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Reino de fuego y sombras II - Salamandras - cap19 - Fictograma
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Reino de fuego y sombras II - Salamandras - cap19

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heguendm

Publicado el 2025-08-18 12:13:24 | Vistas 217
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Leales a la familia:

Tras finalizar la ceremonia, los nobles intentaban entablar conversación con los nuevos magos, sobre todo con los De Vonder. Van Felpo y Van Osi no eran la excepción; sin embargo, Tamalor representaba un gran muro para ellos. Tamalor intentaba mantener la atención en su persona y escudaba a los De Vonder. A Xavier y a los chicos no les molestaba, no querían lidiar con los nobles besaculos. Sin embargo, la situación cambió cuando Heigdal se acercó a ellos.
—Vaya, qué día tan maravilloso para la Dinastía.
Xavier y los chicos no tomaron a bien esas palabras, pero se mantuvieron inexpresivos.
—Tengo entendido que los jóvenes ya tienen instrucción en el uso de magia —señaló Heigdal.
—Así es, su excelencia. Junto a su tío Xavier exploran y cazan monstruos en la Selva de Morr —contestó Tamalor. Su intromisión molestaba a Heigdal.
—¡Oh! Con esa experiencia y con su talento innato, su estadía en la Torre de Liev será fácil —vaticino Heigdal.
—Mis chicos no asistirán a la Torre de Liev —rebatió Xavier para sorpresa de todos.
—¿¡Perdón!? —preguntó Heigdal, desconcertado.
—He dicho que mis chicos; ningún De Vonder asistirá jamás a la Torre de Liev.
La afirmación de Xavier causó revuelo y confusión entre los nobles. Aunque alguno de ellos se alegraba; si los chicos no asistían a la Torre, tal vez asistirían a algunas de las academias menores con las que mantenían relaciones estrechas.
—Esa no es una decisión que debería ser tomada a la ligera, la Torre ofrece...
—¿Mentiras, amenazas, muerte, traición y despotismo? —le interrumpió Xavier.
—¿Cómo se atreve a mancillar el honor de nuestra sagrada institución? —gritó Heigdal malhumorándose.
Sin embargo, su irritación cedió cuando los dos chicos recién evaluados como magos titulados pasaron al frente y se colocaron entre Heigdal y Xavier. Temma se veía sereno, pero su rostro era serio. Uruk sonreía de forma salvaje, mostrando los dientes.
—¡Ahem! —irrumpió Tamalor. —Su excelencia, los De Vonder han tenido algunas experiencias desagradables con la academia en el pasado, todo culpa de un brujo embaucador.
—Ya entiendo. Recuerdo haber escuchado algo sobre un caso similar en el pasado —dijo Heigdal fingiendo ignorancia. Todos los altos estratos sabían de los eventos ocurridos alrededor de Clinton Van Ferra.
—Nosotros nos marcharemos a hacer el papeleo correspondiente para las insignias —anunció Xavier.
—Los acompañaré —dijo Heigdal.
—No es necesario, conozco el proceso — replicó Xavier.
—Es un poco diferente para los magos titulados, es mejor si les guío —insistió Heigdal.
Los demás nobles se quedaron con las ganas de interaccionar con los de Vonder. Heigdal era una figura a la que no querían antagonizar. Al final los De Vonder y Heigdal salieron de la sala y Tamalor se vio asediado por los otros nobles.
—Mago Xavier De Vonder, soy consciente de su pasado con la Torre de Liev, pero esto es más grande que usted y su pasado —dijo Heigdal, una vez que se alejaron de los demás nobles.
—Tiene toda la razón, se trata de mi familia.
Esta no era la respuesta que Heigdal quería escuchar.
—Usted no lo entiende; los chicos deben entrenar y ser educados en la Torre de Liev, los magos titulados son muy peligrosos para ser dejados sin control o disciplina. La realeza y la Corte Real se encargarán de que todo ese poder sea utilizado en beneficio de la dinastía.
—¿Qué quiere decir con eso? —preguntó Temma.
—Pronto dejarán de ser De Vonder y pasarán a ser conocidos por sus títulos como magos. Por supuesto, la familia De Vonder será bien recompensada por la gran contribución realizada a la Dinastía
—¿Qué le hace pensar que queremos abandonar nuestra familia? ¿O que queramos ir a la Torre de Liev? —preguntó Uruk.
—Sois jóvenes, esto es asunto de adultos, dejen que los adultos lo manejemos —respondió Heighdal.
En un abrir y cerrar de ojos, Uruk se movió frente a Heigdal, lo sujetó por el cuello y lo levantó con solo una mano. La fuerza del chico sorprendió al viejo mago. Heigdal usó su magia de viento para quitar el aire de alrededor de Uruk, el cual respondió apretando el cuello del mago.
«Mierda», pensó Xavier.
—¡Alto en nombre de la Corona!
En segundos, un ejército de caballeros salió de cada rincón de los alrededores de la torre de la guardia. Uruk mantenía a Heigdal en el aire y la presión sobre su cuello le debilitó al nivel de casi perder la consciencia. El efecto de su magia se disipó, Uruk redujo la presión y Heigdal se recuperó un poco.
—Yo no veo un adulto, solo veo un hombre débil que se cree muy fuerte porque puede usar magia; deja que te enseñe lo que es fuerza.
Uruk dejó caer a Heigdal y cargó contra los caballeros, sus puñetazos y patadas los hacían caer como moscas.
—¡Activen las armaduras! —gritó Heigdal.
Tras recibir la orden, una especie de niebla gris cubrió las armaduras de los caballeros. Su velocidad, fuerza y reflejos aumentaron. Una espada casi corta el brazo derecho de Uruk, el cual evitó el ataque por los pelos.
—¡Por fin algo de diversión! —gritó Uruk enfrentándose a los caballeros que aún podían pelear.
Uruk era un espectáculo digno de ver; luchaba contra los caballeros usando solo su fuerza física y velocidad mientras sonreía. Los ataques de los caballeros solo creaban heridas superficiales en su dura piel. Pocos segundos después, los caballeros empezaban a rodear a Uruk; eran demasiados. Una llamarada de fuego se alzó al cielo, cubriendo un tercio del cielo sobre la ciudad real. Todos voltearon a ver a Temma.
—¡Ya basta!—gritó Xavier. —Uruk, ven aquí.
El chico aprovechó la distracción de los caballeros y volvió sonriendo junto a Xavier.
—Eso fue divertido —dijo Uruk.
—¡Tú cierra la boca!—dijo Xavier.
Como un niño regañado, Uruk se colocó junto a su hermano. Los nobles habían salido de la torre al escuchar la conmoción.
—Haga retroceder a sus caballeros Heigdal —ordenó Xavier.
—Usen piedras sanguijuelas —ordenó Heigdal.
Un nuevo grupo de caballeros con armaduras ligeras salió de las esquinas, cargaban varios cofres con ellos; al abrirlos, varias piedras sanguijuelas del tamaño de una cabeza humana empezaron a succionar la magia del alrededor. Xavier y Heighdal cayeron al suelo, sintiendo malestar.
—¡Necio! —gritó Xavier mirando a Heigdal. —Chicos, danles una paliza.
Como dos perros rabiosos liberados, los dos chicos se lanzaron contra los caballeros. El trabajo en equipo de ambos hacía de la habilidad y armaduras mágicas de los caballeros un mal chiste. Dos minutos después, los caballeros yacían en el suelo, inconscientes o heridos.
—¡Pff! Qué desperdicio de dinero —dijo Uruk levantando una de las cajas que contenía las piedras sanguijuelas ante la sorpresa de Heigdal y todos los demás.
—Uruk, Cierra esa cosa —ordenó Xavier.
Temma y Uruk cerraron los cofres. Poco a poco, Heigdal, Xavier y los demás magos de los alrededores se recuperaban.
—Tus caballeros no significan nada para nosotros —dijo Xavier a Heigdal —Mis chicos no abandonarán a la familia, no serán tus juguetes y no irán a tus academias. Puedes mandar a tus magos titulados y los maestros de la Torre de Liev tras nosotros— Xavier se agachó y acercó su cara a la de Heigdal.
—Pero te aseguro que van a perder a muchos magos, soldados y algún mago titulado sin beneficio alguno. Viviremos libres y bajo nuestros términos. Si no les gusta, no nos importaría irnos a otro reino.
Estas palabras tornaron la cara de Heigdal aún más pálida. Los chicos, con algunas heridas superficiales y sus ropas cubiertas de sangre, volvieron junto a Xavier y entraron en la oficina de registro, dejando detrás a un Heigdal estupefacto y a un montón de caballeros derrotados y humillados ante la vista de todos los nobles que habían asistido a la ceremonia.
«Hoy es mi día de suerte», pensaba Tamalor tras ver el espectáculo. «Si logro ganarme a los chicos y deshacerme de Xavier...». Tamalor soñaba con unirse a lo más alto de la Corte Real.
Sin perder el tiempo, Tamalor se acercó a Heigdal y le ayudó a levantarse.
—No se preocupe, su excelencia. Yo me encargaré de esto, arreglaré este malentendido —Tamalor se acercó al oído de Heigdal —Traeré a los chicos a la Corona y me encargaré de ese mugriento mago de sombras .
Heigdal se levantó y asintió a Tamalor. Unos minutos después, Xavier y los chicos salían de la oficina de registro con sus insignias. Heigdal había mentido sobre el procedimiento. Tamalor los recibió con una gran sonrisa.
—Felicidades —dijo Tamalor aplaudiendo.
Un nuevo grupo de caballeros vigilaba a los De Vonder de lejos. Ya se había pedido ayuda a los maestros de la Torre de Liev. Robalt, el rey de los cielos, y la maestra Emeral, la conquistadora de flamas, venían en camino. Mientras, los nobles presentes vigilaban desde la distancia.
—Esto tenemos que celebrarlo —dijo Tamalor. Levantó su brazo y uno de sus sirvientes trajo un carruaje. Tamalor invitó a los chicos a subir.
—¿No usaremos un carruaje de túmulos?—preguntó Xavier.
—¿Para pasear en la ciudad? Con los túmulos no podríamos ver nada. Esta es Telassa, la ciudad real, es la primera vez que los chicos vienen aquí, no podemos irnos sin disfrutar un poco del lugar. Además, son dos magos titulados, eso es motivo para celebrar por todo lo alto—dijo Tamalor de muy buen humor, abriendo los brazos.
—¿Y ellos? —preguntó Temma, señalando a los caballeros.
—Meh, no les pongan atención. Además, después de lo que pasó es lógico que nos asignen custodios; vamos, suban al carruaje — insistía Tamalor.
«No querrán librar una gran batalla en medio de la ciudad real. Mientras estemos aquí, estaremos a salvo». Xavier asintió a los chicos.
Subieron al carruaje junto a Tamalor, el cual miró en dirección a Fillode, quien forzaba una sonrisa. El carruaje partió ante la vista de los demás nobles, algunos con miedo, otros con envidia.
Una vez en el carruaje, Tamalor empezó a reír como un loco.
—Aún no me lo creo; todos esos caballeros, con sus armaduras encantadas, un mago de viento de élite, piedras sanguijuelas... y, aun así, les habéis dado una paliza, increíble. —Reía frenético. —Se lo tienen merecidos, esos payasos de la Corte se creen dioses. Por todos los cielos, qué alegría me has dado, muchacho — aseguro Tamalor, dándole palmadas en el hombro a Uruk, quien sonreía mostrando sus puntiagudos dientes.
—Sin embargo —refutó Xavier. —Eso fue peligroso, muy peligroso y muy tonto; lo único que nos salva es que estamos en la ciudad real y nadie quiere una batalla de gran escala, causaría demasiada destrucción.
Tamalor se volvió serio de nuevo.
—He hablado con Heidal, están a salvo, es más beneficioso para la Dinastía tener dos magos titulados extra que perderlos o hacer que migren a otro reino. Los maestros titulados actuales no vivirán para siempre y quien sabe cuándo volverá a surgir alguno. Aunque...
—¿Qué? — «Seguro que negociaste algo con Heigdal», pensaba Xavier.
—¿No crees que la negativa a que los chicos entren a la Torre de Liev es un tanto exagerada?
—No. Los chicos no entrarán en la Torre de Liev. Punto —reiteró Xavier.
Tamalor miró a los chicos como buscando algún apoyo, pero nada ocurrió.
—Bueno, dejemos esos asuntos para después. Ahora tenemos que celebrar, ¿quién tiene hambre? —preguntó Tamalor cambiando el tema.
Los chicos mantuvieron silencio.
—Mis chicos siempre tienen hambre, tienen un apetito digno de dragones —contestó Xavier sonriendo.
—Conozco un excelente lugar, es para la más alta clase de la Dinastía, solo se le permite la entrada a la realeza, a los magos de la Corte y a grandes nobles. Les aseguro que les encantara.
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Avatar de Valentino-Prádena
Valentino-Prádena 2025-08-18 18:12:40

Increíble amenaza en la que se han convertido los De Vonder. Tamalor, por su parte, tratará de atraerlos para sí. Veamos en qué termina la cosa.