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Reino de fuego y sombras II - Salamandras - cap31 - Fictograma
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Reino de fuego y sombras II - Salamandras - cap31

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heguendm

Publicado el 2025-08-31 14:43:59 | Vistas 328
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Pecados del pasado:

El ascenso de los De Vonder había traído muchas alegrías a unos, miedos y dolores de cabeza a otros. Algunos, como el príncipe Seigmur, Habdlan y los antiguos socios de los Van Ferra, se habían beneficiado. Otros, como la princesa, la familia Van Trell o los maestros de la Torre de Liev, habían sufrido en mayor o menor medida. Sin embargo, de todos ellos, el más vociferante era Sven Van Ferra.
—¡Ese andrajoso, esa rata de campo, ese muerto de hambre, está viviendo en mi casa, en mi mansión! —gritaba de nuevo ante la vista y oídos cansados de su familia.
Desde que a los De Vonder les fue concedida la propiedad sobre la antigua mansión de los Van Ferra, Sven no paraba de maldecir. Su nueva rutina era espiar desde lejos la mansión de los De Vonder y luego ir a un bar, emborracharse, gritar todo el tiempo que no era justo, volver a su miserable casa y quejarse con su familia.
—¡Ya estoy harto! —gritó Emer. —Todos los días es la misma mierda. Ya no somos nobles, ni ricos, no hay sirvientes, no somos la poderosa casa Van Ferra... Somos unos pobres diablos que sobreviven como pueden y tú eres un mercenario inútil con el que nadie quiere trabajar. ¡No eres mas que un borracho!
Pasaron unos segundos, la mano de Sven se movió con velocidad felina, una cachetada dejó a Emer mareado. Antes de que se recuperara, el puño de Sven volvió a golpearlo. Emer perdió el equilibrio y cayó al suelo, su nariz sangrando.
—¿Cómo te atreves? —preguntó Sven mientras pateaba a Emer en las costillas.
—Soy tu padre, soy un mago, un noble, soy quien pone la comida en la mesa —con cada expresión, Sven pateaba a Emer. —No eres mas que un gordo inútil —Sven levantó la mano, su magia de fuego empezaba a concentrarse.
—¡Los reguladores! —gritó Biela.
Sven se detuvo como congelado. El calor en su mano se disipó. Se dio la vuelta.
—Cuando vuelva, no quiero verlo aquí. —Sven salió de la casa.
Biela se volvió a sentar en la silla de la mesa de la sala/cocina, con un suspiro. En realidad, no le importaba si Sven mataba a Emer, era un gordo fracasado que no era capaz de hacer nada útil. Sin embargo, si Sven lo mataba, los reguladores lo encarcelarían. Aunque lo despreciaba, su esposo era el único miembro de la familia que producía dinero. Biela miró a sus manos, sus dedos vendados por los cortes y pinchazos; había tenido que aprender a fregar, cocinar, limpiar la casa, coser, entre otros trabajos del hogar. Su vida era un infierno. La familia de la que descendía se alejó de los Van Ferra una vez que cayó en desgracia. La única opción de Biela era buscar un pretendiente para Martel. La hija menor de los Van Ferra estaba en una pequeña habitación, la cual compartía con Emer. Se escondía allí tan pronto Sven se emborrachaba y empezaba a vociferar.
—¡Levantate! —le gritó Biela a Emer.
Emer se levantó adolorido, con un labio partido y su boca y nariz sangrante.
—Largate de aquí cuanto antes.
Las palabras de Biela hicieron a Emer olvidar el dolor de sus costillas y su cara. «¿Qué voy a hacer? No tengo dinero, ni trabajo, no tengo dónde vivir, ni qué comer, solo me enseñaron a administrar las tierras y negocios de la familia, no sé hacer otra cosa. La familia ha caído en desgracia, nadie querrá un Van Ferra para administrar sus bienes».
—¡Fuera! ¡Largate ya! —le gritaba Biela.
—¿Pero adónde voy a ir? —preguntó Emer.
Viela se acercó a él y, estando frente a frente, le dijo:
—¡No me importa!—
—Esto no es culpa mía. Pusieron todo a favor del maniático de Clinton cuando se volvió un mago. Yo debía ser el futuro heredero de la familia, no ese desquiciado.
—No me interesan tus tonterías, ni lo que pienses; solo lárgate antes de que el fracasado de tu padre vuelva —refutó Biela alejándose de Emer.
—¡Soy tu hijo!
Biela volvió a mirar a Emer a los ojos, su mirada era fría y su voz indiferente.
—Solo eres un gordo, inútil y apestoso, una boca que alimentar, no me importa lo que te pase, ni lo que hagas.
Emer se llenó de rabia, pegó un grito, agarró el cuchillo de la cocina y apuñaló a Biela varias veces. Biela, que era demasiado delgada y débil como para ofrecer resistencia, cayó al suelo. Emer se colocó sobre ella y continuó apuñalándola mientras la sangre se esparcía por el suelo. Cuando se cansó de apuñalar a su madre, Emer se levantó. Estaba cubierto en sangre. Camino hacia la habitación que compartia con su hermana. Al verlo, Martel se echó a llorar y empezó a dar gritos.
—¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate! —repetía Emer mientras la apuñalaba hasta matarla, salió de la casa bañado en sangre y con el cuchillo en mano. Los vecinos lo vieron. Una mujer empezó a gritar y Emer se lanzó sobre ella como un maníaco. Un mercenario que estaba cerca sacó su espada y le cortó el antebrazo. Emer se dejó caer de rodillas gritando mientras sujetaba el muñón sangrante, la espada del mercenario le atravesó el pecho.
Sven estaba en un bar tomando cerveza barata cuando le llegó la noticia. Sven fue sin prisa a la casa, los caballeros y guardias ya estaban en el lugar. Le hicieron algunas preguntas, pero no habia mucho que investigar, todos los vecinos eran testigos de lo ocurrido. Su reacción fue muy indiferente, simplemente se dio la vuelta y volvió al bar. Luego, más borracho que antes, despotricaba abiertamente contra los De Vonder ante la mirada asombrada de los locales. Nadie se atrevería a ofender en público a una familia con dos magos titulados y asociados con la familia real.
—Sé de lo que hablas —se le acercó otro borracho.
—¿Qué vas a saber tú? Ese mugroso de De Vonder estuvo en mi casa, lo invitamos cuando era un don nadie, comió en mi mesa. ¿Sabes?, yo era un noble de clase alta. —Sven empezó a golpearse el pecho. —Un hombre rico y respetado. Me invitaban a las grandes fiestas y la familia real me tenía en alta estima. Un día, los reguladores se presentaron en mi casa. Mataron a mi hijo con acusaciones absurdas, me quitaron mis tierras y mi mansión. Y ahora le dan todo a ese mugroso.
—Sé sobre el pasado de Xavier De Vonder, sé las cosas que hizo cuando era un criminal buscado, puedo darte esa información... por un precio justo, claro está —el borracho comentó en voz baja.
Sven le sirvió de su botella de ron, lo cual trajo una sonrisa a la cara del borracho.
—Vi a los De Vonder por casualidad, reconocí a Xavier. Hace unos años, antes de la guerra de los dragones, era un criminal buscado en la Dinastía que escapó hacia Veldat.
—Eso lo sabe todo el mundo —vocifero Sven, molesto.
El borracho continuó hablando en voz baja.
—Sí, lo que no saben es que, mientras estuvo en Veldat, se hacía llamar Aleum. Entonces, se unió a un grupo de mercenarios llamado Marea poco antes de que estallara la guerra entre Veldat y la Dinastía. Xavier de Vonder formó parte del asalto a la Ciudadela de Mennor, donde mataron a Dalila, la amante de su buen amigo, el tercer príncipe.
Los ojos de Sven se abrieron de par en par, su embriaguez se había reducido de forma considerable, su mente se llenó de todo tipo de maquinaciones e ideas.
—Pero eso no es todo.
La mirada de Sven era inquisitiva. Sin embargo, el borracho no dijo más.
—¿Cuánto pides? —preguntó Sven.
—Una moneda de oro.
Sven se echó a reír.
—Soy un mercenario con el que nadie quiere hacer negocios, ¿te parece que tengo una moneda de oro? —preguntó Sven.
—Meh... Al menos, cómprame una botella de ron decente. Sven fue a la barra y volvió con una botella. El borracho la miró mientras se relamía los labios.
—Más vale que me cuentes algo bueno —le advirtió Sven.
—Tras el ataque a Mennor y la muerte de Dalila, la Dinastía se tomó en serio la invasión. El reino de Veldat no tenía interés en una guerra total, el ejército invasor no recibiría refuerzos, así que decidieron separarse y atacar las aldeas y pueblos sin acercarse a las ciudadelas. Xavier De Vonder ideó un plan; conocía el terreno y sabía cómo pasar alrededor de Farpas y llegar a otras zonas. Atacamos un pueblo llamado Humol y sus villas. Según me enteré, Xavier hizo que mataran a su familia. Junto a los mercenarios de Marea, asesinó a la familia y sirvientes del señor de Humol y luego quemó la casa; solo sobrevivió una niña.
Sven era todo sonrisas, entregó la botella al borracho y se marchó del bar, fue a la casa en la que vivía; había sangre por todos lados, el dueño de la casa al que alquilaba le exigía la limpieza del lugar.
—Hay que pagar por los gastos del entierro —comentó el hombre. Sven le miró con desdén, entró en la casa y recogió sus escasas pertenencias.
—Entiérralos tú —le dijo al hombre marchándose sin hacer caso a sus reclamaciones y exigencias.
Unos días después, Sven vivía frustrado. No tenía forma de acercarse al príncipe, todos los nobles rechazaron sus peticiones de audiencia, de modo que al final no podía hacer nada con lo que sabía. Tras pensar unos días e indagar un poco, se enteró de que la niña que sobrevivió a la masacre, era la hija de Efrir de Exel. La niña había crecido al cuidado de uno de sus tíos, quien se encargaba de administrar las tierras de Humol.
El nuevo señor de Humol no le vería, pero la niña sí.
—Me honra que me reciba, señorita de Exel —aduló Sven. Tener que rebajarse a tratar con reverencia a una mocosa noble inferior era doloroso, pero era la única opción que tenía.
—Habla, mercenario. No tengo todo el día —la chica se comportaba de forma prepotente. Había heredado la piel morena de su padre, sus ojos eran marrones y su pelo, negro y lacio, cubría sus orejas. Tendría unos quinceaños aproximadamente.
Sven se tragó su orgullo por un bien mayor.
—Tengo información que concierne a la muerte de su padre —estas palabras al parecer tuvieron efecto en la chica. «Eso era todo lo que necesitaba».
Sven contó a la chica todo lo que sabía de Xavier, de su época como Aleum, de su envolvimiento con el ataque a Mennor y de cómo fue el artífice del ataque a Humol.
—Toda esta información puede confirmarse fácilmente, los espías de la Dinastía en Veldat pueden averiguar esto y más.
—¿Qué quieres a cambio mercenario? —preguntó la chica.
—Nada —contestó Sven. —Solo quiero que ese mugroso pague.
—Muy noble de tu parte, mercenario.
Sven se quedó pensativo un momento.
—Aunque será difícil pagar a quien me dio esta información, vale la pena el sacrificio— mintió Sven tras ver una oportunidad de ganar algo.
—Nada es gratis en la vida, ¿cuánto quieres mercenario?
—Nada— volvió a insistir Sven.
—Úsalo para pagar al informante, ¿cuánto?
—Dos monedas de oro serán suficientes.
La chica levantó su mano derecha dando una señal a uno de sus sirvientes; el hombre salió de la habitación y regresó unos minutos después y entregó dos monedas de oro a Sven.
—Espero que pueda vengar a su familia— Sven se levantó y se fue de la casa de los Exel.
Esa misma tarde, la chica contaba a su tío lo ocurrido, la información llegaría a oídos de Habdlan un día después. Unas semanas después, Habdlan se reunía con el príncipe Seigmur.
—¡Ese bastardo! —gritó el príncipe, su cara estaba roja, las cejas fruncidas y la mandíbula apretada —Los voy a matar a todos; por culpa de idiotas como el, perdí a Dalila y el apoyo de su familia, no me encontraría en una situación tan débil si no fuese por eso. Mi poder en la corte se redujo a casi nada, los magos titulados y maestros se inclinaron hacia mi hermana y me dejaron de lado. Todo mi trabajo se fue a la mierda.
—Entiendo su ira, majestad, pero no podemos deshacernos de los De Vonder aún. Hemos perdido el progreso con Uruk, casi nunca viene de visita, se ha obsesionado con los huevos de dragón, pasa casi todo el tiempo en la Selva de Morr.
—Consigue todos los huevos de dragón que encuentres —ordenó el príncipe.
—¿Majestad?
—Los huevos de dragón son inútiles, muchos lo han intentado antes, no nacerán. Podemos usarlos para ganar la confianza y cercanía con Uruk, luego mataremos a Xavier —contestó el príncipe.
—El veneno no funcionará. Es muy paranoico, no come nada que no haya sido probado por otros primero; nuestra única opción es un asesinato directo —le recordó Habdlan.
El príncipe se dejó caer en el sofá con un suspiro.
—Si usamos asesinos, los chicos sabrán que algún noble es el culpable. Eso nos podría servir para poner a los De Vonder contra mi hermana.
—Tal vez, pero no es necesario llevarlo a ese nivel. Uruk es muy inestable, podría atacar el palacio real él solo y arruinar nuestros planes —comentó Habdlan, el príncipe mostraba su fustración. —No se preocupe, majestad, tengo un plan. ¿Recuerda a los Exel?
—Sí, ¿qué pasa con ellos?
—Aunque al actual señor de Humol realmente no le importa tanto el asunto, la hija de Efrir, Natasha, sí quiere venganza. Le he dado una fuerte suma de dinero al señor de Humol para que permita a la joven ir como sirviente a la mansión de los De Vonder. Nadie sospecharía de la chica. Una vez Xavier esté muerto, decapitaremos al señor de Humol y a ese tonto de Sven Van Ferra para consagrarnos con los De Vonder. Si tenemos suerte, cuando tomemos el palacio, Uruk y Temma se matarán con los maestros de la Torre. Si no, los envenenaremos después —explicó Habdlan.
—¿Y si Xavier sobrevive? Es solo una niña, no creo que pueda matarlo.
—Conozco a esa niña. Tras la muerte de su padre, se ha vuelto una mujer peligrosa, me recuerda mucho a la princesa; es fría, cruel y metódica. Y no solo eso; tras la muerte de su padre, su tío la ofreció a una subrama de la familia real, recibió entrenamiento como asesina, aunque no logró quedarse en la Corte, la rechazaron, pero no es la primera vez que asesina. De todas formas, si fracasa, igual mataremos a los Exel y a Van Ferra. Mientras Xavier siga con vida, no podremos controlar a los dos jóvenes magos, pero aun podemos hacerlos formar parte de nuestros planes.
Los dos hombres continuaron urdiendo planes hasta entrada la noche.
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Avatar de Valentino-Prádena
Valentino-Prádena 2025-09-01 10:34:14

Un capítulo lleno de intrigas bien fundadas. Esto se está poniendo muy caliente.