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Guerreras celestiales. Parte 1 - Fictograma
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Guerreras celestiales. Parte 1

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averius

Publicado el 2025-08-28 04:21:51 | Vistas 197
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El eco de la campana de la preparatoria apenas se había desvanecido cuando Angélica se topó con la escena. En una esquina del patio, tres chicos corpulentos rodeaban a un joven delgado y de lentes, su mochila caída a sus pies. Sus risas sonaban huecas y crueles. Angélica sintió un nudo en el estómago, el mismo que sentía cada vez que veía una injusticia. No era fuerte, ni tenía poderes, pero su corazón no le permitía quedarse de brazos cruzados. Se acercó con la respiración entrecortada.


—¿Qué creen que están haciendo? —su voz tembló, pero se esforzó por sonar firme.

Los abusivos se voltearon, sus sonrisas se volvieron muecas burlonas al verla. El líder, un chico con una cicatriz en la ceja, se cruzó de brazos.

—¿Te metes en lo que no te importa, flacucha? Este es un asunto entre hombres.

—No, esto es una vergüenza —respondió Angélica, dando un paso al frente—. Dejenlo en paz.

El chico de los lentes la miró con pánico, negando con la cabeza, como si le advirtiera que no lo hiciera. Pero era demasiado tarde. El líder se acercó a ella, empujándola con fuerza. Angélica perdió el equilibrio y cayó de espaldas, su cabeza golpeó el cemento con un golpe sordo. Las risas de los chicos resonaron en el patio. El dolor le nubló la vista por un momento, pero se levantó con rabia. Se lanzó hacia el abusivo, golpeando su pecho con sus puños. Pero él era mucho más grande. La tomó de los brazos, la sacudió y la lanzó contra la pared. El cuerpo de Angélica se estrelló contra el muro, sus pulmones sintieron que le faltaba el aire. La arrojó al piso, y uno de sus cómplices la pateó en el costado. El dolor le recorrió todo el cuerpo. Los abusivos se rieron por última vez, burlándose de su inutilidad, y se alejaron, no sin antes darle una patada a la mochila del chico, esparciendo sus libros. Angélica se levantó a duras penas, viendo cómo el chico de los lentes huía, sin agradecerle, sin siquiera voltear. El dolor físico no era nada comparado con el dolor de la traición.

Angélica llegó a su casa, se metió en la ducha y abrió el grifo. El agua tibia resbaló por su piel, arrastrando el polvo y el sudor, pero no el dolor. Sus músculos estaban tensos, su costado palpitaba y su cabeza zumbaba con un dolor constante. Cerró los ojos, tratando de no pensar en la humillación, en la forma en que el chico la había abandonado, en la impotencia que sintió al no poder hacer nada. Al abrir los ojos, se dio cuenta de los moretones que cubrían su cuerpo: un círculo oscuro en su hombro, una línea morada en su costado, una mancha azulada en su rodilla. Cada marca era un recordatorio de su fracaso. Se sentó en el suelo de la ducha, abrazando sus rodillas, sintiéndose más sola que nunca. Las lágrimas se mezclaron con el agua. ¿Por qué lo había intentado? ¿Por qué se había arriesgado si al final nadie la ayudaba?

De repente, una sombra se cernió sobre ella. Angélica levantó la cabeza y el corazón le dio un vuelco. Se congeló. No podía creer lo que estaba viendo. Había algo en la ventana del baño, observándola. Un par de ojos verdes, brillantes como esmeraldas, se clavaron en ella a través del vapor. Era un gato, pero no era un gato normal. Era un gato Calico, con un pelaje tan perfecto que parecía dibujado. Pero lo que la dejó sin aliento, fue que el gato no estaba sentado, estaba flotando en el aire. Sus ojos se abrieron como platos y el grito se le quedó atrapado en la garganta. ¿Era su imaginación? ¿Estaba herida de gravedad y estaba alucinando?

Angélica se quedó inmóvil, observando al gato flotante. El vapor del baño no la dejaba ver con claridad, pero no tenía duda de lo que estaba viendo. El gato, con una elegancia sobrenatural, ladeó su cabeza y la observó con una curiosidad casi humana. Su pelaje, una mezcla de blanco, negro y naranja, parecía brillar con una luz propia. Angélica, aún en estado de shock, intentó mover un brazo para tocarlo, pero el gato se alejó flotando. Luego, sin previo aviso, el gato desapareció de la ventana, como si se hubiera desvanecido en el aire. La mente de Angélica empezó a girar. El golpe en la cabeza, el cansancio, la tristeza, todo se unió en una espiral de confusión y miedo. Se levantó del piso, salió de la ducha, y se envolvió en una toalla. Corrió al lavabo y se echó agua fría en la cara, intentando volver en sí.

Se secó el rostro y se miró en el espejo, buscando una explicación lógica. No la había. El gato había sido tan real, tan palpable, que se negó a sí misma la posibilidad de que fuera una alucinación. Pero, ¿qué era entonces? Mientras se cepillaba los dientes, una sombra se cruzó por el pasillo. Angélica se tensó, el corazón le latía con fuerza en su pecho. Agarró un cepillo de dientes y se acercó a la puerta, entreabierta, de la habitación de su mamá. Se asomó y no vio nada. Solo el silencio de la casa. Un silencio que de repente era ensordecedor. Cerró la puerta del baño y puso el seguro, se recostó contra la puerta y cerró los ojos, intentando calmarse. Pero no podía. El miedo la envolvía. ¿Qué era lo que había visto? ¿Era la locura llamando a su puerta?

Angélica abrió los ojos. La luz del baño era tenue. El vaho había cubierto el espejo. Se levantó, temblando, y caminó hacia el lavabo. Con la mano, quitó un poco de vaho del espejo. En el espejo, detrás de ella, se reflejaba la figura del gato Calico, flotando en el aire. Angélica se volteó de golpe. El gato estaba allí, flotando, su cola se movía lentamente. Angélica gritó, un grito de terror y sorpresa. Agarró un vaso y lo lanzó. El vaso pasó a través del gato y se estrelló en la pared. El gato no se inmutó.

—No tienes que tener miedo, Angélica —dijo el gato, con una voz suave, pero que resonó en el baño—. Vengo en paz.

Angélica se quedó sin palabras. Un gato que flotaba y hablaba. ¿Estaba soñando?

—No, no estás soñando —respondió el gato, como si le hubiera leído la mente—. Vengo a ti porque eres diferente. Observo a la humanidad, Angélica, a cada uno de sus corazones. Y a pesar de que los que se creen fuertes, se rinden a la oscuridad. Tú no lo hiciste. Aunque fuiste golpeada, humillada, traicionada. Tú corazón no se llenó de rencor y odio.

El gato flotó frente a ella, mirándola a los ojos. Angélica sintió que su alma era examinada.

—Eres perfecta, Angélica —dijo el gato—. Los seres celestiales no pueden interferir directamente en esta batalla. Y por ello, necesitamos a alguien con el corazón puro, dispuesto a sacrificarlo todo por el bien. Necesito tu ayuda para pelear contra el mal. Te han elegido a ti.

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averius 2025-08-29 00:05:12

Muchas gracias por tus comentarios. Si, esta historia está basada en animes como sailor moo . Guerreras mágicas, entre otros del género chica mágica. Está historia, es la mezcla de tres historias que escribí y pensé hace tiempo. Pero nunca cuajaron y las voy a combinar para hacerlas una sola. Espero sea del agrado de los lectores.

Avatar de Valentino-Prádena
Valentino-Prádena 2025-08-28 08:23:01

Tienes una prosa impecable, averius. Y la historia me recuerda a Sailor Moon, que veía de niño, lejos de la mirada de mis hermanas (por supuesto, Mazinger era mi comic favorito).