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Reino de fuego y sombras II - Salamandras - cap30 - Fictograma
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Reino de fuego y sombras II - Salamandras - cap30

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heguendm

Publicado el 2025-08-30 09:05:03 | Vistas 252
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Operación rescate:

Los De Vonder llegaron a la Ciudadela de Mennor tarde en la noche; aun así, los Linarel hicieron lo imposible por acomodar a una de las familias más llamativas del momento. La vivienda de los Linarel era tanto una casa como un negocio. Tras el ataque de Veldat, la familia abandonó Farpas y adquirió tierra barata en la Ciudadela de Mennor, que estaba siendo reconstruida. La familia caída en desgracia se dedicaba ahora a la herrería, con eso lograban vivir de forma adecuada para una familia noble.
—Es un honor para nuestra familia que los legendarios De Vonder nos visiten en nuestra humilde morada —el líder de la familia Linarel le daba la bienvenida a Xavier y Temma. De vez en cuando, miraba a Temma con admiración y un poco de miedo.
—Gracias por recibirnos a tan avanzadas horas de la noche, perdón por molestar, líder Diego —se disculpó Xavier.
Diego era un hombre blanco, de unos cincuenta años, y su escaso pelo empezaba a blanquear . La luz de la lámpara de aceite no permitía ver bien el color de sus ojos. Era delgado y bajo de estatura.
—No es molestia en absoluto. Puede estar seguro de que nuestra familia está dispuesta a colaborar en cualquier cosa que necesiten —contestó Diego.
«Si los afamados De Vonder vienen a Mennor a esta hora, debe de ser un asunto muy serio, tal vez relacionado con el señor de Farpas o con el tercer príncipe. Es una oportunidad de oro», pensó Diego sin dejar de sonreír.
—Me alegro de que contemos con su colaboración y confianza. Iré directamente al grano; Habdlan nos ha mostrado el regalo que le habéis hecho. Uruk ha tomado un particular aprecio por ese tipo de objetos. Me gustaría adquirir esos huevos como regalo —comentó Xavier, intentando sonar interesado, pero no desesperado.
«¡Uruk el destructor!». La idea de no poder satisfacer los deseos de uno de los magos más poderosos del reino, conocido por su salvajismo y falta de control, era impensable para Diego.
—¡Oh! se refiere a los huevos de dragón.
—En efecto. ¿Cuántos de esos tiene? —preguntó Temma.
—Están de suerte, excelencia. Tenemos otros dos huevos aún, además tenemos otros artículos: garras y colmillos de dragón. Mi hijo los arrancó directamente de la boca de un dragón enorme que custodiaba el nido. Nos contó que la batalla fue brutal, esas bestias salvajes gozaban de una fuerza monumental —presumió Diego.
Xavier miró a Temma, su mirada contenía un pensamiento claro; «Mantén la calma». Temma se mantenía serio mientras, tras su espalda, con el puño cerrado, sus afiladas uñas perforaban su dura piel.
—Recuerdo el mundo de los dragones. Participé en esa guerra también —dijo Xavier señalando las cicatrices de su cara. —¿Está su hijo por aquí?
—Me temo que no, excelencia.
—Qué lástima. Es entretenido hablar con otros veteranos sobre nuestras aventuras. Supongo que me estoy poniendo viejo—Xavier emitió un suspiro. «Su hijo debe de conocer a los otros contrabandistas».
—Le entiendo, excelencia. Yo también sufro del mismo mal —empatizó Diego, riendo.
—Como sea. Estamos dispuestos a comprar ambos huevos y otros artículos —continuó Xavier.
—No sabría ponerles un precio, excelencia. Nunca hemos vendido ninguno. De los cuatro huevos que mi hijo trajo, regalamos dos.
—¿Quién tiene el otro huevo? —preguntó Temma.
—Ese lo regalamos al señor actual de Mennor hace un par de meses. Era su cumpleaños, quiero creer que nuestra familia le dio el regalo más exótico —respondió Diego con orgullo.
—Ya veo.
—Es tarde y no quiero quitarle más tiempo, líder Diego. ¿Podríamos negociar ahora?, quiero sorprender a Uruk lo antes posible —apuró Xavier.
—Por supuesto, excelencia. —Diego se levantó del sofá y salió de la habitación.
Xavier y Temma se miraban sin decir una palabra, la aprehensión en la cara de Temma era notable. Unos minutos después, Diego volvía en compañía de otro hombre. Era musculoso, sobre todo sus antebrazos, probablemente era quien trabajaba la forja. En sus manos cargaba dos colmillos enormes, Diego cargaba los dos huevos de dragón.
Temma se acercó a Diego, sin consideración y sin pedir permiso. Tomó los huevos de dragón en sus manos y los acercó a su cuerpo. Xavier no estaba contento con lo que había hecho, pero lo entendía.
Temma se dio la vuelta para no ser visto por los Linarel. Hablo casi sin poder controlar su voz.
—Los llevaré al carruaje.
Su cuerpo estaba ardiendo, se podía ver el aire distorsionarse a su alrededor. Xavier asintió. Diego no se atrevería a hacer una objeción.
—Yo me quedaré los colmillos —comentó Xavier.
El otro hombre que acompañaba a Diego los colocó sobre la mesa entre los sofás.
—Muy bien, hablemos del precio.
Diego se quedó pensando, era una buena oportunidad de hacer algo de dinero, aunque el favor de una familia con dos magos titulados que tenía conexiones con la realeza era importante. Eran los últimos huevos y colmillos, solo quedaban un par de garras. La familia tenía algunas necesidades financieras y, si lo regalaban todo, sería una gran pérdida. Aun así, quería quedar en el lado positivo de los De Vonder.
—Diez monedas de oro bastarán, excelencia —contestó Diego tras pensarlo.
El hombre a su lado apretó los labios, su gesto evidenciaba que no estaba de acuerdo con la decisión del líder de la familia.
—Le haré una contraoferta —contestó Xavier sorprendiendo a los dos hombres.
—Señoría, no puedo bajar más el precio, mi familia no...
Xavier levantó una mano deteniendo a Diego.
—No me ha entendido, líder Diego.
Xavier colocó una bolsa sobre la mesa. Obviamente, había más de diez monedas en su interior.
—Aquí hay unas cincuenta monedas de oro. Es una forma de agradecer el gesto que ha tenido su familia. Además, me gustaría que guardara el secreto de esta transacción. Queremos que sea una sorpresa para Uruk, tiene muchos amigos y conocidos entre la nobleza y se enterará si no guardamos el secreto. ¡Oh! Cuando su hijo vuelva de sus viajes, me encantaría charlar con él, quiero saber sobre su experiencia en la guerra y tal vez conseguir otros artículos relacionados con los dragones.
—Excelencia, gracias por su generosidad. —Cincuenta monedas era mucho más de lo que los Linarel ganarían vendiendo los huevos a otros nobles. Los colmillos y garras tenían uso para los artesanos, como material para armaduras o armas, pero como mucho les darían cinco monedas de oro por ellos.
—Me aseguraré de que mi hijo le visite tan pronto regrese.
Xavier se levantó del sofá para marcharse.
—Esperé un momento, excelencia, le ayudaré a cargar las garras.
El hombre robusto se apresuró a salir de la habitación volviendo con las cutículas de dragón. Xavier las había olvidado, solo quería volver al carruaje con Temma y los huevos. Cargaron los materiales en el carruaje de túmulos. Xavier se despidió de los Linarel y marcharon a la mansión en Farpas.
—¿Qué ocurre? —preguntó Xavier una vez que el carruaje empezó a moverse.
—Este ha muerto —contestó Temma mirando al huevo en su brazo derecho mientras aún lo apretaba contra su cuerpo. Hubo un momento de silencio.
—Tenemos que rescatar a los demás. Cada día que pasa, están en riesgo de morir —la angustia en la voz de Temma era palpable.
—No te preocupes. Los rescataremos a todos, pero no podemos ir a la mansión del señor de una ciudadela sin una buena razón. Además, tenemos que pensar en un motivo para... —Xavier tuvo una gran idea.
—¿Qué pasa? —preguntó Temma.
—Los señores de las ciudadelas son hombres muy ricos, en general. Incluso Habdlan venía de una familia adinerada. Los nobles son muy arrogantes, podrían no querer entregarnos o vender los huevos a menos que hagamos una gran concesión —Xavier miró al huevo en la mano derecha de Temma. —Podemos proponer un cambio. Intercambiar los huevos. Diremos que es por el color o algo así.
Los huevos eran diferentes, el que Uruk había llevado a la cueva tenía puntos azules. Los dos que estaban en las manos de Temma tenían líneas rojas. La cara de Temma revelaba que no le gustaba la idea de entregar el huevo muerto para que fuera un adorno en la oficina de un noble, pero entendía la situación y acabó asintiendo. Los De Vonder llegaron a su mansión con la salida del Sol. Xavier se quedó en la mansión con el huevo muerto. Temma marchó a la Selva de Morr. Xavier envió un mensajero solicitando una audiencia con el señor de Mennor.
Temma llegó a la cueva. Uruk había trasformado el interior de la cueva en un horno. Las brasas de la madera de la selva ardían manteniendo el huevo caliente. Temma colocó el huevo que acababa de adquirir dentro de la cueva y le contó a Uruk lo ocurrido. La cara de Uruk se entristeció al escuchar que unos de los huevos estaba muerto.
—Hay que rescatar el de la mansión de Mennor —se notaba su anticipación y ansiedad.
—Lo sé, Xavier está en ello. Pero tratar con los nobles de clase alta es más difícil. Además, no podemos llamar la atención, podría darnos problemas. Mantén la calma. Si mostramos desesperación, podría ser muy caro o incluso imposible adquirir los huevos. Ahora no podemos permitir que nos descubran —dijo Temma mirando a los huevos en el interior de la cueva.
Moger llegó unas horas después; al ver los huevos dentro de la cueva y tocarlos, se echó a llorar.
—El Gran Padre siempre nos da lo que necesitamos —dijo Moger mirando a Uruk, el cual asintió con una sonrisa triste, llena de esperanza.
—Yo volveré a Farpas, conseguiremos el huevo de Mennor a cualquier precio. Puede que necesitemos mucho dinero —comentó Temma mirando a Moger. Moger asintió.
—Puede que exista algún huevo en Veldat o en Orphen. Puedo averiguarlo con los otros criminales.
Moger volvió a Orphen. Temma regresó a Farpas junto a Xavier. Al día siguiente, partieron a Mennor.
—Gracias por recibirnos, excelencia.
—Por favor, sin honoríficos, pueden tutearme. La diferencia entre los Van Buldet y los De Vonder no es tan grande.
—Entiendo, Jacomo, gracias por la confianza —respondió Xavier a la petición de informalidad del señor de Mennor. Era un hombre alto, delgado, de piel bronceada, con pelo liso corto, ojos marrones y una cara larga, sin barba, con unas cejas prominentes que se unían en una sola línea de pelo.
Jacomo sonrió.
—De hecho, me alegra tener la oportunidad de poder hablar en privado con ustedes. Es difícil hacerlo en los eventos, la realeza os tiene ocupados, la presencia de los De Vonder ha alterado el balance —bromeó Jacomo. «Aunque sois peligrosos, Tamalor se acercó demasiado y se quemó. Le ofrecí mi apoyo al príncipe porque parece tener fuerzas suficientes para alcanzar el trono, pero eso era solo en apariencia. La princesa y el rey son demasiado poderosos e influyentes».
—Debo admitir que es cierto. Nuestra relación con el tercer príncipe ha creado cierto grado de división en el reino. —Xavier guiñó un ojo a Jacomo.
—Escuché que la familia De Vonder se ha comprometido a apoyar al príncipe a lo largo de sus muchos proyectos —Jacomo seguía buscando confirmar sus dudas.
—Tengo buenas relaciones con el príncipe, nos ha hecho un gran favor y evitó mi muerte. Sin embargo, aunque soy el líder de la familia, todos somos conscientes de que el poder real reside en mis sobrinos —respondió Xavier a las inquisitivas palabras de Jacomo.
Jacomo miró a Temma, como buscando la respuesta que Xavier no le daba.
—Somos De Vonder, la familia va primero. El tío Xavier es el líder de la familia y creemos en su visión. Lo apoyaremos, aunque tengamos de enemigo a todo el continente —respondió Temma.
—He escuchado que Uruk, El Destructor, se ha alejado un poco de la familia; últimamente pasa mucho tiempo con el príncipe y el nuevo señor de Farpas, Habdlan —añadió Jacomo.
«Buitre», pensó Xavier mientras contestaba.
—Rumores infundados. Uruk pasa más tiempo con Habdlan por su afición a la Arena, siempre ha sido un tanto salvaje, no visita la mansión porque se aburre, prefiere nuestra antigua casa en Fuera de Mola. La Selva de Morr es el único lugar donde se siente a gusto —mintió Xavier.
—La verdad es que mi hermano es demasiado... animal. A veces creo que no es del todo humano —comentó Temma, siguiendo el juego a Xavier. «Entonces, el príncipe sí cuenta con los De Vonder, pero no están divididos; cuenta con ambos magos titulados».
—Basta de política aburrida. Hablemos de cosas más mundanas.
—Me alegro de que lo menciones Jacomo . Verás, los Linarel me comentaron que te habían regalado un huevo de dragón. ¿Es eso cierto? —preguntó Temma.
—¡Oh! Esa cosa. Sí, la tengo guardada. No me gustan los reptiles, la sola idea de tener un huevo de esas grotescas criaturas me produce náuseas. Acepté el regalo porque es un objeto raro y a algunos nobles les gustan esas cosas —contestó Jacomo con cara de asco.
—¡Excelente! —exclamó Xavier, juntando las manos.
Temma se sentía ofendido al escuchar los comentarios del noble, pero su misión era salvar los huevos.
—Queríamos regalar un huevo a Uruk, ¿podrías vendernos el tuyo?
—Lo siento, pero no sería posible. Ya lo prometí a otro noble —contestó Jacomo. «Vamos a ver cuánto estás dispuesto a pagar».
—Una lástima... ¿podríamos ver el huevo?
—Por supuesto —respondió Jacomo levantándose de su asiento y guiando a los dos De Vonders a otra habitación.
Jacomo tenía una pequeña colección de objetos, algunos de ellos un tanto mórbidos. Hachas, aún con restos de sangre, espadas, dagas... Una cuerda muy bien enmarcada y cuidada, llamaba la atención. Jacomo notó cómo Xavier miró a la cuerda y comentó.
—Esa es la cuerda con la que el Reino de Veldat colgó a la capitana Dalila a las puertas de Mennor. La conservo como un recuerdo de lo peligrosos que son nuestros vecinos y de lo peligrosa que es mi posición, sobre todo estos días. Tras la guerra de los dragones tenemos el dominio militar del continente; sin embargo, aunque su majestad el rey insiste en que el Reino de Veldat no atacará la Dinastía con las pocas fuerzas que tienen, yo no me lo creo. Al igual que le ocurrió al antiguo señor de Mennor, para el momento en que el ejército pueda desplazarse hasta aquí, yo estaría colgando del extremo de una cuerda como esa. El príncipe prometió que si en un futuro obtiene más poder, no dudaría en ofrecer más apoyo a mi ciudadela.
—Ya veo. ¡Hum! El ejército podría tardar mucho en llegar en caso de necesidad, pero un mago titulado en un carruaje de túmulos estaría aquí en medio día —comentó Xavier, a lo que Jacomo contestó con una sonrisa.
Habían llegado a la localización del huevo; tenía rayas amarillas cortas y verticales. Temma se acercó al huevo y lo levantó.
—Es del color perfecto para Uruk.
Xavier miró a Jacomo, quien fingió estar en una encrucijada. Quería asegurar una fuerte cantidad de dinero o, al menos, el apoyo incondicional de los De Vonder hacia Mennor.
—Tengo una idea —comentó Xavier. —La verdad es que ya tenemos un huevo, pero tiene líneas rojas. A Uruk no le gusta el color rojo, le recuerda el color de su pelo... algo relacionado con el pasado, preferiríamos no hablar de ello. ¿No le importaría cambiar de huevo... o sí?
«Mierda», pensó Jacomo. La oportunidad se le había ido de las manos, pero ya no tenía otra opción.
—Por supuesto que no —contestó Jacomo mientras maldecía en silencio.
—Muchas gracias, Jacomo. Nos haces un gran favor —dijo Xavier mirando a Temma, el cual fue a buscar el otro huevo al carruaje.
Tras intercambiar huevos, tuvieron una corta conversación sobre cosas sin mucha importancia y luego los De Vonder se marcharon.
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Avatar de Valentino-Prádena
Valentino-Prádena 2025-08-30 14:16:03

Qué buen capítulo. Muy maduro el accionar de los personajes.