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Reino de fuego y sombras II - Salamandras - cap1 - Fictograma
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Reino de fuego y sombras II - Salamandras - cap1

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heguendm

Publicado el 2025-08-01 19:30:47 | Vistas 232
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Dragones:

«Despacio, despacio». Repetía en su mente la alargada criatura mientras se arrastraba lentamente por el suelo, con su cuerpo semejante a una lombriz de tierra, de unos dos metros de longitud y treinta centímetros de grosor, con una piel roja, escamosa. Lo que debería ser su cabeza alargada carecía de ojos visibles.
—¿A dónde crees que vas, Uruk? —dijo incorporándose la enorme montaña negra que obstruía el camino de la pequeña y alargada criatura.
—Solo venía a verte dormir abuelo Reivax.
—¡Sí, claro! Larvas, acérquense, es hora de una clase.
—¡Ahhhhh! —se quejaron el resto de las criaturas.
—¿Nunca aprendes, verdad, Uruk? —reprochó una larva de color gris.
—Muy bien. Volveré a preguntarlo de nuevo: ¿qué pasa si una larva inmadura consume una flama de vida? —preguntó el dragón negro a los pequeños.
—Mueren —contestaron las larvas al unísono.
—¿O...?
—Se vuelven salamandras en lugar de dragones.
—¿Y cuál es el problema con las salamandras? —volvió a preguntar a Reivax.
—No tienen flama, no pueden poner huevos, son pequeñas, débiles y viven poco tiempo.
—Correcto. Por tanto, Uruk. ¿qué estabas intentando hacer? —preguntó el dragón, levantando a la pequeña larva con su pata delantera y acercándola a su cara mientras le miraba fijamente.
—Pero, abuelo, yo ya soy una larva grande. Voy a ser un gran dragón.
—Uruk, eres el más joven de todos tus hermanos. ¿Entiendes?
—Pero abuelo... —replicó la larva.
—Pero nada. Hagamos un trato; te prometo que cuando seas una larva madura, yo mismo te llevaré al Gran Padre.
—¿Lo prometes?
—Lo prometo, lo juro por mi flama.
La larva roja rozó su alargada cabeza contra la escamosa y agrietada piel del viejo dragón en señal de cariño.
—Ve a jugar con tus hermanos —dijo Reivax bajando a la larva al suelo y viéndole ir arrastrándose junto a las otras larvas, las cuales empezaron a entrelazarse entre ellas.
Reivax se dio la vuelta y miró hacia la cima del gran volcán, que estaba a su espalda. Su vista ya no era buena, pero aún podía apreciar la majestuosidad del Gran Padre y sentir su poder.
—Reivax, ¡REIVAX! —otro dragón tuvo que gritar dos veces para llamar la atención al anciano dragón.
—Ah, Meneol, ¿todo bien? —preguntó Reivax.
—Eso quería preguntarte yo. Últimamente estás muy distraído.
—Probablemente son tonterías de un anciano, pero algo está poniendo mis escamas de punta, el Gran Padre... algo no está bien.
—¿Crees que tenga algo que ver con la gran cantidad de huevos que hemos tenido últimamente?
—No lo sé, puede ser, no había visto tantos huevos y larvas en todos mis diez mil ciclos del Sol, es una bendición, pero no puedo quitarme esta sensación de que algo malo va a suceder. El Gran Padre no nos daría...
Reivax interrumpió sus palabras para volver a mirar a la cima del volcán y luego al cielo. El azul había desaparecido, el cielo se había tornado blanco. Segundos después, se escuchó el ruido de algo que se agrieta y se rompe, el cielo se fracturó y luego volvió a presentar su azul habitual.
—¿Qué fue eso?—preguntó Meneol.
—No lo sé, pero es malo, muy malo.
La tierra tembló levemente, el Gran Padre despertaba, humo blanco salía de su sima. Minutos después otro dragón se acercaba.
—Meneol, la noche eterna avanza. —Un dragón gris volaba hacia Meneol a toda velocidad.
—¿No la detuviste?
—No, no lo entiendes. No es un fragmento. Toda la noche eterna empezó a avanzar de la nada. Valek, Remo, Daramis y Demulaer están en camino allí para detenerla. Se mueve rápido, como nunca.
Meneol miró a Reivax con preocupación en sus ojos.
—Ve —dijo Reivax.
—Trurk, me adelantaré, ve a por Floo y los demás. Están reuniendo comida para las larvas. Alcanzarme en la noche eterna. —Meneol alzó el vuelo.
Reivax miró a las larvas que se acercaban a él.
—¿Qué pasa, abuelo Reivax?—preguntó una larva de color gris con rayas rojas en el dorso.
—Nada, Darm, todo estará bien. Los dragones somos las criaturas más fuertes del mundo y nadie es más fuerte que tu tío Meneol, excepto tal vez tu tío Baham, pero no se lo digas, ya sabes que está medio loco. —Reivax se llevó la cola a la cabeza y se golpeó con ella en el cráneo mientras juntaba los ojos y sacaba la lengua hacia la derecha.
Las larvas se echaron a reír con sus muecas y volvieron a sus juegos. Reivax volvió a poner atención al humo en la cima del Gran Padre.
Momentos más tarde, en una zona alejada del nido.
—¡Por el Gran Padre! —exclamó Meneol viendo cómo su mundo era arrasado por la nube negra que se extendía imparable.
Nada quedaba de aquellos valles verdes ni de los ríos cristalinos con arboledas a su orilla; en el suelo, los animales huían a la máxima velocidad que sus patas les permitían. Los marmalos: herbívoros, hexápodos lanudos y cornudos, parte principal de la dieta de los dragones, huían en estampida.
En la distancia, llamaradas salían de las fauces de Valek y los demás dragones; las flamas retrasaban momentáneamente el avance de la noche eterna y el caos sobre la tierra.
Meneol vio a Demulaer bajar al suelo, justo enfrente de la marea oscura, abrió sus fauces y disparó sus llamas contra ella. Unos segundos después, se veía forzado a parar. Respiró profundo y se preparaba para volver a atacar cuando unas ramas que se movían como tentáculos rodearon su cuerpo. Una criatura similar a un árbol seco y muerto lo arrastraba hacia el caos, hacia el interior de la noche eterna. Las ramas cubrían sus fauces, impidiéndole atacar. La fuerza de sus músculos se mostraba insuficiente para librarle de sus ataduras y las espinas se clavaban en su piel a través de sus duras escamas.
Las llamas de Meneol se encargaron de quemar el árbol desde el aire, dando tiempo a un adolorido Demulaer a alejarse de la nube negra.
—Gracias —dijo Demulaer ya en el aire.
—¿Estás herido? —preguntó Meneol.
—Estaré bien. Ten cuidado, esas cosas son fuertes. Mira mis escamas; las espinas de ese árbol son peligrosas, no te acerques.
—Entiendo.
Los dragones continuaban atacando a la nube negra, que se extendía a pesar de sus mejores esfuerzos. Empezaba el anochecer cuando Floo y los demás dragones llegaban. El caos se hacía más intenso con la caída del Sol, aquella niebla negra se hacía más densa y difícil de controlar.
—Floo, eres el más rápido, trae a todos los clanes. Explícales lo que ocurre, necesitamos a todos los dragones aquí. Si pueden volar y su flama aún arde, tráelos —ordenó Meneol.
Floo se dio la vuelta volando tan rápido como sus alas lo permitían. Estaba sorprendido y asustado a la vez, la noche eterna había consumido casi el diez por ciento de su mundo en solo unas horas. Eso nunca había pasado, la noche eterna había existido desde siempre. Una masa de niebla negra, estática en su mundo. A veces se expandía algún segmento y los dragones lo quemaban, pero ahora lo hacía en todas direcciones. El área que tenían que defender era demasiado amplia, incluso para ellos.
El resto de los dragones llegaron al frente de batalla casi a la medianoche y se lanzaron directamente al ataque.
—Meneol, tenemos otro problema —un dragón de escamas verdes y azules llamó la atención de Meneol.
—¿Peor que esto, Leví?
—No sé si peor, pero tenemos todo un mundo del otro lado del desierto infinito y el bosque místico. Apareció de la nada, no había nada allí a la salida del Sol. He enviado a Torla y a Maudre a investigarlo. No sé qué relación guarda este nuevo mundo con la noche eterna y el caos, pero es mejor prevenir.
Meneol entrecerró los ojos, no podía ser coincidencia.
—Levi, te dejo a cargo. Voy a ver este mundo que dices con mis propios ojos; consultare a Reivax, tal vez sepa algo al respecto.
Meneol voló hacia el desierto infinito. Durante el amanecer, vio este nuevo mundo desde el cielo. Criaturas diminutas, de dos piernas y de aspecto débil, lo habitaban. Vivían organizadas en colonias de piedras, que hacían a Meneol recordar los insectos de su mundo.
Meneol volvió a su nido para consultar a Reivax. Aunque ya su memoria no era la de antes, seguía siendo el más viejo y sabio de los dragones. Su generación había perecido hacia muchos ciclos del Sol, sus ojos habían perdido su lustro, sus escamas estaban agrietadas y se caían, sus garras no tenían fuerza ni filo, sus alas habían perdido su patagio. Sin embargo, la flama de Reivax aún siguió ardiendo, aunque a duras penas.
—Meneol, ¿qué ha sucedido? —preguntó el anciano.
—La noche eterna avanza, el caos es intenso, pero eso no es todo; hay un nuevo mundo más allá del desierto y del bosque místico.
Meneol describió lo que había visto en el nuevo mundo, las similitudes son su mundo y las diferencias.
—¡Hum! Había leyendas cuando yo apenas era una larva. Historias de dragones que habían salido a explorar el desierto infinito. Nunca llegaron al final, pero alguna vez contaron haber visto una ilusión, un reflejo borroso de una estructura de piedra o de una criatura bípeda que se echaba a correr tras verlos y desaparecían a los pocos pasos. Lo mismo en el bosque místico. Alguna vez, algún dragón se encontró con pequeñas criaturas entre sus árboles.
Reivax se quedó pensativo, intentaba rememorar eventos de un pasado muy lejano.
—Creo que este mundo del que hablas ya existía, tal vez es tan antiguo como nuestro mundo o como la misma noche eterna.
—¿Crees que tengan algo que ver con todo esto?
—No lo sé, la posibilidad existe. Deberíamos observarlos por el momento.
—Torla y Maudre están en ello. Los demás nos concentraremos en detener la noche eterna. Cuida de las larvas. Floo se encargará de reunirles alimentos. Si recuerdas algo más, díselo a Floo.
Meneol se dio vuelta listo para alzar el vuelo.
—¿Venceremos al caos? ¿Qué te dice tu instinto?
Reivax miró a Meneol y movió su cabeza en señal de negación. Meneol alzó el vuelo. Reivax volvió a mirar al Gran Padre. Luego miró la formación rocosa que formaba el nido. Este agujero en la roca volcánica había sido labrado por las garras de cientos de miles de dragones durante varias generaciones, incluyendo las suyas mucho tiempo atrás, cuando aún tenía fuerza en sus patas y filo en sus garras. Pasó sus desgastadas garras por una de las marcas en la roca con una sensación de derrota, como quien se despide de su mundo.
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Avatar de heguendm
heguendm 2025-08-02 15:40:56

Tienes razón en todo, es el inicio de la historia desde el lado de los dragones. Como lo vivieron y que paso después que la barrera entre mundos se rompió.

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Valentino-Prádena 2025-08-02 11:24:12

Un primer capítulo de buena manufactura. Este es un escenario post-javieriano, donde el Caos renace y quiere volver a apoderarse de la Tierra de Fuego y Sombras. O, también puede ser que sea la historia de los Dragones previa a la apertura del Portal por parte del mago Clinton. En todo caso, está muy bien escrita. Felicidades, heguendm, y gracias por publicarla en Fictograma.