nivel de la supercomputadora que ejecuta los sistemas de IA de MARTA y el resto del proyecto Hydra, pero es lo suficientemente poderosa como para trabajar a la velocidad del cerebro humano—Gio comenzó a explicar la historia.
—El principal problema con todas nuestras armas es que son demasiado lentas. Un tanque o un avión son demasiado lentos para girar y reaccionar. Los humanos y los drones lo hacen mucho más rápido en las condiciones adecuadas; el problema es que el cuerpo humano es débil y los drones son fácilmente hackeados o desactivados por el enemigo. Si pones a un humano en una armadura pesada, no es lo suficientemente fuerte para moverla; si creas un sistema de músculos artificiales para moverla se necesita un ordenador. Aquí es donde entra este sistema de microchips. Cada piloto pasaba por una cirugía y se le instalaban varios de estos circuitos en el cuerpo. Esos pequeños filamentos blancos se conectan al sistema nervioso humano, luego la orden de contraer fibras musculares artificiales independientes se envía a alta velocidad. ¿Entienden lo que eso significa?
—No realmente —respondió uno de los hombres del grupo.
—No es solo un exoesqueleto, el piloto y la máquina están fusionados. El tiempo de respuesta de la máquina depende de las habilidades del piloto. Cada vez que mueves tu cuerpo, tu cerebro hace automáticamente miles de cálculos para cada movimiento preciso. Con estos chips, conectamos al piloto y la máquina; cada cálculo que hace el cerebro humano se envía al exoesqueleto en tiempo real, y la máquina responde como si fuera un cuerpo humano. No hay IA ni computadora importante en la armadura; la computadora es muy local, básica, y su función principal es controlar el sistema de soporte vital. El sistema nervioso humano es la computadora principal, el enemigo no puede hackearnos —Gio se giró para mirar al Executioner.
—Sin embargo, hay un efecto secundario. El circuito usado como interfaz para conectar a los humanos con la máquina tiene un defecto: la corriente eléctrica necesaria para que nuestro sistema artificial funcione es demasiado fuerte, quema el sistema nervioso humano. Los modelos nuevos son mucho mejores que los de la primera generación, y ahora también hacemos pruebas de aptitud para seleccionar a los candidatos con el sistema nervioso más resistente a la energía o con la mayor compatibilidad con los implantes. En aquellos días la situación era diferente, a veces sacábamos a los pilotos de sus cabinas con los cerebros y nervios literalmente quemados por sus propias máquinas.
El guía del museo tosió mientras miraba a Giorgio en señal de advertencia. El anciano se dio la vuelta y señaló al grupo que lo siguiera. Gio los guió hacia una caja metálica gigante.
—Esta es la cabina. Aquí, el sistema nervioso del piloto se fusiona con la máquina. Este ataúd metálico protege al piloto de los ataques enemigos y de la ridícula cantidad de fuerza gravitacional que causan los cambios bruscos de dirección a alta velocidad. La cantidad de fuerza G que esta cosa puede soportar es absurda.
Gio se acercó a otro cubo de cristal. Dentro había un cartucho de medio metro con varios tubos de cristal llenos de líquidos de diferentes colores y densidades.
—Pasar corriente por tu sistema nervioso y dañar tus nervios es muy doloroso. No muchos pueden soportar esa cantidad de tortura. Por eso, los primeros sistemas de exoesqueletos fueron diseñados para mantener al piloto consciente y luchando. Hay suficientes estimulantes, analgésicos y otras drogas en esos cartuchos para matar a un elefante varias veces. Muchos pilotos se volvieron adictos a estas cosas, pero no teníamos otra opción. La computadora básica en el exoesqueleto usaba esas sustancias para mantener al piloto en marcha incluso si estaba a un paso de la muerte. Eran días brutales y desesperados, pero tranquilos, ya no usan estos venenos.
La expresión del guía dejaba claro que no estaba contento con las descripciones crudas y veraces de Giorgio. Pero al viejo técnico no parecía importarle. Se trasladaron a otra parte de la exposición.
—Este es un brazo de un exoesqueleto, se le ha quitado la armadura externa. Pueden ver las fibras musculares artificiales independientes y sus inserciones.
La extremidad del exoesqueleto se parecía a un brazo humano; el sistema de articulaciones mecánicas metálicas apenas se veía bajo las fibras musculares artificiales de color negro y sus inserciones. El grupo se trasladó a otro objeto.
—Este es el núcleo de energía, un minirreactor nuclear basado en Torio. Se les llama reactor nuclear frío y es la principal fuente de energía de la mayoría de las máquinas. Está bien protegido dentro del torso. Aunque en su mayoría eran seguros, en algunos de los primeros diseños de exoesqueletos había una pequeña fuga de radiación, pero no era tan grave.
El reactor nuclear parecía una bola metálica lisa de mas de un metro, con muchos cables saliendo de ella.
—Estas máquinas fueron el pináculo del ingenio humano en aquel entonces. MARTA logró reunir a un equipo de expertos de diferentes campos y les ayudó a realizar los cálculos para combinar sus trabajos y crear estas bestias.
El grupo regresó al lugar donde se exhibían los exoesqueletos.
—En aquel entonces, nuestras armas balísticas no hacían mucho para detener al enemigo, así que la primera generación de exoesqueletos era principalmente una unidad de combate cuerpo a cuerpo. Las armas de largo alcance eran en su mayoría secundarias o de apoyo. Las primeras armas y armaduras que usamos fueron en su mayoría placas de metal reutilizadas que recuperamos de los cadáveres de nuestros enemigos, aunque la provisión era escasa en ese entonces, logramos obtener más con cada victoria. Desde entonces, hemos desarrollado aleaciones y materiales aún mejores.
Otro anciano a lo lejos hizo señales a Giorgio de que se acercara.
—Bueno, ahora tengo que irme, tengo trabajo que hacer. Disfruten del espectáculo —se despidió Gio del grupo y guiñó un ojo a Samuel, quien sonrió.
El guía del museo tomó la palabra.
—Ahora todos pueden interactuar con su IA doméstica preferida y escuchar los detalles de su exoesqueleto y piloto favorito. Disfruten de su estancia y no duden en preguntar al personal del museo cualquier duda —el guía dio libertad a los visitantes.
Todos se dirigieron a su máquina preferida y admiraron estas maravillas de la ingeniería. Samuel y algunos de sus amigos de la escuela regresaron al Executioner.
—¡Wow! Mira ese hacha, esa cosa es enorme.
—¡Verdad! ¿Te imaginas pilotar uno de estos? Debe ser increíble.
Los chicos encendieron sus auriculares y escucharon a la IA.
[Exoesqueleto de primera generación, Modelo 1.002. Nombre en clave: Executioner. Fabricado en un esfuerzo conjunto por: Alemania, Estados Unidos, China, Corea del Sur. Ensamblado en Detroit, Estados Unidos. Entrada en servicio activo el 10 de noviembre de 2060. Retirado el 10 de marzo de 2064. Piloto: Capitán Magnus T. Carlsen, unidad AA88J. Treinta y una misiones, siete mil quinientos veintidós enemigos eliminados confirmados. Dos actualizaciones principales.
Especificaciones:
Altura: veinte pies. Peso: veinticuatro toneladas.
Núcleo de energía: Reactor nuclear de sales frías basado en torio, modelo Shen Shi 3.0.
Autonomía: dos días a plena capacidad.
Estructura interna: Marco basado en titanio.
Locomoción: Aleación de grafeno/talanio electromagnética, fibras musculares artificiales multicapa retráctiles. Velocidad máxima en tierra: 115 km/h.
Capacidad de vuelo: Impulsado por motor Pegasus 17 MK 205, esta máquina tenía una velocidad máxima de 2250 km/h (Mach 1.8). Tolerancia a la fuerza G: 15G.
Tiempo de reacción: 91.5 ms.
Armadura externa: Titanio, placas de Tenctopus reutilizadas.
Armas: Principal, hacha pesada. Secundaria, cuchillo de guerra Bowie. Auxiliar, cañón automático de largo alcance montado en el hombro, proyectiles de punta hueca de uranio empobrecido de 113 mm.]
Mientras escuchaba la descripción técnica más detallada de la máquina frente a él, Samuel soñaba con el día en que pilotaría una máquina similar y defendería al mundo del enemigo invasor, como todos los chicos de su edad.
5.0 (2)
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Valentino-Prádena 2025-09-25 07:34:21

Excelente capítulo, heguendm. La parte de la fusión del exo con el humano es muy interesante y tiene lógica en cuanto a la base científica presentada. Es interesante la parte en la que se entiende que de que no hay mejor computadora cuántica que el cerebro humano, inhackeable para una computadora (aunque sí para un ser humano). También he logrado imaginarme al Executioner, al Stinger, que imagino como una especie de robots mechas, pero que van más allá de ese concepto. En cuanto a las criaturas alienígenas, dan miedo, parecen ser indestructibles. Aprecio tu trabajo y agradezco estas historias en las que te hacen volar la imaginación. Saludos.