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Reino de fuego y sombras I - Un mago inútil - cap23 - Fictograma
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Reino de fuego y sombras I - Un mago inútil - cap23

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heguendm

Publicado el 2025-07-29 14:52:27 | Vistas 193
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Un recurso valioso:

Clinton despertó en una habitación cerrada, no tenía claro cuánto tiempo había pasado desde que lo apresaron. La cama era cómoda, sin embargo, una piedra sanguijuela mantenía su energía mágica a cero; sus piernas y manos estaban atadas y cubiertas con guantes rígidos. Lo último que recordaba era la tortura a la que le sometieron los reguladores. No tenía sentido aguantar tal dolor; nadie vendría a rescatarlo, así que prefirió «colaborar» por el momento. Había brujos al servicio del reino y lo sabía desde el día en que puso sus manos en su uniforme de regulador. Ese era su plan de salida. Mientras fuese útil no le matarían. Con sus conocimientos acumulados en los últimos años sobre Van Vatnik, estaba seguro de su valía. Tras confesar, vinieron a por él miembros de la corte para un interrogatorio más «profundo». Su apuesta había dado frutos; estaba vivo. Clinton pasó a manos de los magos de la corte real y luego informaron a Celent de que había muerto durante el interrogatorio.
—Brujo Clinton van Ferra, un placer verle despierto. —Había un hombre sentado en un sofá a su derecha. Unos segundos después tocaba a la puerta de la habitación con una cadencia establecida.
—Si sigo vivo quiere decir que me necesitáis para algo o los brujos que trabajan para el reino están interesados en lo que sé. —Clinton fue directo al asunto sin perder tiempo.
—Excelente deducción, está en parte en lo correcto —dijo el hombre frunciendo el ceño. No le gustaba la forma en la que Clinton le hablaba de forma casual. Tal vez habían sido muy hospitalarios y el joven no entendía su posición como prisionero. Un error de su parte.
Pocos segundos después, un grupo de personas entraba en la habitación, tanto hombres como mujeres. Todos bien vestidos y con insignias de magos duales. Por las insignias, tenían un dominio primario de diferentes elementos y una menor en magia de sombras.
—¿Cuál era exactamente el propósito de tu hechizo, brujo? —preguntó una mujer de baja estatura y obesa, de pelo negro enrollado en un moño.
—Debería ser un dios ahora mismo— dijo Clinton con una sonrisa. Forzar los músculos de la cara le causaba dolor por las quemaduras que aún cicatrizaban. —pero obviamente, algo salió mal.
—Los dioses no existen, muchacho. Abandonamos la religión tras el nacimiento de la magia, solo un idiota como Van Vatnik sería tan egocéntrico. No hay dioses, solo magia y magos —dijo el hombre sentado en el sofá—. ¿Tenemos que torturarte de nuevo? Eres inteligente, por lo que sabes que estás entre magos que usan magia arcana, aunque lo hacemos de forma controlada, por el bien y progreso del reino. Valoramos el conocimiento sobre todas las cosas, pero no te pases de listo, hay suficiente conocimiento de magia arcana en esta habitación para encontrar la solución a lo que sea que hizo tu pequeño hechizo sin tu colaboración. Tu vida pende de un hilo, chico.
Clinton sabía que tenían razón, no quería volver a pasar por horas de tortura, así que decidió contarles sobre su hechizo.
—Según los apuntes de Van Vatnik, hay un montón de energía caótica disponible, es una fuente de energía inagotable, pero para abrir el vínculo con esa fuente de energía se deben combinar los elementos, es decir, la energía vital y mágica de magos de diferentes elementos en un único recipiente. Por suerte para mí, el ingrediente perfecto se presentó en mi camino. El hechizo funcionó; mi ingrediente fue capaz de absorber el miasma y usarlo como energía. Pero ese haz de luz no hizo nada y al final el recipiente explotó. Debo haberme equivocado en algo.
—Este chico no tiene ni idea de magia arcana —dijo la mujer obesa con gesto de sorpresa—. ¿Dónde están los apuntes de Van Vatnik?
—En mi mente, he destruido todo.
—Tú, pequeño... Melan, encargate tú— dijo la mujer obesa mirando al hombre del sofá. —No tengo ni tiempo ni paciencia para lidiar con un niñato. El muy tonto no tiene ni idea de lo que ha causado y lo peor es que aún sigue pensando que se convertirá en un ser todopoderoso. Sácale todo lo que sepa de Van Vatnik como debas y luego. Ejecutadlo—. La mujer y el resto de los magos salieron de la habitación.
Por primera vez en su vida, Clinton empezaba a sentirse nervioso. Obviamente esa mujer tenía un alto rango en la corte, por lo que la forma en la que le restó importancia a su conocimiento era una mala señal.
—Eso fue muy tonto de tu parte. Ahora la gran mayoría de la Corte Oscura te considera inútil —le reprochó Melan con un gesto de decepción—. Por suerte para ti, yo tengo otra perspectiva. Primero, déjame felicitarte por el éxito de tu hechizo. Segundo, debo advertirte que eres el hombre más despreciado de este lado de los tres mundos. Aunque no sé qué opinan los dragones al respecto.
—¿Dragones? —preguntó Clinton confuso.
—Al parecer, tu pequeño hechizo ha roto alguna barrera entre mundos. La Dinastía y el Reino de Orphen, por medio del Desierto Infinito y la selva de Morr, se han conectado con lo que parece ser un mundo de dragones. Se han visto unos cuantos volando cerca de las ciudadelas cercanas a la selva y el desierto... Tendremos que cambiarle el nombre, al parecer ya no es infinito. En fin todos los reinos temen que tengamos que iniciar una guerra contra esos reptiles gigantes.
Clinton se quedó mirando a Melan con cara de estar perdido, nada de esto estaba escrito en las notas de Van Vatnik... «¿Dragones?, ¿otros mundos?».
—Suponemos que Van Vatnik hizo ese hechizo cuando era muy joven, no tenía tanta experiencia y no sabía cómo controlar bien la magia arcana. El hechizo libera la fuente de esa energía, no la controla.
—La magia arcana es poderosa, acabar con los dragones o lo que sea no sería difícil. —Las palabras de Clinton sonaban arrogantes y condescendientes.
—En verdad eres un niño tonto, como dijo Lidia —le reprochó Melan.
—Tanto poder desperdiciado y ¿yo soy el tonto?
—Chico, ¿Por qué crees que tienes la enfermedad del miasma? El uso de magia arcana vuelve caótica tu energía mágica natural, ¿no te has preguntado qué le pasa a la mayoría de los brujos?
—Los reguladores los matan.
—¿Cuántos brujos has visto caer a manos de los reguladores?
Clinton se quedó pensando.
—Correcto. Muy pocos, la mayoría mueren por culpa de la enfermedad o se suicidan por el frenesí arcano.
—¿Frenesí arcano?
—¿No lo has notado en ti mismo? Un brujo que ha usado mucha magia arcana se vuelve adicto al poder, cada vez se obsesionan más y más, hacen experimentos cada vez más peligrosos y, si se encuentran en una situación en la que no tienen nada que sacrificar, empiezan a quemar su propia vida, como le pasó a Van Vatnik.
—Un momento, ¿a Van Vatnik no lo mataron los magos de la corte?
—Ya quisiéramos, Van Vatnik fue el mago más poderoso de la historia. Apenas podían hacerle frente. Van Vatnik cayó en el frenesí arcano y acabó consumiendo su propia vida.
—¿Toda la historia es mentira?
—Generalmente, sí. Escucha, muchacho, no estoy aquí para darte una clase de historia; te necesitamos para estudiar el hechizo que has hecho y ver cómo usarlo como arma contra nuestros posibles enemigos. Esos dragones son impresionantes y no sabemos cuánto daño pueden hacer, pero no creas que eres indispensable, hay suficientes magos con conocimiento de magia arcana en la corte como para deshacernos de ti sin que represente un problema. Quiero que recuerdes eso. Te dejaré solo para que pienses un rato.
Melan se marchó de la habitación. Clinton se quedó solo con sus pensamientos. Sabía que el único motivo por el que seguía vivo era porque tenía valor para los magos de la corte, querían el hechizo y los conocimientos que había aprendido de las notas de Van Vatnik. Si no fuese por eso, le habrían ejecutado justo después de la tortura.
«Vales lo que tienes, lo que sabes o lo que puedes aportar», dijo Clinton para sí mismo mientras miraba al techo. Su vida estaba en juego; tenía que ser más astuto y habilidoso que nunca.
Mientras tanto, en el Reino de Orphen y la Dinastía de Poem se veían continuamente dragones sobrevolando algunas ciudadelas. La vista de los enormes reptiles aterrorizaba a la población. La primera vez que un pastor volvió al pueblo gritando que había visto un dragón, dejando abandonadas sus cabras, todo el mundo pensó que se había vuelto loco, pero cuando incluso caballeros, comerciantes y nobles empezaron a verlos en las zonas más retiradas de las grandes ciudades, las cosas cambiaron, ahora reinaba el pánico.
—Buenos días, soy Milton de Ramgo, de la noble casa de Ramgo. Solicito una audiencia con su majestad. —Un campesino de unos cuarenta años se presentaba a la entrada de Telasa, la ciudad real.
Los guardias miraron al hombre durante unos segundos antes de echarse a reír. Milton tenía un viejo traje gastado, no era la ropa de un plebeyo, pero había visto mejores días. Sus manos sucias y el rostro quemado por el sol delataban que era un pobre diablo campesino, tostado de labrar la tierra, probablemente un infeliz sin dos centavos a su nombre. Que solicitara una audiencia con la realeza era pura comedia.
—Ríanse todo lo que quieran, pero a mediodía de hoy, vendrá por el norte un gran dragón —dijo Milton señalando a su espalda.
La mención de un dragón detuvo las risas, los guardias apuntaron sus lanzas a Milton, el cual se puso nervioso. Tener las lanzas en su dirección le recordó su encuentro con el dragón. Estaba trabajando en el campo cuando una enorme sombra lo cubrió del sol, alegrándole un poco el día. Solo cuando el viento intenso y la sensación de tener algo detrás de él le obligó a darse la vuelta entró en pánico. El enorme dragón tenía el tamaño de un edificio de dos pisos. Los nervios se apoderaron de Milton, que perdió el control de sus esfínteres. Sus pantalones se llenaron con las heces y la cálida orina.
—No tengas miedo, criatura. —Una voz resonó en los oídos de Milton—. ¿Puedes entenderme?
Milton seguía de pie mirando al dragón. Sus piernas se habían transformado en dos trozos de gelatina temblorosa. Su cara estaba pálida, sus pupilas dilatadas, y el latido de su corazón era tan rápido que parecía más bien un silbido.
—Criatura, no voy a hacerte daño, puedo asegurarlo. Levanta las patas delanteras si me entiendes —
Milton tardó unos segundos, pero tras entender el mensaje, logró levantar las manos de forma lenta y rígida, como si fuesen de madera.
—Excelente. Se me conoce como Demulaer. ¿Cómo se reconocen en tu especie?
—M..., M…, M… Milton —tartamudeó. Aún continuaba petrificado, pero empezaba a creer que no era real. ¿Por qué entendería o le entendería un dragón? «Debo estar soñando», se dijo.
—M M M Milton, mi raza debe pactar con tu raza, un gran enemigo se acerca.
—Ya, muy bien, pronto despertaré y todo estará como siempre. —Milton recogió su azadón.
—¿M M M Milton?
—¿Señor Dragón?
—¿Dragón?
—Sí, dragón, tú eres un dragón, yo soy un hombre, esto es un sueño, pronto despertaré y nada de esto existirá... Y mi nombre es Milton, con una sola M, no M M M Milton —dijo mientras usaba su azadón una vez más para labrar la tierra.
—Puedo asegurar que no es un sueño; esto es tan real como el enemigo que se acerca a tu mundo. Si tu mundo no está preparado para el combate, tu raza desaparecerá.
Milton siguió usando su azadón para labrar el campo, sin hacer caso al dragón. Demulaer emitió un rugido y lanzó una llamarada de fuego al cielo. Milton se dio la vuelta. El calor se sentía en el aire, el sudor en la piel de Milton se secó mientras miraba a la columna de flamas que se elevaba desde la boca del dragón.
—¿Tengo tu atención ahora?
Tras esto fue más fácil para Milton aceptar la idea de que no estaba en un sueño y que en realidad tenía un dragón frente a él. Habló un rato con el dragón. Tenían diferencias culturales y de expresión, pero eso no limitó mucho el entendimiento. A pesar de que podían entenderse, no hablaban el mismo idioma. Según le explicaron, los dragones podían comunicarse con cualquier especie que tuviera inteligencia suficiente para manejar la información. Hablaban mediante su respiración, sus gargantas creaban vibraciones en la misma frecuencia del idioma de las criaturas con las que se comunicaban. Mientras, los dragones interpretaban los sonidos de las demás criaturas directamente en sus mentes, más que palabras entendían intenciones. De hecho, Demulaer había perdido algo de tiempo hablando a un par de cabras antes, pero tan pronto interpretó los sonidos básicos de los animales, entendió que más que hablar transmitían ciertos estados. Solo captó gritos constantes de peligro y miedo en las cabras, antes de que echaran a correr. No eran diferentes de otras bestias en su mundo.
Milton volvió al presente. Ahora, con las lanzas apuntando a él, se sentía ligeramente amenazado, pero eso no era nada comparado con seis metros de dragón.
«Al menos mis pantalones están limpios», reflexionó antes de hablar.
—Vale, supuse que esto pasaría. No importa, esperaremos al dragón aquí mismo.
Milton le dio la espalda a las lanzas y se quedó mirando al norte. Los guardias no reaccionaron, obviamente era un campesino demente. Se quedaron esperando y riendo a costa del loco. Pasaron unos quince minutos y los guardias estaban a punto de echarle a patadas cuando apuntó con su dedo a la distancia. Los vigilantes de las torres de la ciudad hicieron sonar las campanas como alarma al distinguir a la criatura. En cuestión de minutos toda Telasa estaba en alerta. Escuadrones de caballeros corrían por la ciudad hacia la puerta Norte.
—Tenemos que ver al capitán Bulcho —insistían los guardias originales de la puerta Norte, que habían dejado a otros guardias en sus puestos y habían escoltado a Milton dentro de la ciudad. Tras mucho insistir y explicar algo de la situación a varios mandos intermedios, les dejaron pasar.
—Más vale que sea importante, hay un dragón ahí fuera —les advirtió Bulcho al ver entrar a los dos guardias con Milton agarrado por los brazos.
Bulcho era un hombre grande, blanco, de casi dos metros de estatura, de manos enormes, con un pelo negro, rizado y largo que salía por debajo de su casco. Lucía un bigote fino sobre su labio superior.
—Sí señor, es importante.
Los guardias explicaron la situación al capitán, le contaron cómo Milton había avisado de la llegada del dragón casi media hora antes.
—¡Idiotas!, habéis traído dentro de la ciudad a un posible espía enemigo.
Las caras de los guardias se tornaron pálidas, al igual que la de Milton.
—No, no, no, no soy espía, el dragón solo quiere hablar, me dijo que si se presenta en la ciudad crearía un escándalo, por eso necesitaba a alguien que le presentase a los humanos. Se llama Demulaer. Es un mensajero del mundo de los dragones, dice que los dragones están peleando una guerra contra un enemigo nuevo, al que llaman el mundo de Caos —explicó Milton, agitado ante el capitán.
El dragón aún estaba a una distancia prudente de la ciudad, suficientemente cerca para ser visto pero no para ser atacado ni atacar… en teoría. Según los reportes, no daba ningún indicio de que albergara hostilidad. Bulcho no tenía ni idea de cuán peligroso era un dragón y había todo un mundo de ellos, según los exploradores que el Reino de Orphen y La Dinastía de Poem habían enviado, un solo dragón podría ser un evento catastrófico. No sería él quien iniciara el primer conflicto entre mundos ni mucho menos en la ciudad real.
—Veremos de qué se trata. Traigan a este —ordenó Bulcho refiriéndose a Milton, mientras caminaba hacia la puerta Norte.
En la ciudad real, los únicos con más autoridad que el capitán de la guardia eran los generales del ejército, nobles de alto rango de la línea de sangre real, magos de la corte y la propia familia real.
—El dragón se acercará —avisó Milton al llegar a la puerta Norte con el capitán y un montón de magos, guardias y caballeros armados hasta los dientes.
Milton levantó los brazos, haciendo la señal que Demulaer le había indicado cuando formuló su plan. El dragón se acercó despacio a la puerta Norte. Cuando estaba a varios metros de la puerta, los caballeros le rodearon con las lanzas listas y los magos estaban preparados para lanzar sus mejores ataques en cualquier momento. El dragón se mantuvo sereno, no había miedo en su postura ni en sus ojos. Los hombres se veían diminutos ante él.
—Capitán de la guardia Bulcho, le presento a Demulaer, enviado del mundo dragón —introdujo Milton.
—Saludos, capitán de la guardia Bulcho. Soy Demulaer, mi raza me envía a alertarles de un gran peligro que se cierne sobre nuestros mundos.
—Cuenta, dragón —dijo el capitán, aún sorprendido de que pudiera entender a la enorme criatura. En las leyendas humanas los dragones eran fieras salvajes que lanzaban fuego y vivían en cuevas, acaparando todo tipo de objetos brillantes, devoraban todo a su paso y arrasaban ciudades enteras. Pero eso eran solo cuentos, nunca nadie había visto un dragón. Eran solo una especie de monstruo legendario. Aunque los exploradores y espías de la dinastía ya habían avisado de que los dragones parecían vivir en forma organizada y mostraban inteligencia, hablar con uno en persona era otra cosa.
—Hace cuarenta ciclos de la Luna, algo sucedió en nuestro mundo. El cielo se tornó blanco por un instante, para luego romperse y volver a la normalidad. Sin embargo, en la zona del gran desierto y de la selva cambiante apareció otro mundo a la distancia, este mundo, el mundo de los hombres. En el otro extremo, en la tierra de la noche eterna, también ocurrió algo. La noche eterna empezó a avanzar sobre nuestro mundo, destruyendo, matando y consumiendo todo a su paso. Nuestra raza está luchando contra el caos, pero las criaturas que habitan en la noche eterna son cada vez más en número y en fuerza. En el ciclo de luna previo sufrimos una gran derrota. El caos ha avanzado y ahora segmentos del caos aparecen en nuestro mundo al azar y también en el vuestro.
El capitán sabía de qué hablaba. Luego del rayo de luz las dos semanas previas, los núcleos de miasma se habían hecho más activos que nunca.
—¿Qué esperan los dragones que hagamos? —preguntó el capitán.
—Preparaos para la guerra. El Caos y la noche eterna no se detienen, no se sacian, las criaturas que habitan en ellos no tienen miedo, no se cansan, los caídos en la noche eterna son invadidos por el Caos y se levantan para devorar a los vivos en un ciclo interminable. Si mi mundo muere, el vuestro lo seguirá.
—Esto es demasiado para mí. Tengo que consultar con mis superiores —confesó el capitán. Si lo que decía el dragón era cierto, se trataba de una guerra a muy gran escala entre mundos, no solo concernía a un ejército o una ciudad.
Los dragones también habían enviado un emisario al Reino de Orphen y a Veldat. Los reinos del otro lado del mar también recibieron emisarios, pero no les interesaba mucho lo que pasara tan lejos de su territorio. El reino al extremo sur era pobre, lleno de volcanes y tierras áridas, los demás reinos les dejaban tranquilos porque no tenían nada de valor y la población era escasa. Aun así, los dragones enviaron un emisario.
—Le pediré que espere un momento… — El dragón asintió con su enorme cabeza, tras lo cual el capitán volvió a entrar en la ciudad—. Mantened seguro a De Ramgo y hacedle compañía al enviado —ordenó el capitán a uno de sus subalternos.
Toda esta palabrería solo quería decir que mantuviesen a Milton bajo vigilancia y que estuvieran en alerta y listos para responder ante un ataque. Bulcho se apresuró a buscar a alguien de mayor rango. En este caso, los magos de la corte eran su mejor elección. Los generales no eran muy buenos en diplomacia.
—Saludos, eminencia Lidia van Flunken —saludó el capitán, haciendo una reverencia a ella y todos los presentes. En la habitación estaban varios miembros de la corte de magos. Lidia doblaba como líder de la corte real de magos y del segmento que estudiaba magia arcana, la llamada «corte oscura». Algunos otros miembros de la corte habían bajado en secreto a las cercanías de la puerta Norte y mantenían vigilancia sobre el dragón. Su principal objetivo era observar y, si se producía un conflicto, evaluar el poder del enemigo y valorar los beneficios de usar magia convencional o magia arcana, si fuese necesario. Lidia ya estaba al tanto de la mayoría de los detalles que Bulcho les daría.
—Capitán Bulcho, ha hecho usted un excelente trabajo evaluando y manejando la situación actual, a pesar de lo inesperado de la misma. La corte está gratamente sorprendida —aduló Lidia.
Las palabras de elogio de alguien tan importante y poderoso eran muy agradables para el capitán, incluso existía la posibilidad de llegar a general si jugaba sus cartas de forma adecuada.
—Gracias eminencia, el dragón que nos visita dice ser un enviado de su mundo a fin de alertarnos sobre una amenaza común. He venido a solicitar vuestra sabiduría y decisión —expresó el capitán con una nueva reverencia, para luego contar todo lo que había sucedido en la puerta Norte.
—Ya veo —dijo Lidia—. Esto podría ser muy serio, pero no conocemos la realidad de los hechos, solo sabemos lo que nos cuenta un posible enemigo. —Lidia se quedó pensativa un momento. En realidad, los espías de la Dinastía ya habían entrado en el nuevo mundo y eran conscientes de la batalla de los dragones, habían mantenido la distancia para no provocar a unas criaturas poco entendidas. Bulcho no sabia nada al respecto, no tenía el rango suficiente para obtener esa información.
—Capitán Bulcho, creemos que su capacidad para manejar la situación es ejemplar. Por este motivo hemos decidido asignarle la tarea de mantener las relaciones y contacto con el enviado del mundo dragón. Así mismo, queremos que lleve un pequeño grupo de caballeros confiables y de su elección a su mundo y observe usted mismo esta amenaza de la que hablan. La discreción y el secreto absoluto de su misión son prioridades. Confiamos en su capacidad para proteger el futuro de la Dinastía. No nos falle.
Mientras Bulcho se encontraba en la quinta nube, soñando con promociones al rango de general y tal vez en ganar méritos suficientes como para poder ligar algún descendiente suyo con la familia real. Los magos de la corte sonreían. Antes de su reunión con Bulcho habían llegado a la conclusión de que el pobre capitán no era muy importante y que podía ser reemplazado con facilidad. Si se presentaba alguna situación peligrosa o que requiriera un sacrificio, lo utilizarían como peón desechable.
—Cumpliré con mi deber, eminencia —contestó el alegre Bulcho con el pecho erguido y la espalda recta. Acto seguido se dio la vuelta con un estilo militar algo exagerado y salió del salón.
El capitán volvió a presentarse ante el dragón.
—Enviado Demulaer, mis superiores me han dado libertad para evaluar el peligro al que se refiere. Si nos lo permiten, me gustaría formar un equipo de exploración y acompañarle al mundo dragón y observar al Caos y la noche eterna que menciona por nosotros mismos —propuso Bulcho.
—Es comprensible y necesario, capitán de la guardia Bulcho.
—Necesitaré un día para formar mi equipo, debo elegir hombres de confianza y de habilidades probadas. ¿Cómo puedo contactarlo, enviado Demulaer?
—El humano Milton de Ramgo me hospeda en sus campos. Pueden encontrarme allí —contestó el dragón.
Esto no era buena noticia para Bulcho. Pensaba retener a Milton para interrogarlo tras la partida del dragón. Sin embargo, no era buena idea irritar a la enorme criatura.
—Vivo en la villa de Mejulas, a las afueras de la ciudadela de Duero, en camino a la torre de Liev y próximo a la selva de Morr —explicó Milton ante la mirada interrogadora del capitán.
—Muy bien, allí estaremos mañana, antes del mediodía. Señor Milton de Ramgo, si confirmamos la situación, no olvidaremos su valor y contribución a la Dinastía —señaló el capitán, dándose la vuelta y haciendo a Milton sonreír.
Una vez que el capitán había entrado en la ciudad, la mayoría de los caballeros fueron tras él. Aun así, un gran número de ellos se quedó vigilando al dragón. Demulaer usó sus garras delanteras para sostener a Milton y alzó el vuelo en dirección a Mejulas, Milton mostró cierta cara de pánico al elevarse, pero ya era la segunda vez. Mejulas estaba lejos de Telasa, así que Demulaer le había traído. Mientras, en Telasa las cosas se relajaban al ver partir al enorme y alado reptil. Bulcho se dirigió a su oficina a seleccionar a sus acompañantes. Eligió soldados habilidosos, veteranos y, sobre todo, discretos: no debía crearse pánico.
Demulaer y Milton volvieron a Mejulas. Milton se había vuelto famoso, el líder de la villa y los habitantes le respetaban, nadie quería provocar al «amigo» de un dragón.
De madrugada, dos carruajes de túmulos partieron desde Telasa a Mejulas. A la salida del sol ya estaban en la villa, donde les fue fácil encontrar al dragón. Estaba durmiendo a la intemperie en campo abierto, cerca de los cultivos de calabazas.
Tras saludarse mutuamente, el dragón alzó el vuelo mientras los carruajes de túmulos le seguían desde el suelo. Milton vio al dragón y a los caballeros marcharse. Bajo sus ropas y a modo de armadura, una escama de dragón cubría su pecho. Un regalo de despedida de Demulaer.
Les tomó a Demulaer y sus acompañantes un día llegar al mundo de los dragones a través del desierto. Era un lugar hermoso, había campo abierto y ríos durante kilómetros, la tierra se veía verde y fértil, a lo lejos, un volcán enorme marcaba el centro de este mundo, cordilleras montañosas se derivaban de él, pero no había tiempo para disfrutar el paisaje, evaluar el peligro era lo más importante. Les tomó otro día llegar al frente de batalla y lo que observaron allí dejó a Bulcho y a sus hombres con los ojos y bocas abiertas.
Las delegaciones de otros reinos también estaban presentes, todos en la misma situación de shock. Frente a ellos se extendía una marea de miasma que avanzaba lentamente. Gólems, mugrirers y otras criaturas que no habían visto nunca avanzaban sobre la tierra. El miasma era tan denso que solo con el contacto con las rocas y el musgo de la tierra, nuevas criaturas se levantaban. Cientos de dragones descendían del cielo sin descanso, lanzando llamaradas por sus fauces, que incineraban a los monstruos en el miasma. Un sudor frío corría por la espalda de los caballeros; un solo dragón podría ahogar una ciudad en un mar de flamas en segundos, su poder destructivo era asombroso.
—¿Cuánto tiempo dura esta batalla? —preguntó Bulcho.
—El conflicto se inició de inmediato tras la ruptura del cielo. Uno de los nuestros vio el Caos avanzar y avisó al líder. En el momento en que llegamos a ver qué sucedía, el Caos ya había reclamado mucho de nuestro mundo. De vez en cuando han aparecido zonas de Caos en nuestro mundo, pero esto nunca había pasado, no hemos parado de combatir desde entonces—contestó Demulaer.
—¿Qué es eso? —preguntó un caballero.
Una pelota negra había salido disparada desde el miasma y surcaba los cielos. Al caer al suelo, un lodo negro se esparció. Uno de los dragones usó su aliento para quemar el lodo negro de inmediato.
—Semillas de miasma. Si caen al suelo y no se eliminan, expanden el miasma —contestó Demulaer.
—Demulaer, estos son los enviados del resto de reinos —dijo un dragón negro que se acercaba con varias personas de diferentes sexos.
Había caballeros y magos de Orphen, Veldat, incluso del Reino del Sur. De inmediato, tanto los caballeros del Reino de Veldat como los de la Dinastía de Poem, empuñaron sus armas con fuerza, pero nadie desenvainó. Los dragones tenían un gran efecto disuasorio. La guerra entre Veldat y la Dinastía se había enfriado tras la aparición del mundo de los dragones, pero aún no había parado.
—Capitán Bulcho, este es Vrain. Se encargará de explicar la situación y los planes que tenemos. Yo volveré al campo de batalla —informó Demulaer caminando varios metros para luego abrir sus alas y elevarse, uniéndose a la batalla.
—Como podéis ver, incluso nuestras flamas no son suficientes para vencer. El enemigo no siente miedo, no teme a la muerte y simplemente avanza. Nuestro líder, Meneol, se reunió con los antiguos y decidieron que lo mejor sería solicitar vuestra ayuda. No lo toméis como un insulto, creemos que sois débiles, pero manejáis la energía del mundo de una forma diferente a la nuestra. Vuestra ayuda podría romper esta situación de equilibrio que tenemos contra el Caos y tornar la batalla a nuestro favor —explicó Vrain.
—¿Por qué deberíamos ayudarlos? —preguntó un caballero.
El dragón le miró fijamente. Incluso sin conocer cómo funcionaban las facciones de un dragón, era obvio que su cara era de incredulidad. Vrain recordó lo que Reivax, uno de los dragones más viejos, planteó mientras discutían qué hacer para recobrar la ventaja en la batalla.
—Estas criaturas, al parecer, tienen vidas cortas y son débiles; probablemente su forma de pensar asemejan a las de las larvas más jóvenes de nuestro nido. Esperad unas criaturas ignorantes, egocéntricas y oportunistas.
«Por el Gran Padre, ¡son tontos!», pensó Vrain.
—Mirad la batalla frente a vosotros. ¿Creéis que podéis vencer solos al Caos? Si nuestro mundo cae, el vuestro será el siguiente.
Los caballeros y los enviados se miraron entre ellos, luego miraron a los dragones luchando contra la marea de oscuridad que avanzaba sobre sus tierras.
«Tiene razón», pensaron todos a la vez.
Una criatura parecida a un árbol avanzó desde la zona más densa del miasma. Sus ramas negras y secas se extendieron envolviendo a un dragón rojo que había volado muy bajo. El dragón fue arrastrado hacia el miasma. Las ramas del árbol crecían y las espinas se clavaban en la dura piel del dragón. A su vez, el forcejeo del dragón rompía las ramas. Dos dragones más descendieron del cielo, su fuego atacó al árbol, cuyas ramas ardieron y el dragón capturado cayó al suelo.
Uno de los dragones continuó escupiendo fuego sobre el árbol mientras el otro usaba las garras de sus patas para sujetar a su compañero caído y volar con él fuera del alcance del miasma. Una vez la operación de rescate hubo finalizado, varios dragones unieron su fuego y quemaron el árbol hasta reducirlo a cenizas.
—¿Qué era eso?—preguntó un caballero del Reino de Orphen.
—Un Ente, sus ramas son muy peligrosas, crean y lanzan las semillas de miasma. Hemos tenido suerte, eliminar un Ente es un logro— explicó Vrain.
—Sí, pero habéis perdido un dragón —dijo Bulcho.
—¡Nah!, Floo estará bien. En dos ciclos de luna, lo que llamáis día y noche, estará como nuevo, el gran padre curará sus heridas.
—¿El gran padre? —preguntó un mago de Veldat.
—El gran padre es la vida de todo nuestro mundo; su calor nos hace crecer y nos protege. Mientras más cerca al gran padre, más resistente es nuestro cuerpo y más caliente nuestra flama. —Vrain miraba a la gran montaña a lo lejos, la cima del volcán liberaba un humo blanco de forma continua.
Los enviados se quedaron varios días reuniendo información. Tal como había dicho Vrain, Floo había vuelto al campo de batalla dos días después. Su carbonizada piel se había recuperado. Sin embargo, no todo eran victorias; a veces algún dragón caía ante el enemigo y fallecía antes de ser rescatado. Lo peor de todo era cuando no lograban sacar el cuerpo del miasma y el dragón volvía como un no muerto. Cuando eso sucedía, los dragones perdían kilómetros de terreno en un solo día. Los dragones eran fuertes y majestuosos por naturaleza y un dragón no muerto era casi imparable. En lugar de fuego, sus fauces emitían miasma concentrado, que contaminaba todo a su alrededor.
Los enviados de los distintos reinos llegaron a un acuerdo. Se promovería un tratado de paz entre el Reino de Veldat y la Dinastía. Informarían a sus diferentes monarcas de la situación y se valoraría crear una coalición en alianza con los dragones.
—Bienvenido, capitán Bulcho. —Lidia presidía la reunión en la que Bulcho daría su informe.
El capitán se encontraba en un salón amplio del castillo real, frente a él y a su alrededor se extendía una amplia mesa en forma de U. Sentados en las sillas estaban varios miembros de los magos de la corte, generales del ejército y un grupo de personas enmascaradas.
«Esto es muy serio», pensaba el nervioso Bulcho. «Esos enmascarados podrían ser miembros de la realeza, magos titulados, magos secretos de la corte, incluso su majestad podría estar frente a mí. Esta es mi gran oportunidad». Sin quererlo, había adivinado correctamente, todos estaban presentes.
—Ya hemos leído su reporte, capitán. Lo que cuenta es increíble, nos gustaría que nos dijera con sus propias palabras cuál ha sido su experiencia.
—Será un placer, su Excelencia.
Bulcho contó con lujo de detalle lo que había observado, la batalla, lo que había aprendido de los dragones, del enemigo común e incluso ofreció algunas de sus observaciones personales.
—Entonces, capitán Bulcho, ¿es su valoración personal, tras lo observado, que si no colaboramos con los dragones y estos pierden la guerra, nuestro mundo podría ser destruido? —preguntó un enmascarado.
—Así es, su excelencia, no me cabe duda.
—Muchas gracias por su arduo trabajo, capitán Bulcho, tomaremos en cuenta su desempeño para futuras promociones. Por supuesto, esto dependerá de su desempeño y su capacidad para mantener esta información bajo control. Le recomiendo que sea disciplinado con sus hombres, no queremos que cunda el pánico. Puede retirarse —le despidió Lidia.
—Entiendo su excelencia, no les defraudaré. —Bulcho salió del salón con paso apresurado, alegrándose de haber elegido hombres de confianza.
—Ese pequeño imbécil, mediocre intento de brujo, nos ha condenado a todos —dijo un hombre quitándose la máscara. Tenía unos cincuenta años, ojos de un verde claro brillante, su pelo y bigote rubio muy bien cuidados—. Si los demás reinos se enteran de que todo esto ocurrió por culpa de uno de nuestros magos, que para colmo es un regulador, tendremos mil problemas entre manos. Todos los reinos podrían unirse en nuestra contra.
—Muy tarde, su majestad. Emitimos una orden mordaza a todos los implicados, pero aun así los espías ya tienen algo de información. Se sabe que esto fue producto de magia arcana y que fue un brujo de nuestro reino. Por suerte no saben que fue un regulador, ni mucho menos que aún lo tenemos bajo arresto. Nuestros propios espías nos informan que los otros reinos están pensando en tratar de hacernos pagar indemnizaciones por los posibles gastos y daños que sus ejércitos sufran en esta guerra —comentó Lidia.
—Quiero a ese mocoso muerto tan pronto como no lo necesitemos. Torturadlo y sacadle la información rápido —dijo el rey.
—Padre, creo que esa no es la aproximación más adecuada —refutó una chica con facciones similares a las del rey. Su aspecto delgado, cara joven, palidez, ojos claros, le daban una cierta belleza mórbida. Tenía el cabello rubio y largo bordado en una trenza.
—Mable, ¿qué estás planeando ahora? —preguntó el rey. Conocía a su hija, era una mujer astuta y calculadora, a veces temía un día tenerla en su contra. Las estratagemas que había urdido para destruir a algunas familias nobles eran temibles, nadie esperaría tanta malicia de una chica tan joven.
—La causa fue magia arcana, deberíamos usar magia arcana para solucionarlo también —comentó Mable mirando a Lidia.
—Eso es lógico, pero no es posible, su majestad. En realidad ya tenemos toda la información concerniente a la maldición que Clinton van Ferra utilizó, pero existe un problema: incluso si encontrásemos una maldición que hiciera lo opuesto, nos sería imposible de realizar.
Tanto el rey como su hija Mable miraron a Lidia, levantando una de sus cejas en señal de que querían más detalles.
—Van Ferra tenía un ingrediente imposible de conseguir. Un pentamago no se había visto en la historia. Llamó mucho la atención como material de estudio, pero no tenía nada de especial. Lo estudiamos durante los dos años de su estancia en la torre de Liev. Nunca se nos ocurrió hacer algo tan ridículo como esa maldición de Van Vatnik —explicó la maestra Emeral.
Entre los enmascarados se encontraban cuatro de los cinco maestros de la torre, solo Delfín estaba ausente en la reunión. No estaba al tanto de la existencia de la corte oscura ni de muchas cosas, después de todo era solo un mago de sombras dual con una afinidad de rango aceptable para el fuego, pero no era un mago a la altura de la corte, no era más que peón útil y alguien a quien los verdaderos maestros de la torre relegaban las tareas aburridas y el papeleo.
—Me parece que sí tenía algo de especial, ¿no creen?, Me parece claro teniendo en cuenta el problema en el que nos encontramos ahora mismo —refutó Mable—. He hablado antes con Lidia. Según tengo entendido, casi todo es posible con magia arcana... siempre y cuando pagues el precio.
—Su Majestad, no es posible, la cantidad de vidas que tendríamos que sacrificar es astronómica. No podemos... —La mano levantada de la princesa detuvo el discurso de Lidia.
—Los dragones no saben nada sobre magia. Según los reportes de nuestros espías, los caballeros de la expedición de reconocimiento y el capitán Bulcho, los dragones se basan en sus habilidades naturales para usar fuego y su fuerza física para combatir. Parecen majestuosos, pero solo son lagartijas superdesarrolladas. Para mí son solo animales que pueden pensar, simplemente tenemos que ser más inteligentes que ellos, los usaremos como sacrificio —planteó Mable como si se tratara de la cosa más obvia del mundo. Un escalofrío recorrió la espalda de todos los presentes.
—Eso... podría funcionar— aceptó Lidia tras pensar un rato.
—Hay una posibilidad —propuso Emeral. Ella y Robalt habían explorado el mundo de los dragones de forma discreta desde que los emisarios fueron enviados.
—Todo el mundo de los dragones está conectado a un solo volcán, el Gran Padre, como lo llaman los dragones. No es solo un volcán activo, también es su hogar y parte vital de su ecosistema. Lo más interesante es que el mismo volcán irradia energía elemental de fuego. Los demás elementos son débiles en comparación, pero están presentes. Ese pulso de energía es idéntico a la energía elemental mágica de un mago —dijo Emeral.
—¿Qué quieres decir? —preguntó Lidia.
—Que el mundo de los dragones está vivo, el gran padre no es solo un volcán, es más bien una masa de vida y energía mágica inconsciente —contestó Robalt.
Una sonrisa se dibujó en la cara de Mable. —Un pentamago gigante.
Todos los presentes entendieron las implicaciones de esta información.
—Esta estrategia es posible, pero usar todo un volcán en una maldición de magia arcana... será complicado y tomará mucho tiempo, la sola cantidad de diagramas que hay que crear tomará meses —comentó Lidia.
—Además, debemos encargarnos de los dragones, no permitirán que sacrifiquemos su mundo sin más — comentó Robalt.
—Si vamos a hacer esto tenemos que ser discretos. Solo los presentes sabrán de nuestros planes, los magos de la corte oscura se encargarán de plantar los diagramas alrededor del volcán. Será lento, pero es lo más seguro —añadió Lidia después de pensar un rato y discutirlo con los otros magos de la corte.
Las ambiciones crecieron mientras más se fraguaba el plan. Si todo marchaba de acuerdo con la estrategia, no sólo asestarían un golpe al Caos, sino que levantarían una nueva barrera y eliminarían de un golpe a los dragones y su mundo; después de todo, nada garantizaba que no tendrían que luchar luego contra ellos. Los dragones no tenían ningún motivo para no intentar conquistar el mundo humano una vez que el enemigo común estuviera neutralizado. Además de esto, Mable planteó utilizar la situación para debilitar a los otros reinos. La Dinastía podía retirar a los magos de alto rango y caballeros más prominentes del campo de batalla justo antes de ejecutar su plan, de esta forma los ejércitos de otros reinos quedarían atrapados en el ataque sorpresa, destruyendo su potencial militar. La Dinastía de Poem sería la fuerza dominante en el continente durante los próximos cientos de años. Varios pájaros con una sola piedra.
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Avatar de Valentino-Prádena
Valentino-Prádena 2025-07-29 19:47:17

Joder, qué pedazo de capítulo. Todo bien estructurado, como un reloj en cuanto a los hechos transcurridos en los capítulos anteriores. Lo del pentamago es una trama genial, no me lo esperaba de aquel capitulo en que Xavier fue escogido junto a los demás para asistir a la Torre de Liev. Además, este capítulo es interesantísimo. Con muchas sorpresas, empezando con Clinton que sobrevivió (creí que lo habían asesinado), lo del Gran Padre Dragón como un Gran Pentamago (esta analogía se puede transpolar al universo mismo), en fin, un gran capítulo. Me gustado mucho.