fictograma

Un cosmos de palabras y ficción

239.578 Vistas
Guerreros de sangre parte 10 - Fictograma
aventura

Guerreros de sangre parte 10

Avatar de averius

averius

Publicado el 2025-07-29 20:59:48 | Vistas 152
Comparte en redes sociales

Las ruinas del castillo eran testigos mudos de una guerra que dejómás heridas en los corazones que sobre los cuerpos. Luke caminabaentre los restos con la expresión de quien ha ganado... pero no hasanado. El suelo estaba cubierto de ceniza y sangre, pero lo que másdolía era invisible: el eco persistente de voces que alguna vezsignificaron hogar.

Los soldados de la Confederación lo saludaban como un campeón,el alquimista imbatible que había llevado al enemigo al colapso.Pero Luke apenas los veía. Su mirada estaba fija en los frascos quecolgaban vacíos en su cinturón, cada uno una manifestación delveneno que lo había salvado... y corrompido.

Recordaba a Takeru bajando su katana. A Quik arrodillado, la vozquebrada, diciendo "Lo siento."

Y eso lo envenenaba más que cualquier mezcla química.

—¿Cómo se atreven a pedir perdón ahora? —susurró,rompiendo un frasco contra una piedra—. ¿Después de dejarmepudrir vivo?

El rencor lo había guiado en cada fórmula. La traición lo habíaalimentado en cada batalla. Y sin embargo... algo dentro de él semovía.

Por las noches, en el silencio del campamento, escuchaba la voz deWuwin—antes de ser Darkmind—susurrándole que todo estaría bien.Esa promesa nunca se cumplió. Y ahora, ya no quedaba nadie quepudiera hacerla verdad.

Luke se detuvo frente a una pared rota del castillo. En ella, porcapricho del fuego, había quedado marcada una huella de cuatro manospequeñas.
De niños.
De hermanos.

—El veneno que llevo ahora no se mezcla en frascos —murmuró,tocando la piedra con dedos temblorosos—. Está en mí.

Y mientras los festejos seguían detrás de él, Luke se dio laespalda a la celebración. Porque lo que ardía en sus entrañas noera victoria.

Era pérdida.

Irreparable.

La luna se alzaba sobre el bosque como un ojo vigilante. Allí, enla soledad de un claro oculto por maleza y antiguas ruinas, Darkmindreposaba en cuclillas frente a un lago turbio. Las aguas estabanteñidas de sangre, barro y reflejos distorsionados. Su imagen ledevolvía un rostro endurecido... pero los ojos, a pesar de todo,seguían siendo los de Wuwin.

Las sombras lo envolvían como parte de su piel, agitadas,nerviosas, como si supieran que algo en él tambaleaba. Su magia aúnera poderosa, más que nunca desde el pacto. Pero en su pecho, lasemociones comenzaban a gritar más alto que los hechizos.

—Fallaron —murmuró, viendo el reflejo quebrado—. Y yo losenterré por eso.

Recordaba a Quik, arrodillado entre fuego y ruinas, con la vozcargada de arrepentimiento. Y a Takeru, bajando la katana sin luchar,dejando claro que habían venido sin más armas que el dolor.

—¡Pero no basta! —gritó, arrojando una piedra al agua.

La superficie se agitó, y por un instante, el rostro del demonioinvocado se formó en el reflejo. Sus ojos ardían como carbonesvivos, sus palabras del pacto resonaban en su memoria: "Dame tucorazón, y te daré invencibilidad."

Y lo había hecho. En batalla, Darkmind era intocable. Pero ahora...¿de qué servía ese poder si el rostro de Quik aún lo hacíadudar? ¿Si el nombre "Wuwin" aún le causaba un temblorinvoluntario?

Una sombra se deslizó desde su espalda, susurrando tentaciones.Las voces de la oscuridad le ofrecían olvido, letargo, venganzadefinitiva.

—No —susurró—. Si voy a destruirlos... lo haré con cadarecuerdo intacto.

En lo profundo de su alma, algo se rompía.

La sombra crecía.

Y Wuwin... empezaba a desaparecer.

El amanecer apenas tocaba la tela rota de la tienda donde Quikreposaba. Cada respiración era un recordatorio de sus costillasfracturadas, del choque brutal contra la columna, del pesoinsoportable de los errores. Pero más que el dolor físico, lo quelo mantenía despierto era el silencio.

No el silencio del campo de batalla, sino el silencio en el rostrode Luke. La última mirada de su hermano antes de girarse... sinodio, sin ira. Solo vacío.

Takeru estaba a su lado, en cuclillas, revisando las vendas congesto cuidadoso. Pero ninguno hablaba. La culpa los manteníainmóviles, como estatuas que alguna vez fueron hombres.

—Nunca pensé que lo veríamos —dijo Quik finalmente, con lavoz cargada de lamento—. Y ahora desearía no haberlo hecho.

Takeru no levantó la vista. Sabía que las palabras no podíanconsolar.

—¿Y si... ya no hay nada qué salvar? —continuó Quik—. ¿Ysi Wuwin está muerto... y lo que queda solo quiere vernos caer?

Takeru suspiró.

—Entonces tenemos que cargarlo. No para que nos perdonen. Paraque nosotros podamos seguir respirando.

Quik miró hacia el techo agujereado, por donde se filtraba la luztenue del sol.

—¿Crees que merecemos otra oportunidad?

Takeru alzó la vista, por fin.

—No. Pero eso nunca nos detuvo antes.

Ambos sabían que la batalla no había terminado. Que sus hermanosmenores eran ahora algo más profundo que enemigos. Pero tambiénsabían que rendirse significaba aceptar que el vínculo se habíaido para siempre.

Y aunque estuvieran destrozados... aún respiraban.

El aire del bosque era denso, cargado con la humedad de la tierrarecién perturbada por la guerra. Entre las raíces enredadas y losárboles carbonizados, Takeru avanzaba, katana envainada, sincompañía ni seguridad. Solo convicción.

Cada paso lo alejaba de las ruinas donde había dejado a Quik,herido pero vivo. Habían compartido palabras rotas, promesastardías. Y aunque sabían que el lazo con sus hermanos menoresestaba destrozado... Takeru no podía permanecer inmóvil.

Darkmind ya no era Wuwin. No había duda. Lo había visto invocara aquel demonio, envolver su cuerpo con magia que corrompía el alma.Lo había sentido temblar al oír las palabras de arrepentimiento, yluego endurecerse como una tumba.

Pero Takeru no caminaba buscando batalla. Caminaba buscandorestos. Migajas de humanidad que aún pudieran brillar en ese vacío.

—No quiero que me perdonen —murmuró, tocando la empuñadurade su katana sin desenvainarla—. No merezco eso.

Lo que sí deseaba —aunque apenas se atrevía a admitirlo— eraser visto. No como traidor, ni como cobarde. Sino como alguien que,al final, decidió quedarse de pie... frente a lo que destruyó.

El bosque susurraba. Las sombras se movían. Al norte, según losrumores, Darkmind había alzado una nueva fortaleza hecha de piedra,fuego y sangre.

Takeru iba hacia ella.

No con esperanza.

Pero sí con propósito.

La noche cayó como un sudario sobre los restos del castillo.Mientras las tropas de la Confederación celebraban la victoria,Darkmind se alejaba del campamento principal. Nadie se atrevía aseguirlo. Sus sombras lo escoltaban como centinelas silenciosos,conscientes del ritual que estaba por comenzar.

Había llegado al antiguo altar subterráneo, oculto bajo el sueloagrietado de la fortaleza. Allí, entre columnas quebradas y símbolosprohibidos, Darkmind arrodilló su cuerpo marcado por el combate.

—No queda amor —susurró—. Solo poder.

Sacó un antiguo pergamino que había encontrado durante suencierro años atrás. Lo había guardado para el momento en que suodio necesitara más que magia: necesitara fuego puro del infierno.

Comenzó a recitar palabras en una lengua muerta. Las sombras seagitaron, como si el aire mismo estuviera rechazando el ritual. Supecho temblaba, no por miedo, sino por el recuerdo del rostro deQuik... el único instante en que había sentido duda.

Una grieta se abrió en el suelo. Un humo rojizo emergió comosangre evaporada, y una figura de fuego y oscuridad se alzólentamente: un demonio sin nombre, con ojos como brasas y garrasenvueltas en cadenas.

—¿Aceptas el pacto? —tronó la criatura.

Darkmind cerró los ojos, una lágrima solitaria deslizándose porsu mejilla.

—Acepto.

Con ese acto, el último rastro de Wuwin desapareció.

Y el mundo sintió que algo antiguo... algo letal... acababa dedespertar.

5.0 (1)
PDF aventura

Más de este autor

Ilustración de Guerreros de sangre final

Guerreros de sangre final

***NA: este es el último episodio de esta obra. Agradezco mucho a todos los lectores que se tomaron la molestia...

Ilustración de Guerreros de sangre parte 11

Guerreros de sangre parte 11

El sol no había salido, y el cielo parecía cubrirse de presagios. Nubes negras se arremolinaban sobre el horizonte mientras...

Ilustración de guerreras celestiales. parte 2

guerreras celestiales. parte 2

El amanecer trajo una calma engañosa. Angélica se levantó de su cama, la luz del sol se filtraba por las cortinas, un...

Ilustración de Guerreras celestiales.  Parte 1

Guerreras celestiales. Parte 1

El eco de la campana de la preparatoria apenas se había desvanecido cuando Angélica se topó con la escena. En...

Ver todas las obras
Avatar de heguendm
heguendm 2025-07-29 22:45:10

El orden y edición ha mejorado mucho desde que publicaste el primer capitulo.

Avatar de yamifernan
yamifernan 2025-07-29 21:17:39

Narrado con una épica admirable. Mis respetos.